Ciudad de México.- Con la intención de tener en el mercado mexicano un producto que beneficie al sector agrícola del país, científicos mexicanos desarrollaron y patentaron oficialmente en 2016 el biofungicida llamado Fungifree AB®, que permite el control de antracnosis en huertos de mango.
Los especialistas involucrados en el desarrollo tecnológico de este producto son los doctores Enrique Galindo Fentanes y Leobardo Serrano Carreón, investigadores del Instituto de Biotecnología (IBt) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Cuernavaca.
En este sentido, se creó una empresa spin-off del IBt que se encarga de llevar al mercado el producto.
Patente internacional
El biofungicida se creó a partir de una bacteria aislada de follaje de mango que puede ser usada para sustituir los productos de síntesis química que se utilizan en la agricultura sin los problemas de toxicidad.
Se trata de una tecnología de la UNAM y del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) Culiacán que ha sido licenciada a una empresa spin-off que está produciendo y comercializando el biofungicida en México desde hace cuatro años.
“Inicialmente el CIAD dio origen a esta investigación como un proyecto de ciencia básica que consistía en seleccionar microorganismos con potencial para el biocontrol in vitro de Colletotrichum gloeosporioides”, declaró el doctor Leobardo Serrano.
Posterior a estos eventos, el IBt se integró al proyecto, lo que permitió el enriquecimiento multidisciplinario, pues también tuvieron contacto con los exportadores de mango del país y así lograron desarrollar un producto biológico digno de competir directa y favorablemente con pesticidas químicos para el control de la antracnosis.
“La patente en la que estoy involucrado junto con el doctor Leobardo Serrano es extensión de una patente mexicana que nos otorgaron en Brasil y que describe el proceso para producir un biofungicida”, explicó el doctor Enrique Galindo.
De acuerdo con Leobardo Serrano, la patente protege la tecnología de producción y de uso de una formulación a base de una bacteria Bacillus subtilis, un microorganismo antagonista de hongos fitopatógenos; esto quiere decir que causa enfermedades en algunas plantas de importancia comercial y esta bacteria, que es el principio activo de este biofungicida, puede apoyar y estimular el rápido crecimiento de la planta.
Beneficio a más cultivos
Fungifree AB® tiene toda una serie de mecanismos que le permite atacar principalmente las plagas y también estimula la defensa y crecimiento de la planta.
“Hemos encontrado una gran diversidad de aplicaciones contra hongos fitopatógenos y su eficacia es comprobable”, explicaron los especialistas Galindo y Serrano.
Fungifree AB® forma parte de las seis nuevas patentes otorgadas en 2016 al Instituto de Biotecnología, además de la participación de los doctores Enrique Galindo y Leobardo Serrano, se contó con las colaboraciones de Martín Patiño, con apoyo de la entonces estudiante de licenciatura Lizette Trujillo, así como de los investigadores del CIAD Culiacán: José Armando Carrillo, Raúl Allende y Raymundo Saúl García.
Además de tener resultados eficientes en las plantas de mango, el registro abarca veinte diferentes cultivos, “lo que hemos visto es que es capaz de antagonizar este tipo de enfermedad en mango, aguacate y papaya, además es capaz de evitar enfermedades en cítricos”, comentó Leobardo Serrano.
El producto está en el mercado desde 2012 y tiene una demanda aproximada de unas 60 toneladas al año; se busca ampliar el uso para el control de roya en el café, por lo que los investigadores ya se encuentran evaluando las posibilidades y esperan que en un futuro muy cercano esta pueda ser una más de las aplicaciones que tenga el biofungicida.
Las zonas donde más se consume Fungifree AB® son Chiapas y la costa del Pacífico porque hay más afectación por este tipo de enfermedades gracias al clima tropical que se vive.
De forma paralela a este proyecto, se llevó a cabo el desarrollo de una técnica de análisis de imágenes con el objetivo de evaluar el daño que ocasiona la antracnosis en los cultivos de mango, por lo que este desarrollo permite llevar un registro cuantificable de la superficie del fruto que está afectada por la enfermedad.
Según los especialistas, una de las mayores recompensas para cualquier biotecnólogo es poder ver reflejado en un producto o una tecnología los años de estudio que ahora resuelven problemas concretos para la humanidad en términos de agricultura y de salud, “por lo tanto hay mucha satisfacción de que esto funciona porque da ingresos al instituto para seguir trabajando y generar nuevas patentes”.
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