Hora cero
La fractura priista
Luis Alberto Romero
La desbandada priista deja en el peor escenario posible a un partido que en las últimas décadas se ha convertido en ejemplo nacional de corrupción y abuso de poder.
Alejandro Moreno y Rubén Moreira se quedan solos; tienen en sus manos las instancias directivas del partido, pero en realidad tienen únicamente un membrete.
Este lunes, más de tres centenas de militantes, cuadros distinguidos entre quienes se encuentran cuatro senadores, anunciaron la integración del movimiento "Congruencia por México" y renunciaron al PRI.
Miguel Ángel Osorio, ex gobernador de Hidalgo; Eruviel Ávila, ex mandatario del Estado de México; y las senadoras Claudia Ruiz Massieu y Nuvia Mayorga terminaron por dinamitar su relación con la dirigencia nacional del partido. No soportan a Moreno Cárdenas, a quien acusan por romper la unidad del tricolor.
El evento de este lunes tuvo como principal característica el reproche y las acusaciones contra una dirigencia desgastada: a Alito Moreno le señalaron por traicionar al priismo. Ruiz Massieu resumió a la perfección la realidad de un disminuido partido: "nunca el PRI había gobernado tan poco (en alusión a la cadena de derrotas que arrastra el Comité Ejecutivo Nacional) había influido tan poco y se había conformado con tan poco".
Moreno Cárdenas intentó un control de daños a través de un video en redes sociales, dirigido a López Obrador, a quien dice "lo mejor del PRI se quedó en el PRI"; y recuerda el pasado priista tanto del presidente como de tres de los aspirantes de Morena a la sucesión.
Pero la desbandada del lunes pareció un batazo en la nuca del dirigente, a quien señalan por encabezar un comité sectario.
Es, la actual, la peor crisis en la historia del partido; ni siquiera en el año 2000, cuando perdió por primera vez la Presidencia de la República (el triunfo de Vicente Fox y la derrota de Francisco Labastida), el tricolor estuvo tan bajo en las preferencias electorales y tan alto en el nivel de rechazo.
La duda, para el caso de Veracruz, es si otros priistas harán lo propio, dado que el presidente del Comité Directivo Estatal, Marlon Ramírez, enfrenta niveles de rechazo y descrédito muy similares a los de Alejandro Moreno.
El periodo de Ramírez Marín venció a mediados de mayo y el dirigente estatal del partido ahí sigue, pese a que nadie en el priismo parece tomarlo en cuenta, ni lo ve como interlocutor; está lejos de ser un factor de unidad entre los grupos internos, y cerca de provocar una fractura muy parecida a la registrada este lunes en el Altiplano.
De forma reciente, por cierto, el dirigente del partido en la entidad se refirió a las cartas priistas de cara a la sucesión veracruzana; habló de dos mujeres –Anilú Ingram y Lorena Piñón– y cuatro hombres –Pepe Yunes, Cirilo Vázquez, Juan Manuel Diez y Héctor Yunes–, como si la decisión en torno a la candidatura de la alianza opositora pasara por la dirigencia local. @luisromero85