Duarte, el gobernador incomodo del PRI y la marginación de EPN.
Punto y coma/ Por Yair Ademar Domínguez
La vida pública es un plano inclinado, quien no cae, se resbala.
Para quienes se han dedicado, durante el desempeño de funciones públicas, a enriquecer sus bolsillos, saqueando el presupuesto público con descaro y cinismo, hoy son vistos, por corruptos idénticos, como el inconveniente y penoso integrante de la mafia política.
Durante la última década, se ha despuntado y hemos podido ser testigo de los hechos indignantes a manos de funcionarios públicos diversos: una década marcada por actos de corrupción e impunidad, una gobernanza carente, una falta de justicia, etc… Pero que gracias a los nuevos modelos de comunicación e información, hemos logrado hacer de conocimiento, casi en tiempo real, de lo que durante años, quienes ostentan el poder, habían realizado con placidez.
Javier Duarte, quizá el peor gobernador de la historia en Veracruz, o mejor dicho el peor de los gobernadores que se ha tenido en cualquier Estado de la Republica, quien con cinismo descarado se dedicó a saquear las arcas de Veracruz, desmoronando y empeorando lo que en su partida el “tío Fide” (Fidel Herrera Beltrán) nos dejó como herencia a los Veracruzanos.
Seis años, que ya están por concluir, de un gobernador limitado a no ver más allá de su robusta convexidad, acotado a la discursiva superflua e hipócrita. Un gobernador arraigado en un quimérico espacio, en el que “nada pasa, nada sucede, y todo avanza”…
La decadencia del Revolucionario Institucional en el último proceso electoral, ha llevado a dar un giro de 180 grados en su dirigencia y sus militantes de altura. El habitual discurso político, ha sido intercalado de connotación social y un toque humanístico, con la única intención de reducir la velocidad de su debacle político, que a estas alturas es inevitable.
El barco del partido tricolor se hunde. Los botes y chalecos salvavidas no dan abasto, todos quieren salvarse y saltar antes de que termine de sumergirse en el abismal olvido y rechazo público. El político corrupto se deslinda del ladrón; el ladrón, para no quedarse atrás, del ratero; el ratero del político asesino… Nadie quiere cargar a cuesta, por muy compadres que sean, el costo político de otro idéntico mal gobernante.
Tendrán que pasar años para que el PRI como institución recupere lo que durante años, y con triquiñuelas, había acaparado…
No vayamos lejos, Javier Duarte, con una imagen por los suelos, calificado en aceptación, de acuerdo a casas encuestadoras, por debajo de Enrique Peña Nieto, el peor considerado de la historia. Entrampado con la educación (Universidad Veracruzana), los pensionados, magisterio, periodistas y más… Culpable, en gran parte (sin excusar a los desempeños carentes de otros actores), de los resultados electorales para el PRI en la elección Estatal 2016, y de la imagen deteriorada del priísmo veracruzano.
En los recientes actos presidenciales, Javier Duarte, es la mosca en la sopa. El incómodo de ver y el marginado en las fotos. Recordemos: hace un par de semanas, Javi Du, asistió a la Segunda Sesión Ordinaria del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), en donde a diferencia del trato hacía los demás presentes (Gobernadores de otros Estados), Enrique Peña Nieto apresuró el paso al acercársele al veracruzano y con designio ignoró su presencia, apenas saludándolo.
Sin remedio alguno, a Javier Duarte ni en su partido lo quieren: La dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), le notificó a Javier Duarte de Ochoa, sobre el proceso de expulsión que se le ha iniciado, y Ochoa Reza, el nuevo dirigente nacional, califica a Veracruz como caso bajó análisis.
Sin duda, Duarte, es el pingüino (no frutsi) marginado del cuadro político tricolor, y que ni la mano del Tío Fidel lo salva de esta.