Prosa aprisa
Hay respeto a la prensa, pero falta
Arturo Reyes Isidoro
Por un trascendido de fuentes internas del propio gobierno, pero del que seguramente nadie se haría responsable, se sabe que un grupo de análisis interno ha pasado un informe al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares en el que le documentan que su nula o su mala relación con la prensa le está pegando en su imagen y en la de su gobierno, pero que él no reacciona, “no dice nada”.
Ayer, de entrada en su mensaje posterior a la entrega de su informe, el gobernante reconoció que nuestra sociedad es otra. Él, que vive la realidad diaria de Veracruz en toda su crudeza, creo que es el más autorizado para decirlo.
Agregó otro aserto. Dijo que hoy las audiencias son más críticas y demandan transparencia.
En verdad lo que dijo no es nada novedoso pero en su persona las palabras cobran mayor peso porque tiene la responsabilidad de gobernar Veracruz y es bueno que no viva ajeno a la realidad.
Además, tiene suficientes elementos para hacer una afirmación de que la sociedad es otra si se compara, por ejemplo, la actual con la que había cuando fue Secretario General de Gobierno en los años setenta del siglo pasado cuando la fama pública decía que él era quien realmente gobernaba.
Atribuyó a que la información instantánea hoy día ha contribuido a la construcción de una sociedad mejor preparada, exigente, demandante y siempre presente.
Tocó entonces, el tema de los medios. Presumió que por el cambio con la llegada de su gobierno fue esencial para lograr un importante avance social, “porque dimos un vuelco a la postura del gobierno frente a los medios de comunicación”.
Argumentó: “De los intentos de control de la información pasamos al respeto absoluto a las garantías constitucionales de expresión y difusión de las ideas. Gracias al cambio hoy el gobierno respeta la integridad de los periodistas y no interfiere ni intenta frenar el libre ejercicio del periodismo”.
En realidad el control de la información no se quedó en intentos como dijo. Fue efectivo, a base de dinero, de pagos millonarios, en perjuicio del erario público, en beneficio de unos cuantos y en agravio de los ciudadanos que no tuvieron toda la prensa de calidad que se merecen.
Quiero reconocer que al menos en mi caso, en efecto ha habido respeto del gobierno y hasta ahora nadie ha tratado de interferir en mi trabajo ni ha intentado orientar mi línea editorial. Se ha respetado mi integridad no obstante mi línea de análisis crítico.
Creo que se debe valorar positivamente lo que dijo ayer el gobernador y que se ha cumplido hasta ahora en Veracruz, claro, a menos que algún compañero mío diga otra cosa, pero también debe señalarse que todavía no es todo lo que espera el gremio periodístico, pues sobre todo últimamente son frecuentes los reclamos y reproches del Gobernador molesto porque no le gustan las preguntas de mis compañeros.
El titular del Ejecutivo tiene que entender que los periodistas no son el enemigo de su gobierno, menos del Estado, y que preguntar y cuestionar es parte fundamental de su tarea.
El 25 de enero de 2016, Marty Baron, director de The Washington Post, afirmó que “El periodismo es pedir cuentas al poder, a las instituciones poderosas”.
(Como director de The Boston Globe, cargo que ocupó hasta su nombramiento en el Post el 31 de diciembre de 2012, fue él quien puso en marcha la investigación a los abusos a niños por parte de miembros de la Arquidiócesis de Boston, lo que le valió al Globe un premio Pulitzer y lo que dio origen a la película Spotlight nominada a un Oscar).
En Xalapa una reportera le hizo una pregunta que le molestó y le respondió que “no hay convenios”, una respuesta impropia porque insinuó que lo que le estaban pidiendo era dinero cuando la compañera es una periodista conocida por su seriedad en el trabajo.
El sábado en Coatzacoalcos otra reportera lo cuestionó porque una escuela que entregó y que presumió que había costado 34 millones de pesos no contaba con equipamiento ni laboratorios, como anunciaba. Su respuesta no pudo haber sido más agresiva: “Debería darle pena destacar que los libros están en las cubetas y no que hay una inversión de 34 millones de pesos, entiendo que a eso la mandan, pero debería darle pena”, y señalando en seguida a un grupo de alumnos que corría le espetó de nuevo: “Mire la cara de los jóvenes, pregúnteles, ¿no le da pena?”, rematando con que las buenas noticias “también venden”. ¿Le costaba al gobernador responder que se iba a atender esa falla, que iba a dar instrucciones para que se investigara por qué no se habían atendido los detalles que le señalaban?
