Mérida, Yucatán.- Para Manuel Robert Díaz, la motivación y la curiosidad lo han acompañado desde siempre. Junto con el estímulo de algunos maestros de secundaria y preparatoria, nunca tuvo duda de que iba a estudiar una carrera científica, aunque la razón para estudiar biología fue un poco casuística.
Entrevistado para la Agencia Informativa Conacyt en la oficina de Dirección de Gestión Tecnológica del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), donde actualmente ocupa el cargo titular, el investigador adscrito con nivel II al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) rememoró algunas de las primeras decisiones que definirían su trayectoria científica, como su salida de la carrera en ingeniería química y un posible futuro entre industrias y tuberías de olores poco gratos, como describiría él mismo.
“El cambio fue muy natural, la biología era algo que siempre me había gustado pero que no había analizado de una manera concienzuda. Al decidir cambiar de carrera la encontré nuevamente y creo que fue un gran acierto porque es una disciplina tremendamente estimulante, atractiva y retadora”, expresó.
La elección de una carrera científica
Ya como estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Manuel Robert desarrolló su primer trabajo de investigación bajo la tutela de Raúl Ondarza, investigador del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina y uno de sus primeros maestros. “Llamo maestros a muy pocos. A lo mejor tuve muchos profesores, pero maestro es alguien que le deja a uno un legado en términos de estimulación de ideas y esos han sido muy pocos. Fue un periodo formativo interesante y a partir de ahí decidí que iba a continuar una maestría y un doctorado”, apuntó.
Después de un periodo de entrenamiento durante la maestría en el Instituto de Investigaciones Biomédicas, donde asistía como estudiante en el estudio del efecto del alacrán Centruroides suffusus en el sistema nervioso central de gatos, decidió no trabajar más con animales y dedicarse por completo al estudio de las plantas.
“En Inglaterra hice mi doctorado en fisiología vegetal, en regulación de crecimiento, que tenía por el lado de investigación básica preguntas clave para entender el funcionamiento de las plantas, pero también tenía en ese momento una visión de aplicación muy clara hacia el mejoramiento de la productividad de los cultivos”, señaló.
En la Universidad de Londres conoció a Frank Taylor, quien fue su tutor en la práctica y su maestro. “Es otro al que llamo mi maestro porque no es alguien que te enseñe solo con información sino que te enseña con preguntas, comentarios, discusión y con amistad. Hicimos una gran amistad y esto fue muy importante para mí”, comentó.
1 invitro 3103Al terminar su trabajo con reguladores de crecimiento, Robert Díaz realizó un posdoctorado para aprender técnicas de cultivo in vitro, la gran promesa para el desarrollo de la agricultura en el mundo, y desde entonces definió este campo como su línea de investigación principal.
Aunque pensó hacer una vida en Inglaterra, la idea de devolver lo que el país había invertido en su educación lo trajo de regreso a México, donde después de estar durante un periodo no muy satisfactorio en la Facultad de Química de la UNAM, se encontró con la oportunidad de integrarse a algo que apenas estaba comenzando, el Centro de Investigación Científica de Yucatán.
CICY, un reto estimulante
La iniciativa por reactivar la industria del henequén en Yucatán trajo consigo la visita y las recomendaciones de investigadores de distintas partes del país, entre los que figuró Robert Díaz. Sin un motivo predefinido, de regreso de un viaje por la península el investigador se llevó consigo ejemplares de henequén que, a su parecer, tenían un ciclo de vida muy largo y difícil de manejar, por lo que el cultivo in vitro podría ser una opción de crecimiento idónea.
“Yo vine a Yucatán para ver de qué se trataba la problemática del henequén y dar una opinión sobre la conveniencia de creación de este centro. Fue una cosa totalmente casuística que yo llevara ejemplares de henequén a México pensando en la posibilidad de hacer un trabajo con ellos más adelante”, apuntó.
Al descubrir esto, Luis del Castillo, recientemente nombrado director del CICY, le invita a sumarse al centro de investigación y a pesar de haber rechazado la oferta en varias ocasiones por el miedo que tenía a salir de la Ciudad de México, finalmente se decide a enfrentar el reto y unirse al nuevo centro con sus líneas de investigación en fisiología y técnicas de cultivo in vitro.
