Ruta Cultural
MUJER Y TEATRO, DOS PASIONES. (V)
“Los frutos caídos.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
En el presente año la escritora Luisa Josefina Hernández cumplirá 90 años de vida, fue el motivo por el cual decidí festejar en marzo el día internacional de la mujer, del teatro y la vida de una de las escritoras mexicana más sobresalientes en los últimos años, presentando parte de su dramaturgia, la obra que cierra el presente ciclo literario se titula: “Los frutos caídos.”
De toda la obra escrita de Luisa Josefina Hernández, posiblemente “Los frutos caídos” sea la pieza teatral mayormente conocida de la escritora, fue estrenada en el año 1957 y ha sido incluida en varias antologías de la dramatúrgica mexicana. La obra desarrolla una serie de temas partiendo del realismo y costumbrismo, esta forma narrativa hace que los personajes sean de carne y hueso, es por ello que los comprendemos, juzgamos, los compadecemos y llegamos a identificarnos con ellos, agregando, que las obras de Luisa Josefina van a llevarnos a vivir al mundo de provincia, esto implica convivir con costumbres muy arraigadas y defendidas por esas sociedades, sin más preámbulos vayamos directamente a conocer partes esenciales de la obra compuesta en tres actos.
Los personajes que integran la pieza teatral son: “Dora, Celia, Magdalena, Tía Paloma, Fernando, Francisco.” Todo sucede en un periodo de más o menos 24 horas, Celia es una simpática mujer de 27 años de edad, tiene dos hijos y está casada por segunda vez, se divorció de su primer esposo al poco tiempo de haberse casado y eso provocó un enorme malestar en casi toda su familia, porque la cultura de esas sociedades es que una vez casada la mujer, esta tiene y debe de aguantar todo para salvar a su familia y sobre todo su honra, cuando Celia se divorció su padre enfureció y al poco tiempo murió.
Magdalena y Fernando son esposos, Fernando es hermano del papá de Celia y vive en un pequeño pueblo en las propiedades que Celia heredó de su padre. Fernando es un hombre cincuentón, alcohólico, vividor y desleal, ya que cuando vivía en la capital en casa de su hermano, fue corrido por intentar tener relaciones con la mamá de Celia quien era su cuñada, acto que aun siendo alcohólico es imperdonable e injustificable. Esta pareja no pudo tener hijos y decidieron adoptar a Dora, una joven de 17 años, simpática, perteneciente a una familia muy pobre y en casa de sus padres adoptivos, si bien es la ayunte de los quehaceres de Magdalena, aun así, su nivel de vida es mucho mejor que si viviera con su familia de nacimiento.
Tía Paloma es un personaje de 75 años de edad, es hermana del abuelo paterno de Celia, entre este personaje y Celia existe un gran cariño y una permanente correspondencia. Celia vive en la Capital y además de enviarle cartas, en ellas va incluida una pensión que el padre de Celia le pidió a su hija la entregara de manera permanente a Tía Paloma.
Celia decidió ir al pueblo para vender todas sus propiedades que le administraba Fernando, la decisión era porque hacía ya diez años que las huertas no rendían frutos, sabía que Fernando gastaba su dinero y nunca le había gustado trabajar, y, por si fuera poco, Tía Paloma era muy maltratada en esa casa. Cuando Celia llegó fue al inicio muy bien recibida, pero luego, luego, empezó a sentir las críticas de esas sociedades prejuiciadas, cerradas, inmediatamente le preguntaron por su segundo esposo, que si ella lo mantenía, porque una mujer divorciada y con un hijo le era casi imposible encontrar un nuevo marido que la amara de forma limpia, desinteresada, etc.
“Fernando. – Pero ahora, a pesar de las obligaciones y de los dos hijos, eres feliz. Celia. –Yo no lamento tenerlos. Es maravilloso llegar a mi casa y saber que están allí. Fernando. – ¿Qué clase de persona es tu marido? Celia. – Es un hombre inteligente, interesado en su profesión… creo que dentro de algunos años hará algo importante. Fernando. – ¿Qué profesión tiene? Celia. – Se dedica a la literatura, da clases, quiere ser filólogo. Fernando. – Eso no da dinero. Celia. –Cuando se estudia en algo, no se piensa en eso. Fernando. – Pensando en ti, también he imaginado que tendrás otro problema. El de tu hijo mayor. Es difícil que se entienda con tu segundo esposo; mientras más tiempo pase, más difícil será. Celia. – Él sabe tratar a los niños, mi hijo lo adora.”
Después de actualizarse y recibir comentarios familiares tendientes a juzgarla por su vida, Celia les dijo el motivo central de su visita, Tía Paloma no tenía ningún inconveniente porque Celia siempre la había querido y protegido. Fernando y Magdalena pusieron el grito en el cielo, Fernando se arregló y fue al banco para posteriormente irse a emborrachar, de pronto en este ambiente de irritación familiar alguien tocó la puerta y Dora fue a abrir, apareció un joven guapo y atractivo de 22 años llamado Francisco Marín, el joven preguntó por Celia y esta no quiso recibirlo, en esa misma tarde de su llegada Celia se fue al cine con su Tía Paloma.
Celia regresó feliz del cine, estaba en la sala fumando y sin sentirlo Francisco se hallaba al lado de ella, platicaron y resultó que el joven vivía en la capital y era compañero de Celia en la oficina de trabajo, Francisco se encontraba enamorado de Celia, todo indica que ella también de él, o por lo menos ella con su trato, cortesías, compañía, había dado pie a que el joven se enamorara. La realidad es que Celia había viajado al pueblo huyendo unos días de Francisco, por una parte, aceptaba que él la hacía sentir feliz, con nuevas esperanzas, ilusiones, y por otra parte no sabía qué hacer con su matrimonio carente de pasión y de interés, o sólo con el interés material del esposo.
Mientras el conflicto existencial de amar o no amar de Celia crecía, Magdalena fue golpeada por el alcohólico de Fernando, Celia conversando con Magdalena sobre su relación insoportable con su esposo, le preguntaba por qué lo aguantaba y no se había divorciado:
“Magdalena. –Porque me dio vergüenza; cuando una mujer deja a su marido en los primeros tiempos de su matrimonio, la gente siempre dice que tiene la culpa ella. Celia. – Es cierto ¿Y después? Magdalena. –Después no pude, porque pensé que si lo dejaba no me quedaría nada. Bueno o malo, lo que tenía era lo mío, lo que yo había escogido. Hay momentos en que se da una cuenta de que la vida que lleva es su vida. La que uno escogió y que no puede negarse porque es como decir: Magdalena, tú ya no vives. Celia. –¿Crees que hay quien elija su vida? Magdalena. – Supongo que sí. Yo decidí casarme con Fernando, y una vez hecho… Celia. –Se acabó todo. No queda ninguna esperanza. Magdalena. – Las que son como tú… Celia. –Somos iguales a las que son como tú. Solo que hay árboles que sueltan el fruto a la primera sacudida, y otros que necesitan dos.”
Elegir a Francisco o quedarse con su matrimonio sin amor, sin pasión, es el dilema que tendrá que resolver Celia, y en parte es el dilema que día a día tenemos que resolver todos nosotros en muchos aspectos de nuestras convencionales vidas, ser o no ser, es el eterno conflicto dramatúrgico que Luisa Josefina Hernández nos presenta en esta magnífica obra de teatro. Se cierra el telón.
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