CIUDAD DE MEXICO.- Las fracturas por estrés físico no se deben a una lesión predefinida, como una caída o un golpe, sino que se producen después de un estrés repetido y por el uso excesivo de los músculos que excede su capacidad para absorber el estrés. Las fracturas por estrés pueden involucrar el fémur, la pelvis o un miembro inferior. Alrededor del 50% comprometen las piernas y, en particular, las diáfisis metatarsianas de los dedos (1).
Múltiples factores, incluida la densidad mineral ósea y la longitud de las extremidades, son predictivos de lesiones óseas por estrés en corredores universitarios de larga distancia, de acuerdo con el Dr. Bradley S. Lambert, Gerente del Human Performance Center del Hospital Houston Methodist.
Al analizar los registros médicos de los estudiantes atletas durante un período de 7 años, los investigadores del Hospital Houston Methodist y de la Universidad de Kansas, descubrieron que los puntajes de densidad mineral ósea más bajos pero normales y la longitud más corta de las extremidades, predicen las lesiones óseas por estrés en los corredores universitarios de fondo.
El estudio, publicado en el Orthopaedic Journal of Sports Medicine, también reveló que una menor masa grasa se asoció con un mayor riesgo en los hombres y una menor masa muscular en las piernas se asoció con un mayor riesgo entre las mujeres.
Las lesiones por estrés en los huesos de las extremidades inferiores que involucran la pelvis, la tibia y el fémur son especialmente comunes entre los atletas universitarios que practican atletismo; en el caso de los corredores de larga distancia, estos tienen las tasas de mayores incidencias al año.
Las lesiones ocurren cuando las actividades de carga repetitivas como correr, bailar y marchar, ejercen más presión sobre el sistema esquelético de lo que un hueso o una articulación pueden soportar, lo que resulta en una variedad de problemas, desde dolor e hinchazón hasta fracturas por estrés.
Se cree que los factores intrínsecos, como la fuerza ósea y las características corporales, y los factores extrínsecos, incluidos el volumen y la intensidad del entrenamiento, desempeñan un papel en el desarrollo de estas lesiones.
Sin embargo, los investigadores notaron que las normas y criterios de la población general para evaluar el riesgo no siempre son aplicables a los atletas. Por ejemplo, los atletas que corren 80 kilómetros a la semana tendrán puntajes de densidad mineral ósea inicial significativamente más altos que las personas promedio que caminan 8 kilómetros a la semana.