Dalia Patiño González / Puebla, Puebla. 3 de abril de 2017 .- El bostezo es un acto innato e involuntario no solo en el ser humano sino también en distintas especies animales y una de sus funciones estaría relacionada con la termorregulación de las estructuras faciales y del cerebro.
Así lo determinaron las pruebas realizadas en ratas blancas de alto bostezo que se desarrollaron en el Laboratorio de Neurofisiología de la Conducta y Control Motor del Instituto de Fisiología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), a cargo del doctor José Ramón Eguibar Cuenca.
Para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Eguibar Cuenca, miembro de la Academia Nacional de Medicina de México y nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), explica que en el Laboratorio de Neurofisiología de la Conducta y Control Motor se dedican al estudio y desarrollo de modelos animales correlacionados con enfermedades humanas.
Entre las líneas de investigación que desarrollan, están la conducta maternal en la rata, su conducta sexual, mecanismo de aseo, el bostezo, el sueño y sus reflejos espinales, entre otros trabajos.
Para llevar a cabo sus investigaciones, el Laboratorio de Neurofisiología cuenta, entre otras, con ratas albinas de alto y bajo bostezo de la cepa Sprague-Dawley. Las de alto bostezo en promedio bostezan 20 veces por hora, mientras que las de bajo bostezo tan solo dos veces por hora.
Estos grupos de ratas fueron obtenidos a partir de un macho con una alta frecuencia de bostezo espontáneo; con ese ejemplar se realizó un entrecruzamiento consanguíneo para fijar el carácter genético, recurriendo para mayor éxito al retrocruce (apareamiento entre el macho y sus hijas), lo que permitió reproducir las ratas de alto bostezo desde 1982 a la fecha, más de 90 generaciones.
La hipótesis Gallup
En 2010, el doctor Olivier Walusinski organizó la primera conferencia del bostezo (First International Conference on Yawning). El doctor Eguibar Cuenca, que ya tenía estudios previos sobre el bostezo, asociado a estados de ansiedad y estrés, conoció en este congreso la propuesta del doctor Andrew Gallup, de la Universidad de Nueva York.
La hipótesis del doctor Gallup plantea que al hacer una inspiración de aire fresco al momento de bostezar permitirá refrescar la sangre que va hacia el cerebro y, por lo tanto, lo enfría.
Al contar con las ratas de alto bostezo, el doctor Eguibar Cuenca propuso realizar mediciones de la temperatura de la córnea y la concha de la oreja en este tipo de ratas a través de una cámara termográfica y así comprobar de manera más certera la teoría del doctor Gallup.
Pruebas en laboratorio
“Capturamos la imagen termográfica durante el bostezo usando las ratas de alto bostezo, tomando la temperatura de la córnea y de la concha de la oreja. Esto permitió determinar los valores mínimos, el promedio y el máximo en ocho animales. Se obtuvo que cuando la rata abre la boca para bostezar, que es cuando entra el aire fresco del medioambiente, la temperatura disminuye de 36.3 a 36.1 grados. Diez segundos después desciende aún más hasta llegar a 35.8 grados, cinco décimas de grado Celsius. Y tan solo 20 segundos después del bostezo la temperatura facial regresó a 36.3 grados”.
La córnea y la concha de la oreja, explica el doctor Eguibar Cuenca, fueron las estructuras elegidas para hacer estas mediciones porque no tienen pelo y este sirve generalmente como un disipador de calor, además de que eran zonas accesibles por la posición lateral en la que se tenían que colocar las ratas para realizar las pruebas.
“Registramos más de 100 bostezos que cumplieron con las características adecuadas de posición (tenían que permanecer laterales para tomar la imagen) y con esto se pudo comprobar que con el bostezo se desciende la temperatura de las estructuras faciales. La hipótesis formulada por Gallup hace doce años, y que no había sido comprobada por nadie, se demuestra con nuestros experimentos”, indicó el doctor Eguibar Cuenca.
Los trabajos generados de esta investigación permitieron la publicación, en la edición de enero de 2017 de la revista BMC Neuroscience, del artículo titulado "Yawning reduces facial temperature in the high-yawning subline of Sprague-Dawley rats".
Pruebas en humanos
El siguiente paso en la investigación, posterior a la publicación del estudio, son las pruebas en seres humanos. Para esto, el doctor Eguibar Cuenca mantiene una colaboración con los doctores María del Carmen Cortés, del Instituto de Fisiología, y Amando Bautista, de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT).
En esta segunda fase, se analizarán los registros de temperatura, además de la frecuencia del bostezo en un grupo de estudiantes mujeres. La predicción que espera comprobar el doctor Eguibar Cuenca es que durante la fase de ovulación, cuando aumenta la temperatura en la mujer, exista un mayor registro en la frecuencia del bostezo como un mecanismo para enfriar el cerebro.
“Elaboramos esta hipótesis a partir de la evidencia de que en las mujeres por los cambios de temperatura que experimentan en el ciclo menstrual se tiene una condición única para evaluar el bostezo y los cambios de temperatura facial, ya que cuando ovulan su temperatura aumenta aproximadamente un grado Celsius. La idea es estudiar a este grupo de alumnas utilizando un cuarto termorregulado", explicó.
Para esta fase, aclaró Eguibar Cuenca, será necesario tomar muestras salivales y medir sus niveles hormonales, recabar información sobre la última fecha de menstruación para conocer en qué etapa del ciclo menstrual se encuentran, registrar su frecuencia de bostezo y las imágenes termográficas. Con esta información, el equipo de investigadores establecerá una correlación directa entre la temperatura corporal, medida a través de termografía, niveles hormonales y la frecuencia de bostezo.
En la prueba con las mujeres, el doctor Eguibar Cuenca explica que la medición de temperatura con el equipo termográfico se realizaría de igual forma en la córnea, un área más expuesta, además de que es un disipador muy eficiente de calor. También se contempla medir la concha de la oreja, pero lo fundamental es que la cámara estará enfocada en el rostro completo de quien participe como muestra en el experimento, lo que permitirá establecer otras mediciones.
“Estas pruebas aportarán evidencia experimental de que el bostezo sirve, entre otras cosas, para termorregular la temperatura de la cabeza”, añadió el doctor Eguibar Cuenca, quien además es director general de Investigación en la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la BUAP.
(Agencia Informativa Conacyt)