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Ruta Cultural. La figura del Padre en la Literatura clásica griega (IV)

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Ruta Cultural

La figura del Padre en la Literatura clásica griega (IV)

“Edipo en Colono.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
En su larga vida Sófocles escribió más de cien tragedias, de manera completa sólo nos llegaron siete, estas obras teatrales están divididas en tres ejes temáticos los cuales son: “Temas Troyanos” integrados por las tragedias: “Ayax, Filoctetes y Electra.” “Temas De Heracles” que incluye la obra: “Traquinias” y “Temas Tebanos”, donde nos encontramos con: “Edipo Rey, Edipo en Colono, Antígona.” En estas clásicas obras Sófocles se consagra como uno de los padres del teatro clásico griego, en las siete piezas a través de sus grandes personajes ya sean históricos o ficticios, describe caracteres, destinos, principios, valores, reflexiones morales, la relación permanente del hombre con las deidades, en síntesis, las obras representan un gran mosaico temático donde el tema del honor y la dignidad poseen gran relevancia.
Sófocles tenia aproximadamente noventa años de edad al momento que escribió su última tragedia titulada: “Edipo en Colono”. En esta magistral obra conocemos el final de este trágico personaje, por supuesto que la obra continua la historia narrada en: “Edipo Rey”. Lo anterior implica que una vez suicidada Yocasta y Edipo ciego, en plena desgracia fue desterrado de la ciudad de Tebas donde era Rey, hasta allí conocemos de Edipo, no obstante, cuando acudimos a “Edipo en Colono” nos percatamos que Edipo siguió sufriendo en su infortunado destino, vivió errante, fue pordiosero, y estando en la parte final de su vida llegó pidiendo asilo a la ciudad de Colono, muy cerca de Atenas, Grecia.
Después de las desgracias inmerecidas que sufrió Edipo, su único respaldo y baluarte que lo acompañó hasta el final de sus días fueron sus dos hijas llamadas Ismene y Antígona, nunca lo abandonaron, lo amaron, protegieron, sabían que su padre no era culpable de haber asesinado a su propio padre, y menos culpa tenia de haberse casado con su propia madre Yocasta, y tener a ellas como hijas que al mismo tiempo eran sus hermanas, por ello Antígona decidió acompañar a su padre en la desgracia, vivir en plena miseria, peligros, era su padre, lo amaba y cuidaba.
Estando Edipo en Colono aparece un personaje clásico de la mitología griega, me refiero al famoso Rey Teseo, hijo del Rey Egeo, el mismo que libró de las garras a su pueblo del famoso Minotauro. Teseo recibió a Edipo de manera muy generosa, le dio hospedaje y ofreció absoluta protección, sabía que Edipo era víctima del castigo impuesto por los dioses contra su pueblo, e incluso Teseo conocía que Edipo hizo todo lo posible por evitar los presagios del fatuo destino, pero una vez decretado por los dioses este es inmodificable humanamente, el ejemplo más puntual lo representaba en ese momento el propio Teseo, quien gracias a la voluntad de los dioses era un rey amado, querido, venerado, todo un héroe pese a su muy difícil pasado.

Al momento que Edipo es desterrado de Tebas, quien ocupó el trono fue su cuñado Creón, al paso de los años a Creón lo desconocieron los hijos de Edipo llamados Polinice y Eteocles, estos hijos ingratos de Edipo se estaban disputando el reinado de Tebas:
“Oye ya a lo que vengo: vengo a darte cuenta de los males que cercan y hostigan a tus dos hijos. Al principio disputaban acerca de dejar a Creón el trono y, al final, se pusieron de acuerdo. Tenía que ser así. ¿Para qué seguir contaminando la ciudad con la mácula que pesa sobre nuestro linaje? Ahora ya no. Un Dios maligno los ha empujado. Una torva ambición los avasalla. Locos están y ávidos de mando. Y están hoy en disputa de subir al trono y tener el dominio real.
El más joven por cierto Polinice. Menos derecho tiene. Y, sin embargo, ha desterrado a su hermano, le ha arrebatado furiosamente el mando. Pero el otro, Eteocles, no se ha quedado ocioso. Cuenta la fama popular que se fue a refugiar a Argos. Que allí se ha desposado con una extranjera y va adquiriendo aliados extraños y anuncia orgulloso que Argos va a ir a dominar Tebas, o alcanza al menos el mayor de los triunfos. Un triunfo que lo eleva hasta los cielos.
Y no es puro cuento, padre mío. Acción es y terrible… Y medito y me digo: “¿Cuándo acabarán los dioses por compadecerse de tus desgracias?”
A partir de este conflicto empieza la nueva tragedia de Edipo consistente en ver a sus hijos disputarse el poder, ser perseguido por su cuñado Creón al extremo que éste les rapta a sus amadas hijas. Polinice busca a su padre por interés, ya que cuando más necesitó Edipo el apoyo de sus hijos los dos lo abandonaron y lo culparon por las desgracias de sus vidas, es importante remarcar que en esta etapa de su vida Edipo está consciente que él es un hombre honesto, honrado, que sus acciones pasadas fueron impuestas por los dioses, por lo tanto, aquí ya tenemos una gran revelación de Sófocles y una posición clave en la historia de la evolución del hombre en cuanto a su postura y pensamiento ante la vida, es decir, Sófocles busca liberar al hombre de sus atavismos, lo hace rebelarse y enfrentarse contra los dictados de los dioses, en el prólogo de esta obra teatral el Maestro Ángel. M. Garibay, sobre el punto mencionado escribió:
“Sófocles hace resaltar el valor de la persona humana, otorga el equilibrio entre la sumisión a las normas tradicionales y políticas y de la dignidad del hombre, que puede oponerse a ellas, cuando le son nocivas y van contra principios más altos que atisba en su interior, es para mí el mejor de los dones de Sófocles en su obra trágica.”
El rey Teseo intervino en favor de Edipo y logró rescatar a Ismene y Antígona de las manos del cruel tío Creón, los hijos de Edipo tendrán un fatídico final, Edipo en plena adultez realiza una serie de reflexiones sobre la vida, donde claramente nos muestra un planteamiento pesimista y absurdo sobre el sentido de la vida, pero en el fondo realista:
“¡A todo bien supera el no haber nacido! ¡Pero, si ya ha nacido, el bien más rico es regresar de prisa por la misma senda por donde uno vino! ¡Pasa la dulce juventud y pasa la locura luminosa, y al hombre, ¿Qué le queda? Pena tras pena, un dolor en pos de otro. Los males que acumula: ¡muertes, contiendas, luchas, combates, envidia…! ¡Y como don final, la vejez fría, horrible, ya sin bríos, sin poder, sin amigos: mar a que fluyen en concierto todos los infortunios!”
Al final, a pesar de su posición trágica y pesimista de la vida, cuando Edipo se reencuentra con sus amadas hijas, les dice las siguientes palabras: “Tengo ya conmigo lo que más amo. Aun muerto, si estáis a mi lado, me sentiría feliz. Venid, venid, apretadme con vuestros brazos. Una a un lado y la otra al otro. Sois frutos de mi vida. Me hacéis olvidar toda pena. ¿Qué importa una vida errante, una vida de mendigo solitario y doliente, si estáis conmigo?”


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