En palabras del investigador, poca gente sabe lo que representó "picar piedra" en la creación de los nuevos centros Conacyt, cuyas condiciones de creación fueron verdaderamente heroicas. “No había muchos recursos, no había biblioteca adecuada, entonces no había computadoras, pero era un reto francamente interesante. El CICY me permitió arrancar con algo totalmente desde cero y me resultó irresistible”, apuntó.
Los avances de cultivo in vitro en Yucatán
En México, el cultivo in vitro comenzaba a desarrollarse por investigadores de la Facultad de Química de la UNAM. En palabras de Robert Díaz, iniciar el mejoramiento genético de la productividad de los cultivos en agaves era una ambición de largo plazo, un proyecto de vida, pues el henequén era un cultivo particularmente difícil dado que no se reproduce sexualmente, que constituye la base de mejoramiento genético tradicional.
1 robert3103 1Durante muchos años se desarrolló un proceso de selección y clonación que se fue diversificando en estudios fisiológicos, genéticos y ecológicos con la finalidad de mejorar la productividad de los cultivos. Sin embargo, mientras la ciencia avanzaba la industria henequenera se detenía, hasta el punto de desaparecer. Aunado a esto, en 2002 el huracán Isidoro arrasó con todas las plantaciones experimentales en campo generadas a partir del cultivo in vitro.
“Afortunadamente el henequén fue solo la puerta para otros trabajos con agaves. Empezamos a trabajar con la industria tequilera y esto me dio la oportunidad después de trabajar con agaves productores de fibra en África con las Naciones Unidas durante casi 12 años”, describió.
En los últimos cinco años, el investigador ha liderado un proyecto de investigación en colaboración con una importante industria mezcalera de México, en el que se cristaliza todo lo aprendido en torno al mejoramiento genético y el cultivo in vitro a lo largo de las últimas décadas.
“La industria mezcalera tiene un boom en todo el mundo pero presenta muchos problemas de desabasto. No hay mucho cultivo de agave mezcalero, entonces ante la demanda y la producción empieza a desaparecer el recurso. Por tanto, se necesitan plantas con una nueva característica, no plantas pequeñas, grandes, chicas o enfermas. La idea en la agricultura moderna es producir con alta eficiencia, buenos rendimientos y características de sanidad, sin descuidar el aspecto de la variabilidad genética”, señaló el investigador.
Con este propósito, el CICY trabaja en el cultivo in vitro de plantas seleccionadas, certificando su sanidad y su óptima distribución. Hasta el momento, se han entregado alrededor de 500 mil plantas para viveros, lo que representa una ventaja enorme en términos de eficiencia, manejo y producción para una compañía mezcalera.
El proyecto contó con el Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y se encuentra en una etapa exitosa de transferencia tecnológica para la empresa, que no únicamente genera riqueza económica sino que representa una forma de vida para muchas personas en Oaxaca.
“Yo creo que he sido muy afortunado, he tenido siempre el apoyo que he necesitado. Primero una educación de calidad gratuita en la UNAM, apoyo económico para mi tesis de licenciatura, maestría y doctorado. La investigación que hago viene de fondos públicos. Desde que regresé a México yo siempre he tenido esta idea: tenemos una responsabilidad, tenemos que retornar algo de lo mucho que hemos recibido. Para terminar, diría que para mí no ha habido nada más satisfactorio que ver mis plantas en el campo”, finalizó.
Conacyt
Leonel Gutiérrez Albores, 35 años dedicados a la instrumentación astronómica
Published in PersonajesEnsenada, Baja California.- Una trayectoria profesional de 35 años dedicados al diseño y construcción de instrumentos en el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (IAUNAM) fue cumplida por el doctor Leonel Gutiérrez Albores.
