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Analizan relación entre microbiota intestinal y obesidad

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Pablo Miranda Ramírez/ Agencia Informativa Conacyt/ Guadalajara, Jalisco.- “Somos lo que comemos”, reza el antiguo dicho, pero la doctora Marisela González Ávila, especialista en biología celular, va más allá: en su trabajo como investigadora aborda el estudio de la microbiota intestinal, conjunto de bacterias que viven en nuestro organismo y que pueden ayudar a dibujar un panorama de las enfermedades que padecemos.

Desde hace cuatro años, esta investigadora del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (Ciatej) analiza la microbiota intestinal y la presencia en ella de bacterias patógenas, organismos dañinos, comensales que son funcionales para el organismo, y los probióticos, que brindan beneficios al huésped.

“Microbiota se refiere a todos los organismos que viven de manera constante y que tienen relación con el hospedero; todos ellos habitan el tracto gastrointestinal, que va desde la boca hasta el ano”, explica la investigadora del Área de Biotecnología Médica y Farmacéutica de Ciatej.

Los organismos benéficos fueron los que llamaron la atención de la doctora, quien encabezó un estudio para analizar distintos tipos de microbiota de sectores de la población, y posteriormente observó la presencia de probióticos en algunos pacientes que presentaban obesidad.

A raíz del descubrimiento, la doctora Marisela González enfocó sus esfuerzos en analizar la composición de la microbiota intestinal y su diferencia entre las personas con obesidad y aquellas que cuentan con un peso saludable. Uno de los primeros pasos en la investigación fue estudiar a pacientes hermanos con las mismas condiciones genéticas y de nacimiento para observar las diferencias.

“La primera sorpresa fue que son diferentes las condiciones de microbiota, genéricamente son compatibles al ser hermanos y las dietas tendían a ser las mismas, pero un hermano era obeso y el otro normopeso, y la diferencia que encontramos fue la composición de la microbiota intestinal”.

La investigadora relata que luego del estudio se cuestionó si se podía regular la microbiota del hermano obeso para emular la del hermano sano y así modificar el metabolismo para disminuir el peso. Para este fin se trabajó con una empresa privada para desarrollar un alimento para restablecer la microbiota intestinal.

“En este primer estudio con hermanos consanguíneos logramos tener una nivelación, entonces la microbiota, con la intervención del producto, se parecía más a la del hermano sano. Les pedimos que no cambiaran sus hábitos, la idea era regular la microbiota para probar la hipótesis de que regulándola, las personas pueden tener un cambio metabólico, y así fue”.

Además, al observar los patrones de personas con factores de riesgo también se puede prevenir que lleguen a desarrollar enfermedades como la diabetes. En otros casos, como el autismo, se descubrió que los pacientes tienen una microbiota específica, por lo que se trabaja en el desarrollo de probióticos que ayuden a equilibrar los procesos en sus sistemas nerviosos.

“Cada condición metabólica tiene condiciones peculiares, un patrón de microbiota particular, no he abordado todas, pero en las que he abordado siempre vemos un patrón que es característico de personas con un padecimiento, una situación metabólica o una enfermedad”.

Dime lo que comes y te diré quién eres
La doctora Marisela González explica que en cada persona la microbiota es distinta, casi como una huella digital, pues cada individuo ingiere bacterias que se adaptan a su organismo desde el primer aliento al nacer, aunado a esto se pueden adquirir otros, o alterar la presencia de estos, con factores como el uso de antibióticos o más comúnmente con la alimentación.

Marisela González Ávila menciona que, por ejemplo, las personas con obesidad cuentan con pocos microorganismos en su microbiota y la mayoría de ellos cuenta con la función de ahorrar energía, lo que se traduce como una acumulación de grasa corporal en el huésped.

En contraste, una persona sana puede tener otro tipo de bacterias que sirven como “gastadores de energía”, agrega la doctora, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

La investigadora recalca que el tratamiento de este tipo de bacterias puede utilizarse en beneficio de personas que padezcan desnutrición, por lo que se les puede administrar alimentos con probióticos para “ahorrar energía”.

Otra aplicación puede ser la administración de probióticos a personas sobrevivientes del cáncer, quienes luego de tratamientos como la quimioterapia sufren desgaste en su organismo, por lo que administrar bacterias benéficas puede ayudar a que agentes patógenos no ataquen a un paciente debilitado.

“Se han desarrollado conjuntamente con empresas productos con una combinación de prebióticos y probióticos para hacer una restitución o reequilibrio de la microbiota luego de tratamientos con antibióticos”.

El abordaje de esta línea de investigación tiene como fin desarrollar tratamientos preventivos, y aunque señala que los probióticos no son la cura a las enfermedades, sí son marcadores de procesos clave para mejorar la calidad de vida de las personas con algún padecimiento.

“Sí se dijo alguna vez ‘tú eres lo que comes’, pero agregaría que ‘tú eres lo que comes, lo que tus bacterias metabolizan y lo que logra integrarse a tu metabolismo’”.

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