Si la sociedad es otra, como reconoció, la prensa también.
El martes, el fundador y primer director del diario El País de España y actualmente presidente del mismo periódico y del grupo PRISA, Juan Luis Cebrián, hizo una afirmación contundente: “Es muy importante entender que el derecho a la libertad de información no pertenece a los dueños de los medios, no pertenece a los periodistas y los colaboradores que hacen los medios; es un derecho de los ciudadanos que otros administran, pero que no pueden usurpar”.
Agregó que “la libertad de información forma parte de los derechos constitucionales de las Constituciones liberales y que, por lo tanto, hay que preservar los derechos de los ciudadanos y evitar que especuladores o aventureros puedan, a través de operaciones económicas, vulnerar esos derechos que tienen los ciudadanos”.
Esto último fue porque ante su renuncia que hizo al cargo que hoy ocupa antes de irse quiere dejar asegurada la autonomía y la independencia de El País.
Cuando el reportero, el periodista pregunta, está atendiendo y garantizando el derecho de los ciudadanos a estar informados, por eso preocupan las reacciones del gobernador cuando insinúa que lo cuestionan por dinero o que los envían con un deliberado propósito.
Es cierto que hasta ahora sus reclamos o reproches han sido sólo verbales, que no se ha tocado a ningún reportero, pero es indudable que cuando se les trata como se viene haciendo, entonces se les pone en riesgo de que otros funcionarios y cualquier persona los quiera agredir, pues ven que quien debiera tenerles el mayor respeto y garantizarles su seguridad por el trabajo que desempeñan los maltrata.
Todavía falta un año por transitar y tengo la plena seguridad que la prensa seguirá haciendo su trabajo profesional y de servicio a la sociedad. Ojalá y para el reportero haya toda la consideración que se merece. Responderles como se ha hecho cuando han preguntado ha sido tratar de interferir en su trabajo y de frenar el libre ejercicio periodístico.
Con empleados llenaron el sillerío ayer
Importaba el contenido de su mensaje, lo que dijera el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares luego de entregar su primer y penúltimo informe de gobierno, pero dado el contraste entre el acto de ayer y el de su toma de posesión el detalle mueve a comentario.
Sin información oficial, se dio la versión de que no habría invitados especiales a la ceremonia del informe, como ocurría con los gobernadores priistas, que sería austera, aunque se sabe que sí hubo algunas invitaciones que no fueron correspondidas.
Ayer, en efecto, no se vio en el acto a representativos del Estado, de ningún tipo, ni siquiera representantes de la Marina y el Ejército y al final terminaron llenando el sillerío con empleados del propio Congreso afines a la bancada panista; o sea, si se colocó determinado número de sillas es que se esperaba determinada asistencia. Estuvieron demás los granaderos y policías que ubicaron a un costado del Congreso, entre las unidades de RTV.
Hace casi un año, el 1 de diciembre de 2016, al mejor (o peor) estilo priista, a la toma de posesión del actual gobernante vinieron invitados especiales de todo el país y del Estado, tantos que se hizo una selección rigurosa sobre quienes tendrían acceso al recinto del pleno. Entonces no se reparó en gastos y ni siquiera se mencionó la palabra austeridad.
En casi un año de ejercicio constitucional, el gobernador, quien debería procurar la unidad que no la uniformidad entre los veracruzanos, por la forma en que gobierna mantiene distancia o se ha confrontado con diversos sectores de la vida pública de Veracruz, entre ellos el de los empresarios, el de los taxistas, el de los periodistas, el de los maestros, el de los familiares de desaparecidos, ha habido críticas de la Iglesia, etcétera.
Quién sabe si ante el temor de que hubiera rechazos a una invitación fue que no se convocó a representativos de la sociedad, pero en la evaluación del primer informe creo que su equipo debería analizar por qué, cómo se perdió buena parte del capital político con el que arribó al gobierno su actual titular, y si hay forma de corregir, de rectificar el camino e intentar recuperar lo que se ha ido, se ha alejado, porque de que va a gravitar en contra del proyecto sucesorio no cabe duda.
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