Con motivo de su jubilación, amigos y colaboradores de la institución a la que dedicó su vida profesional le rindieron homenaje en un sencillo y emotivo evento que se realizó en el auditorio del IAUNAM, campus Ensenada.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Leonel Gutiérrez reflexionó que el desarrollo de instrumentos y, en general, de tecnología propia es la mejor estrategia para el crecimiento de México: “Cuanto más desarrollemos, más crecemos, como individuos, como institución y como país”.
Su incursión en el desarrollo instrumental
La oportunidad brindada por el IAUNAM para colaborar en el diseño de un control digital para el telescopio del Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla fue determinante para que Leonel Gutiérrez orientara su carrera profesional hacia la instrumentación astronómica.
De aquel primer trabajo desarrollado en plena década de 1980, Gutiérrez Albores recordó que “en aquel entonces no había computadoras como las actuales, era un sistema computarizado pero el procesador era 8080, una de las cosas ahora más primitivas que existen pero en aquel entonces era de lo más avanzado”.
Destaca que del programa de control digital para el telescopio de Tonantzintla nada fue adquirido, excepto las componentes, pues todo fue desarrollado por el personal del Instituto de Astronomía de la UNAM en la Ciudad de México.
Por motivos personales, en 1993 Leonel Gutiérrez cambia su sede de trabajo al IAUNAM, campus Ensenada, año en el que ya contaba con una experiencia de 12 años laborando para el instituto.
Proyecto emblemático
En 1995, Gutiérrez Albores comenzó su colaboración en un proyecto que ahora considera entre los que representaron mayor reto a lo largo de su desempeño profesional: el sistema de óptica activa del telescopio de 2.1 metros de diámetro del Observatorio Astronómico Nacional (OAN), localizado en Sierra de San Pedro Mártir.
“Lo tuvimos que hacer porque el telescopio tenía ciertas deformaciones de origen en el espejo primario que hacía que la imagen no fuera perfecta, son defectos normales en el pulido de los espejos y teníamos la 'espinita' de mejorar esa imagen del telescopio y en el aspecto académico creíamos que había algo importante que hacer”, comentó.
Narró que el proyecto liderado por el doctor Luis Salas contó con la participación de todo un grupo de colaboradores y él se involucró específicamente en la parte de control y en la supervisión de la construcción.
“Es un sistema que consta de 18 bolsas de aire que son las que soportan el espejo primario y lo que hay que hacer es controlar el aire para que sostenga el espejo, además hay que controlarlo de manera diferencial para que pueda deformar ligeramente el espejo, son deformaciones pequeñísimas las que se producen pero que permiten mover un poco el frente de onda y corregir la imagen del telescopio”, explicó.
Por los conocimientos que implicaba el desarrollo del proyecto, Leonel Gutiérrez estimó que fue un gran reto y requirió su dedicación de tiempo completo al menos durante dos años, pero se sintió satisfecho cuando finalmente lo vio funcionando.
“Después hubo que seguir trabajando un poco para mejorarlo y dejar un sistema robusto, la primera versión funcionaba pero no era robusta, había algunas fallas, así que mejoramos el circuito impreso y un montón de cosas para hacerlo más confiable, y desde hace ya varios años ese sistema prácticamente no ha tenido fallas”, abundó.
La astronomía, un camino no planeado
Cuando estudió la carrera de física en la Facultad de Ciencias de la UNAM, Leonel Gutiérrez nunca imaginó que incursionaría en el campo de la astronomía, pues se proyectaba en las ciencias nucleares.
1 leonel3103 1“Cuando estaba terminando la carrera, tomé un curso de electrónica, otro de máquinas digitales, ese tipo de cosas y ahí empecé a estudiar temas de electrónica, fue cuando el doctor Élfego Ruiz me invitó a participar en el Instituto de Astronomía para colaborar con él, ahí empecé a agarrarle sabor al asunto de la instrumentación astronómica y por ahí seguí”, refirió.
Concentrado en sus labores en el IAUNAM, fue hasta 2005 que optó por estudiar un doctorado en astrofísica en España, estudios que concluyó en 2009 y con los que desarrolló otra faceta de su profesión.
“Aparte de la instrumentación he estado haciendo un poco de astrofísica, he trabajado un poco en regiones de formación estelar, tanto de nuestra galaxia como extragaláctica, hemos trabajado galaxias en interacción, algo de dinámica de galaxias, cúmulos de galaxias, son los campos que trabajé después”, apuntó.
