Mérida, Yucatán.- En la esquina de su casa, en ocasiones junto a sus nietos y algunos animales de patio, doña Lucely del Socorro Díaz calienta agua, tortea y cocina una variedad de alimentos en una estufa de leña diseñada especialmente según sus preferencias.
“Don Adriano (su esposo) la construyó y dijo que cuando quiera lo puede replicar. 'Ya vi cómo se hace', me dijo. Durante las tardes venía y como tres o cuatro tardes tardó en hacerlo”, relató en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
El modelo alternativo de estufa de leña es el resultado del proyecto de tesis de maestría de Octavio López Martínez, quien desarrolló esta ecotecnología inspirado en prototipos utilizados en diversas regiones de México y Centroamérica, y orientado a responder a las necesidades y características culturales de la comunidad de Yaxcabá, en el estado de Yucatán.
Bajo la dirección de Heriberto Cuanalo de la Cerda, adscrito al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav IPN), unidad Mérida, el maestrando incorporó en su metodología el enfoque de sistemas y la metodología de Investigación Acción Participativa (IAP), que le permitió que los habitantes de la comunidad integraran a sus actividades las estufas de leña.
Del fogón de tres piedras a la estufa de leña
En México, uno de cada cinco hogares —80 por ciento de ellos rurales— utiliza leña o algún tipo de biomasa para cocinar y calentar la vivienda con fogones abiertos, de acuerdo con un estudio publicado por el Instituto Nacional de Ecología (INE).
Los fogones abiertos están conformados usualmente por tres piedras sobre las que se consume la leña. “Una desventaja es que consume una gran cantidad de combustible y otra es que con toda facilidad el viento levanta la leña y puede generar incendios”, indicó en entrevista Heriberto Cuanalo de la Cerda.
De acuerdo con el investigador adscrito al Cinvestav Mérida, muchas agencias internacionales han creado programas de donación de estufas de leña, pensando primordialmente en la contaminación que los fogones abiertos generan por la gran cantidad de dióxido de carbono (CO2) que emiten hacia la atmósfera, afectando con esto la salud de los usuarios.
“Cuando uno diseña una estufa considerando ciertos factores limitativos nada más, esta no sirve a todo el mundo. Las agencias internacionales generan estufas que a la gente no le sirven en la práctica. Hay unas que seguramente producen pocos gases de (efecto) invernadero, pero a la gente no le interesa porque no le sirve para sus necesidades específicas aquí en Yucatán”, señaló.
Tomando esto en consideración, el investigador y el maestrando trabajaron en el diseño de una estufa de leña adecuada a los requisitos tanto locales como internacionales. “Nosotros vemos no solamente la ventaja de que está hecho con materiales de la región, sino que la propia gente lo puede hacer, lo que fortalece el sistema psicológico y el sistema social de la localidad”.
Innovaciones en la construcción de la estufa de leña
Después de un periodo de reuniones con dos grupos de la comunidad de Yaxcabá, se decidió que el modelo alternativo de estufa de leña cuente con: una cubierta desmontable que pueda ser reemplazada al momento de presentar fracturas o deterioro, varillas dentro de los quemadores para sostener diferentes tamaños de ollas y sartenes y la utilización de ollas y comales como moldes durante la construcción de la cubierta, tanto para evitar pérdidas de calor como la acumulación de humo al interior de las viviendas.
México rural
En nuestro país, uno de cada cinco hogares —80 por ciento de ellos rurales— utiliza leña o algún tipo de biomasa para cocinar y calentar la vivienda con fogones abiertos, de acuerdo con un estudio publicado por el Instituto Nacional de Ecología (INE).
El número de entradas de leña, la altura de la estufa, el número de quemadores y el material de la construcción varió de acuerdo con las necesidades de cada grupo. En la vivienda de doña Lucely, se optó por utilizar dos quemadores, dos accesos de leña, material de construcción de mampostería y situar la estufa a la altura de 50 centímetros para que la persona que cocine pueda estar sentada en un banco pequeño.
“Funciona con una candela normal, pero no se escapa el fuego. Con la chimenea ya no se llena de humo. Se prende la leña y con eso torteo. Tiene dos entradas para la leña. Asentamos la olla, le pongo leña y amanece la comida cocida. No es fuego fuerte, es lento. Si necesito que se cueza rápido, le pongo más leña. Se pueden cocinar varias cosas”, describió doña Lucely.
En la casa de Immer Uicab Cob, prefirieron utilizar tres quemadores, una sola entrada de leña, tierra roja como material de construcción, mientras que la estufa se ubicó a 70 centímetros de altura para permitir cocinar sentado en una silla común.
“Esto nos llevó cinco días. Lo hacíamos en las tardes porque yo trabajo de día. Yo hice el molde con madera. Nos costó un bulto de cemento, un bulto de cal y llevó cinco bolsas de tierra. La mano de obra yo la hice con él (Octavio López). Aquí lo preparamos, un poco de cemento y un poco de tierra, más tierra que cemento y un poco de cal”, describió Immer Uicab.
Investigación Acción Participativa (IAP) y transdisciplina
En palabras de Heriberto Cuanalo de la Cerda, la esencia de la investigación con acción participativa radica en que los expertos trabajan a partir de una serie de principios generales que se adaptan a las condiciones reales en las que realizan sus estudios.
“En esta metodología, el investigador contribuye con la teoría y la gente con la práctica, entonces unes práctica y teoría y uno avanza extremadamente rápido. No hay gente que sepa más que otra, sino que cada quien contribuye con lo que sabe hacer. Eso genera una gran cantidad de sinergias”, describió.
Crear una estufa involucra muchos procesos, desde la selección de materiales de construcción, las proporciones de la cámara de combustión, la salida del humo, hasta el tipo de hornillas a usar. “Si a eso le aumentas las variables de los gustos, necesidades y recursos de la gente y cómo conciben la satisfacción que le debe dar una estufa, se vuelve enormemente grande el número de variables que tienes que considerar”, apuntó.
El modelo que se empleó como parte de la investigación concibió la estufa, el aspecto psicológico del usuario y el aspecto social de la comunidad como entidades interrelacionadas. Para aproximarse a estas, las metodologías aplicadas fueron entrevistas de explicitación (participativas) a las cocineras y grupos focales para las reuniones de trabajo colectivo.
De acuerdo con el investigador, las múltiples relaciones que existen entre las variables son conocidas como interacciones y estas tienen efectos más importantes que la acción de cualquier variable de manera individual. “Para captar esas interacciones uno necesita salirse de su disciplina. No se trabaja en forma disciplinaria sino con base en objetivos”, apuntó.
Cuando se define el objetivo y los elementos que forman parte de este, se escogen las variables que resultan más importantes en términos operativos para los fines que se persiguen. “Eso quiere decir que distingues las disciplinas pero no las separas. Usas gente que sabe de estufas y gente que sabe otras cosas, pero entre los dos interactúan continuamente”, describió.
Conacyt