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Prosa aprisa. La vieja herida, reabierta ayer

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Prosa aprisa

 

La vieja herida, reabierta ayer

 

Arturo Reyes Isidoro

 

“Perdónenme, porque yo los metí en esto”.

 

Esas habrían sido las palabras de Dante Delgado Rannauro cuando se encontró con Gerardo Poo Ulibarri y Porfirio Serrano Amador en el penal de Pacho Viejo, donde los tres habían sido recluidos acusados de los delitos de peculado, abuso de autoridad e incumplimiento o abandono del deber legal.

 

Corría el año 1996. Gobernaba Veracruz Patricio Chirinos Calero y el Secretario de Gobierno era Miguel Ángel Yunes Linares.

 

Dante había entregado el poder el 1 de diciembre de 1992 a Chirinos y había seguido su carrera ascendente primero en el PRI nacional y luego en el gabinete del presidente Ernesto Zedillo, pero cayó en desgracia a partir del 17 de noviembre de 1995 cuando le renunció al cargo de Procurador agrario y chocó con él en desacuerdo por su política para al estado de Chiapas (estaba reciente el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional).

 

Al dimitir, Dante le había propuesto que renunciaran todos los miembros de los gabinetes legal y ampliado para que tuviera la movilidad necesaria con el propósito de “llevar adelante los cambios requeridos”, a fin de enfrentar los “niveles inéditos de complejidad” de la crisis que había evolucionado negativamente para el gobierno.

 

Entonces Zedillo decidió sacarlo del país y le ofreció la embajada en Brasil. Dante lo rechazó y terminó por renunciar al PRI anunciando el 28 de noviembre de 1996 la creación de un nuevo partido político en México, Convergencia por la Democracia (hoy Movimiento Ciudadano), para las elecciones federales de 1997.

 

La respuesta no se hizo esperar. La entonces Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo (Secodam) informó que se encontraba abierta una investigación en su contra, fue inhabilitado por 10 años en el servicio público y el 17 de diciembre de 1996 fue detenido a las afueras de su casa en la Ciudad de México. En el Estado fueron aprehendidos Gerardo Poo y Porfirio Serrano, quienes habían sido sus secretarios de Finanzas y Planeación y Desarrollo Urbano respectivamente.

 

Zedillo castigó por su osadía a Dante, pero no quiso mancharse las manos y pidió a Chirinos que él lo hiciera, quien a su vez dejó el encargo en su eficaz colaborador Yunes Linares, quien operó las detenciones pero estuvo al tanto de la seguridad de Delgado Rannauro adentro del penal e incluso (siempre lo recuerda Alfonso Salces, director de Notiver) le acondicionó un área especial y un día hasta tuvo diferencias con Chirinos porque había ordenado que lo sacaran y lo pusieron junto con los demás reclusos. Dante salió libre con un amparo el 24 de diciembre de 1997.

 

Esta fue la herida, el recuerdo que abrió ayer, cumpliendo sólo con su deber, como buena reportera, profesional, la compañera Beatriz Olivia Pérez, Jefa de Información de XEU Noticias del puerto de Veracruz, cuando le preguntó a Poo Ulibarri si ya habían quedado atrás aquellos hechos, pues acababa de ser testigo de cómo había saludado, civilizadamente (creo que fue la primera vez luego de 20 años), a Yunes Linares e incluso Miguel Ángel le había hecho un guiño verbal al calificarlo no sólo como uno de los mejores presidentes municipales que ha tenido el puerto sino que le expresó su deseo de que pudieran reunirse pronto “para que con su experiencia contribuya a decirnos cómo se paga una deuda de cien mil millones de pesos” (nota de Alejandro Ávila, de alcalorpolitico.com), en clara alusión a la deuda que le heredó Duarte.

 

El recuerdo debe ser traumático para Poo, pero no se justifica su reacción con la reportera, a quien recriminó por haberle preguntado “una tontería”, y actuando como cuando era Secretario de Finanzas y tenía mucho poder le pidió que le dijera su nombre con la advertencia de que “se lo voy a decir a Baltazar Pazos” (el dueño de la radiodifusora). La reacción de Gerardo fue la de aquellos años, cuando el poder no permitía ninguna pregunta que se considerara incómoda y menos una crítica, so riesgo de que el atrevido o la atrevida fueran despedidos de inmediato de su trabajo.

 

Aquellos hechos sucedieron, fueron reales, no fue ningún invento de la  reportera,  y era su obligación buscar una reacción de los protagonistas de un hecho histórico en otro momento histórico y en otra circunstancia, como fue el encuentro de Poo y de Yunes, uno retirado ya de la vida política y el otro en la plenitud del poder. Yo como reportero hubiera actuado igual que Beatriz Olivia y como jefe hubiera exigido a la reportera o al reportero que hicieran lo mismo.

 

Miguel no habla de unidad pero busca la unidad

 

Más allá del recuerdo histórico y del incidente de ayer, llama la atención el comportamiento de Miguel Ángel Yunes Linares como gobernador del Estado.

 

A diferencia de los priistas que hablan de unidad y es lo que menos tienen, él la busca con todos los veracruzanos sin hacer tanta alharaca, sino con hechos.

 

Contra lo que muchos esperaban, ya en el poder y con todo el poder (él sí sabe para qué sirve y cómo ejercerlo), actúa sin titubeos y con determinación en la aplicación de la ley para poner orden, que tanta falta hacía, pero trata con respeto, consideración y hasta amistad a todos los actores políticos y de la vida pública de Veracruz, de todos los partidos, de todas las corrientes ideológicas, de todas las siglas y colores (ya en mi columna del martes, “¿El priista que lleva dentro?”, di más detalles), lo cual, a mi juicio, es bueno para Veracruz, para su rescate y reconstrucción.

 

Su encuentro, saludo y reconocimiento ayer para Gerardo Poo Ulibarri fue un ejemplo. Qué bueno que uno y otro (aunque Poo se haya enojado por la pregunta de la reportera) hayan decidido dejar atrás diferencias políticas y se hayan estrechado la mano en lo que puede ser el inicio de una nueva etapa en la relación personal entre ambos, cuyos hijos, además, incursionan con éxito en la política. Veracruz no necesita más divisiones, que tanto daño le han causado.

 

La tarde-noche del miércoles, durante una prolongada reunión en el Palacio de Gobierno, escuché cómo se expresó del senador José Francisco Yunes Zorrilla cuando su nombre salió a colación, a quien mencionó hasta familiarmente de “Pepe”. O sea, nada de exabruptos, nada de descalificativos.

 

Él en su campo yo en el mío, pero conocidos, compañeros y hasta amigos de juventud, ya como gobernador advierto en él un cambio positivo respecto de cuando fue Secretario de Gobierno, ahora con más madurez, con sosiego, disposición a escuchar, deseos de hacer bien las cosas y, por lo que hace a mi área profesional de trabajo, me congratula el respeto que va teniendo con todos mis compañeros y a su crítica periodística, su reiterado compromiso de que habrá respeto absoluto para todos (aclaró que recién hubo un malentendido de un compañero, quien se dio por aludido por una declaración suya cuando hacía alusión indirecta a otra persona), que lo pueden cuestionar con toda libertad, y su instrucción de plena apertura con los medios que ha dado a sus colaboradores bajo el entendido de que la mejor manera de evitar la desinformación es con información.

 

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