Aprovechar oportunidades
A manera de reflexión en el marco de su retiro del Instituto de Astronomía, Leonel Gutiérrez confiesa irse feliz y satisfecho con el trabajo realizado, además de estar muy agradecido por las oportunidades brindadas por la UNAM.
“Del instituto me voy feliz porque hice lo mejor que pude, no creo haberlo hecho mal durante todo este tiempo, di mi máximo esfuerzo para el Instituto de Astronomía; yo creo que en muchas de las cosas que hay en el observatorio, hay algo que yo hice”, compartió.
Opinó que los nuevos investigadores están comprometidos con aprovechar todas las oportunidades que ofrece el sistema científico mexicano.
“Yo creo que las oportunidades las tenemos y tenemos que aprovecharlas, en ocasiones no se tiene todo el dinero que uno quisiera pero a veces con recursos limitados podemos hacer cosas grandes”, concluyó.
Conacyt
Agencia Informativa Conacyt/Ensenada, Baja California.- Los conocimientos de acuicultura y la aplicación de herramientas genómicas por científicos en Baja California se conjugan en una investigación que tiene como principal objetivo producir a escala comercial semillas de almeja mano de león (Nodipecten subnodosus).
El proyecto, en el que participan investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), cobra relevancia en un contexto en el que las poblaciones de la especie han sido tan severamente impactadas por la extracción para fines comerciales, que las autoridades la declararon en veda permanente.
Con la investigación, los especialistas se proponen generar información suficiente para impulsar la producción acuícola de la especie y, en consecuencia, su estatus de conservación, así como sentar las bases para que en un futuro se diseñe e implemente un programa de repoblamiento de la almeja mano de león en Baja California.
Primeros experimentos
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Zaúl García Esquivel, investigador del Instituto de Investigaciones Oceanológicas (IIO) de la UABC, relató que su incursión en el proyecto de producción de semilla de almeja mano de león inició por el interés de una empresa que cuenta con permiso para realizar acuicultura de fomento con fines de estudio, investigación científica, experimentación y la prospección en cuerpos de agua de jurisdicción federal, orientada al desarrollo de biotecnologías o a la incorporación de innovación tecnológica.
Refirió que en la década de 1990, un grupo de investigadores del IIO logró producir la semilla; sin embargo, no existe hasta ahora un protocolo claro que explique a detalle el proceso de producción, mucho menos para llevarlo a escala comercial.
“Una de las problemáticas fuertes de este molusco es que no hay una tecnología desarrollada que nos diga si es posible producir consistentemente una cantidad de semilla y si se puede escalar a nivel comercial”, subrayó el investigador.
Ante este escenario, los experimentos para la producción de semilla iniciaron bajo objetivos modestos y con una serie de dificultades que se tuvieron que ir resolviendo ágilmente en el laboratorio.
“La primera corrida nos salieron larvas que no avanzaban de un estadio específico y no entendíamos por qué no avanzaban hasta que murieron”, mencionó el doctor Zaúl García.
250 mil semillas
En acuicultura, cada proceso que conlleva el desove de los organismos, su fertilización, seguimiento y fijación de las larvas y la producción de semilla hasta que alcance una talla entre los tres y seis milímetros, es denominado como corrida.
El investigador del IIO explicó que cada corrida tiene una duración promedio de alrededor de dos meses, dependiendo del esquema de trabajo que se implemente.
“El esquema aquí en laboratorio es muy intenso pero nos permite aprovechar los tiempos biológicos de la especie, porque generalmente maduran en una época del año muy limitada y nosotros tenemos que estar jugando con eso constantemente”, detalló.
Como parte del proyecto, hasta ahora se han concluido siete corridas distintas y la última fue la más exitosa, pues se lograron producir 250 mil semillas, en contraste con el objetivo inicial que era obtener 50 mil.
“Yo quiero pensar que podemos producir más de 250 mil, de esa cantidad para arriba; la idea de este año es superar la cantidad, por lo menos igualarla, no podemos producir menos que esa cantidad”, indicó el investigador.
