Al estilo Mathey
· ¿Por quién doblan las campanas?
Gustavo Cadena Mathey
Buen día apreciado lector:
¿Por quién doblan las campanas?, se preguntaba la gente el domingo por la mañana hasta en los rincones de la ciudad. “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti”, escribió Ernest Hemingway en 1940.
En pleno luto por la reciente decisión del Congreso veracruzano de legalizar el aborto -según letrero- que instaló afuera de Catedral y a punto del retiro como Vicario de Cristo, el pasado domingo fue llamado a la eternidad nuestro querido Arzobispo de Xalapa, Don Hipólito Reyes Larios.
Su fallecimiento entristece profundamente a la grey católica v en especial la orizabeña, tan religiosa como la de aquel enorme número que en 1995 –atestiguó este reportero- acompañó y detuvo de improviso al de repente sorprendido tránsito vehicular de las calles de Roma y El Vaticano, para la beatificación del hoy Santo Rafael Guízar y Valencia.
Precisamente ese domingo, durante la misa de cuerpo presente, mientras su atribulado vocero el padre José Manuel Suazo Reyes lo despedía lloroso desde la más alta tribuna clerical xalapeña y evocaba sus virtudes, el reportero recordaba hace 14 años cuando lo saludó personalmente en una comida de aniversario de la Revista Análisis Político, de Melitón Morales, -por estos días en su 43 aniversario- a la que asistió a su domicilio como primer acto de su investidura como Siervo de Dios en la Arquidiócesis.
Recordamos con él los tiempos del Seminario, los buenos deportistas que fuimos, de la facilidad de ganar partidos tan solo conque cada delantero tirara a gol desde fuera del área grande; de una amigable discusión del reportero con Monseñor Obeso en el aeropuerto de Madrid porque en la homilía los “curas” sólo se referían a lo que sucedía “en aquel tiempo” y no a lo que hacían los gobernantes de ahora.
Igual de la petición en vivo de don Sergio al Papa Juan Pablo para beatificar y canonizar a San Rafael Guízar, y del muy atractivo estilo de celebrar la misa de Don Hipólito, de hacer aplaudir a los presentes y saludar al auditorio de Radio Sensación de los Ferráez que le transmitió sus grandes eventos hasta su mismo velorio.
La fatal noticia también despertó en el reportero el recuerdo del fallecimiento de Don Emilio Abascal y Salmerón, séptimo arzobispo de nuestra capital, el 12 de marzo de 1979, sepultado en las catacumbas de Catedral cuyas exequias le tocó cubrir para el “Diario Vespertino”, entonces periódico de la tarde creado por don Rubén Pabello Acosta para informar con más oportunidad a los xalapeños.
Tristes días ´{estos con la desaparición de otro hombre de fé que inspiraba santidad, como también lo fue El Padre Tom, de Texin, que partió a la eternidad el mismo domingo que don Hipólito, por cierto despedido entre aplausos por su congregación. Que en paz descansen.
Tenga paz y armonía en su hogar cuídese y cuide las plantas y el agua.