Joel Cosío/ La Paz, Baja California Sur. Agencia Informativa Conacyt.- La temperatura en el noroeste de México ha aumentado gradualmente en los últimos años, ocasionando cambios en el comportamiento de serpientes de cascabel (Crotalus) de la región, conjeturan científicos del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor).
Serpientes que reptaban en el suelo, hoy en día comienzan a reptar por matorrales xerófilos, característicos del ecosistema semidesértico de la península de Baja California, en busca de lugares con una temperatura más baja que les permita desplazarse cómodamente.
Probablemente la variable en la temperatura del ambiente está originando múltiples cambios, no solamente en el comportamiento sino en la ecología y biología de estos animales.
La aparente evolución a serpientes arbóreas es un indicio de adaptabilidad al cambio climático; asimismo, al volverse arbóreas, son más peligrosas para los seres humanos porque los casos de ataque de mordedura que mayoritariamente se documentan a la altura de los pies y piernas, ahora podrían ocurrir al nivel del torso o cara, favoreciendo la propagación del veneno en órganos vitales.
Sin embargo, los seres humanos no son la presa natural de estas víboras y no atacan a las personas a menos que sean alteradas, además son pocas las que tienen un veneno tan potente para comprometer la vida de un hombre, reflexionan los investigadores.
Conservar serpientes de cascabel y caracterizar sus venenos
El doctor Gustavo Alberto Arnaud Franco, investigador titular del Cibnor, adscrito al Programa de Conservación Ambiental y Planeación de la institución y responsable de la línea estratégica de Biodiversidad, detalló que investigan elementos relacionados con la conservación de las serpientes de cascabel, mientras realizan la caracterización de diferentes tipos de veneno que producen.
Los resultados de las investigaciones contribuirán a la conformación de estrategias y políticas públicas para la conservación de las especies de serpientes de cascabel que están distribuidas en la región, así como el desarrollo de antivenenos más efectivos para contrarrestar efectos en seres humanos, además de otras aplicaciones biotecnológicas en salud principalmente.
“Imaginen si encontramos en un veneno, una proteína que tiene una particularidad muy importante para el beneficio del ser humano; el potencial de ser inhibidora de la división celular, por dar un ejemplo. Probablemente, con este componente se podría luchar contra el cáncer”, mencionó Arnaud Franco.
En el estudio de venenos de las serpientes de cascabel del noroeste de México, coparticipan la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), la Universidad Autónoma del Estado de México y el Cibnor.
“Si encontramos esa particularidad en una especie de la que su población está siendo afectada y ha disminuido, estaríamos perdiendo una posibilidad para luchar contra el cáncer, de tal forma que es importante conservar esa especie, por eso estamos tratando de vincular el proyecto de conservación de las víboras de cascabel, con el de identificación y caracterización de venenos, porque hay una relación entre ambos estudios”.
Caracterización de diferentes tipos de veneno
El doctor Amaury Cordero Tapia, responsable del bioterio de la institución, explicó que están caracterizando tres diferentes factores o tipos de veneno: neurales, hemolíticos y necróticos.
Estos componentes pueden provocar coagulopatías, daño tisular local o sistémico y neurotoxicidad.
“Cada una de las víboras de cascabel, aunque sean de la misma especie, puede tener un veneno diferente, factores como época del año, ubicación geográfica, dieta alimentaria, disponibilidad de agua, pueden variar el tipo de veneno”, explicó Cordero Tapia.
Los investigadores han comenzado a caracterizar el veneno de cuatro especies de serpientes de cascabel de la península de Baja California e islas del golfo de California y Pacífico mexicano: Crotalus catalinensis, Crotalus ruber —que es la serpiente más común en la región—, Crotalus mitchellii y Crotalus enyo.
“Crotalus ruber —por ejemplo— tiene un veneno que no coagula la sangre, a diferencia de las otras tres. Esta característica a nosotros como investigadores nos interesa, porque puede tener aplicaciones biotecnológicas”, destacó Arnaud Franco.
Los investigadores determinaron que los venenos más potentes, de las cuatro especies de cascabel analizadas, lo poseen la Crotalus catalinensis y Crotalus enyo, que tienen las tallas más pequeñas, probablemente por su tamaño deben de ser más eficaces al cazar sus presas.
“La principal presa de las Crotalus son ratones, que en poco tiempo mueren, por la pequeña talla que poseen. En seres humanos, el veneno provoca daños que pueden desencadenar diferentes causas de muerte: hemólisis, paro cardiaco respiratorio, deficiencia renal o falla orgánica múltiple”, continuó Cordero Tapia.
El primer paso es impactar en comunidades rurales
Los investigadores afirman que la elaboración de antivenenos es el primer paso de la investigación, hacia potenciales usos biotecnológicos.
Antivenenos más eficaces podrían disminuir el riesgo de padecimientos colaterales en personas envenenadas por mordedura de serpiente de cascabel.
En Baja California Sur, anualmente son documentados alrededor de diez casos de accidentes o eventos de envenenamiento, por causa de serpientes de cascabel, aunque con base en estadísticas de la Secretaría de Salud, suponen que la cifra de afectados es más alta.
“La Secretaría de Salud a nivel nacional menciona que más de 70 por ciento de accidentes no son reportados, entonces si nos basamos en estas estadísticas y platicando con la gente de campo, suponemos que hay más, el problema es que los ataques suceden en lugares alejados de los centros de salud y la gente no tiene oportunidad de acceder a servicios médicos, por lo tanto no se reportan como tal”, mencionó Cordero Tapia.
Las estadísticas de envenenamiento en personas son inciertas, porque muchos accidentes no son reportados debido a que ocurren en comunidades rurales carentes de servicios médicos.
El tiempo de traslado de los pacientes —sin recibir atención médica— desde las comunidades rurales hasta los hospitales más cercanos y la falta de antivenenos específicos dificultan el tratamiento médico.
Conocer el tipo tóxico predominante de veneno, disminuiría el tiempo y dosis por la especificidad del tratamiento.
“Lo importante es caracterizar cada uno de los venenos para desarrollar antivenenos específicos y disminuir el tratamiento que se aplica a un paciente. Hoy en día, tenemos reportes de que se aplican más de cien ampolletas por persona picada (envenenada), esto por ser un tratamiento a reacción, es decir, hasta que el efecto del veneno disminuye se empiezan a espaciar las aplicaciones de las dosis. Entonces, si caracterizamos los tipos de venenos, podremos controlar el daño causado por un veneno con una o dos dosis de antiveneno”, señaló Arnaud Franco.
Los investigadores, si bien con la elaboración de antivenenos prevén un impacto positivo en salud pública, tienen altas expectativas puestas en encontrar compuestos con otros potenciales usos biotecnológicos. Sin embargo, aún se encuentran en la primera etapa del proyecto de investigación básica, y resultados de ciencia aplicada podrían llegar en mediano a largo plazo.