Una vez que se obtienen las semillas, el objetivo es llevarlas hasta el punto en el que los juveniles adquieren la forma y el comportamiento de un organismo adulto, pues aun cuando su tamaño es pequeño, es un indicio de que podrán sobrevivir en el campo de cultivo.
Zaúl García precisó que en procesos comerciales es sumamente importante lograr trasladar la semilla al campo de cultivo en mar, debido a que su alimentación en laboratorio representa costos elevados, en contraste con una dieta que en ambiente natural es a base de microalgas y fácil de adquirir por el organismo.
Retroalimentación
Para la doctora Clara Galindo Sánchez, investigadora del Departamento de Biotecnología Marina del CICESE, la acuicultura debe ser obligatoriamente multidisciplinaria y para ello están integrando análisis genómicos.
“Es un proyecto que se retroalimenta, tanto nosotros necesitamos la información que el doctor Zaúl García tiene, como él necesita la información de nosotros para poder hacer la selección dentro del laboratorio de qué reproductores le darán mejor eficiencia”, resaltó en entrevista.
Indicó que en el caso de los estudios de variabilidad genética que realiza en colaboración con la doctora Fabiola Lafarga de la Cruz, del Departamento de Acuicultura del CICESE, requieren la información que se genera en los procesos de producción de la semilla para contar con componentes fisiológicos y morfológicos de la especie, como son su crecimiento y sobrevivencia.
“El objetivo es ver lo que hay en cuanto a diversidad genética, especialmente en el Alto Golfo de California y a partir de ahí también darle un seguimiento a la producción de semilla para hacer análisis de paternidad con algunos reproductores”, abundó la investigadora.
Genética de la almeja mano de león
Conocer el acervo genético de la almeja mano de león en Baja California permitirá obtener datos en torno a su susceptibilidad hacia cambios ambientales y, en general, relacionados con su capacidad de reproducirse y sobrevivir en el medio natural.
La doctora Fabiola Lafarga expuso que conocer la genética de la especie para explotarla en el área de acuicultura ofrecerá información relativa a los organismos con mayores tasas de crecimiento.
“Queremos conocer su estructura genética para buscar marcadores que nos permitan identificar cuáles son los organismos que van a tener esas características en cultivo, reproducir esos organismos y entonces las crías van a tener mayores tasas de crecimiento”, afirmó.
Aclaró que si bien puede haber otras características deseables para acuicultura, como resistencia a enfermedades y tolerancia térmica, las principales son supervivencia y crecimiento.
Para estas tareas también cuentan con la colaboración de la estudiante de maestría Priscila Oviedo Velázquez, quien trabaja con 10 marcadores microsatélite que hasta ahora han arrojado información sobre un impacto severo en las poblaciones de la especie.
Una vez que las técnicas y los marcadores se estandaricen, las investigadoras podrán establecer parámetros genéticos para describir las poblaciones de almeja mano de león que habitan en el golfo de California.
Repoblamiento a futuro
Parte del proyecto desarrollado por los investigadores de la UABC y el CICESE contempla establecer bases para generar líneas de reproductores de almeja mano de león que contribuyan con un programa de repoblamiento.
La doctora Clara Galindo puntualizó que si bien se está estableciendo un precedente para conocer el estado de las poblaciones de la especie en Baja California, un programa de repoblamiento es mucho más complejo.
“Se tiene que manejar con mucho cuidado porque lo que necesitas es que de la misma población que tiene ciertos caracteres particulares que son genéticos, se sigan conservando, pero al mismo tiempo aumentar la variabilidad”, sostuvo.
No obstante, la información que inicialmente se está generando en la investigación, será útil para ayudar a su conservación y orientar los procesos de producción hacia la acuicultura.
Buscador
Directorio
Directora General:
Lic. Rocío Rivera Méndez
Asesora Jurídica:
Mtra. Monserrat Minerva Cobos
Fotografía:
Webmaster:
Para contactarnos:
redaccion@veracruzinforma.com.mx o al cel 2291-275227