Ruta Cultural
Mi vocación latinoamericana (III)
“Tiempos recios.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Mario Vargas Llosa siempre se ha distinguido por ser un escritor polémico, controvertido, una declaración suya provoca todo tipo de reacciones, en los últimos meses sus señalamientos sobre la política mexicana ha dividido las opiniones, no obstante, lo que resulta indudable es que cuando acudimos a Vargas Llosa el literato, nos encontramos ante un autor referente de la literatura latinoamericana, varias de sus novelas son obras de culto, ejemplos: “La ciudad y los perros, La casa verde, La guerra del fin del mundo, Conversación en la catedral”, sólo por nombrar unas cuantas obras cumbres del escritor peruano-español, y en esta ocasión comentaré sobre su reciente novela titulada: “Tiempos recios”.
Vargas Llosa tiene varias novelas históricas que, si bien parte de hechos reales, a través de la ficción e imaginación nos va contado la historia desde una visión crítica, analítica, y particularmente utilizando simbolismos que hacen su narrativa cautivante, porque además de conocer hechos relevantes que se pueden ubicar y comprobar fácilmente, la creatividad con la que narra la historia y crea personajes ficticios que conviven con los reales, le da la oportunidad de simbólicamente desnudar una dictadura, un golpe de estado, una intervención política-militar, todo ello según sea el hecho histórico que está novelando, y para ejemplificar lo antes afirmado vayamos a la historia de: “Tiempos recios”.
En esta novela nos vamos a situar en la República de Guatemala allá por los años cincuenta. Guatemala como casi toda nación latinoamericana del siglo XX, vivía bajo una dictadura, en este caso bajo el yugo de Jorge Ubico Castañeda quien llevaba trece años en el poder, después de luchas y resistencias, en 1945 Juan José Arévalo fue electo Presidente, legitimado en el poder realizó varias reformas políticas, administrativas, agrarias, para tratar de ir poco a poco combatiendo la enorme desigualdad social, hasta donde se puede percibir, claro está, desde la visión de Vargas Llosa, Juan José Arévalo era un liberal, y estaba convencido en democratizar y tratar de sacar de la pobreza a esta nación.
Toda reforma provoca daños e inconformidades a ciertos sectores de la sociedad, y una de las compañías que se incomodaron fuertemente por las reformas emprendidas por el Presidente Arévalo, fue la compañía norteamericana United Fruit, esta poderosa empresa no pagaba impuestos y tenía sucursales en muchos países latinoamericanos, Colombia es uno de ellos, por eso esta empresa también aparece en “Cien años de Soledad” de Gabriel García Márquez.
Inconformes con las decisiones del Presidente Arévalo, la empresa mediante un personaje llamado Edward L. Bernays, empezará a diseñar una estrategia de publicidad, rumores, y todo tipo de argucias, para que en Estados Unidos se venda y compre la idea que el Presidente Juan José Arévalo es comunista y en pleno proceso de guerra fría quiere implantar el comunismo en Guatemala. A partir de aquí inicia la larga, intrigante e interesante historia de la novela, aparecen poco a poco personajes importantes, pero en particular conoceremos a un personaje central en la historia, una mujer emblemática llamada Marta Borrero, conocida como Miss Guatemala.
Martita pertenecía a una familia de abolengo, su padre Don Arturo Borrero Lamas era un reconocido abogado, amaba a su hija y constantemente en su casa tenia tertulias, invitaba a los amigos, y en este ambiente de convivencia Miss Guatemala quedó embarazada a los quince años de edad por el medico Efrén García Ardiles amigo íntimo de Arturo Borrero. El escandalo se supo en toda la alta sociedad guatemalteca, a Martita la casaron con el doctor y fue desconocida para siempre por su padre.
Mientras esto pasaba en la vida de Martita, Guatemala vivía fuertes transformaciones, después del gobierno democrático y reformador de Juan José Arévalo, llegó al poder Jacobo Árbenz. Estados Unidos de manera seria ya planeaba intervenir en Guatemala con el pretexto de que Árbenz era comunista y estaba del lado ruso, iniciaron las estrategias para dar un golpe de estado y derrocar del poder a Árbenz y así salvar a Guatemala de la peste comunista. La estrategia fue emprendida por Estados Unidos, pero también respaldada por Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien era el cruel dictador de Republica Dominicana, Honduras se prestó a esta intervención perversa, así como la tiránica familia Somoza de Nicaragua, y al final, en 1954 Jacobo Árbenz fue derrocado del poder, encabezando el golpe de estado Carlos Castillo Armas, quien pasaría a dirigir los destinos de la nación guatemalteca.
Con el golpe de estado perpetuado se eliminaba por completo el intento de democratización de esta nación e iniciaba otro largo proceso de descomposición social, incertidumbre, muertes, pero hasta aquí podrían preguntarse: ¿Qué tiene que ver Miss Guatemala en toda esta historia? Les platico que cuando Carlos Castillo Armas llega al poder, Martita se convertirá en su amante, y no sólo eso, Miss Guatemala tendrá bastante influencia en las decisiones gubernamentales y actitudes del entonces Presidente, ahora bien, una vez logrado el propósito de la CIA y sus aliados de acabar con la democratización de Guatemala, todos los aliados se incomodaron por la forma en que se conducía Carlos Castillo Armas, y el siguiente paso será intentar asesinarlo para que llegue al poder un personaje más controlable, Leónidas Trujillo apostaba por su amigo Miguel Ydigoras Fuentes, por lo tanto, el siguiente plan hay que ejecutarlo y para lograrlo consideran que un personaje importante y cercano al Presidente es Martita Borrero, la guapa amante de Carlos Castillo Armas.
La historia completa es fascinante, mientras todos estos hechos sucedían en Guatemala, Fidel Castro, Camilo Cienfuegos, el Che Guevara, y otros, se encontraban en plena lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba. Mario Vargas Llosa cree que esta intervención injusta y baja de Estados Unidos, evidenció su oportunismo y particularmente la forma imperialista de conducirse, y lo único que ocasionó fue que cuando la revolución cubana triunfó, los Castros no tuvieron otra alternativa más que radicalizarse, porque si no lo hacían así, tarde o temprano los Estados Unidos por presión e interés de sus empresarios y capital, intentarían recuperar el monopolio de los hoteles e intereses que tenían en la Habana, de hecho lo intentaron con la fracasada intervención de Bahía de Cochinos, pero la historia nos enseñó que Fidel Castro no fue tan ingenuo como si lo fue Carlos Castillo Armas. Vargas Llosa en la parte final del libro concluye reflexionando lo siguiente:
“Otra hubiera podido ser la historia de Cuba si Estados Unidos aceptaba la modernización y democratización de Guatemala que intentaron Arévalo y Árbenz. Esta democratización y modernización era lo que decía querer Fidel Castro para la sociedad cubana cuando el asalto al cuartel Moncada del 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba. Estaba lejos entonces de los extremos colectivistas y dictatoriales que petrificarían a Cuba hasta ahora en una dictadura anacrónica y soldada contra todo asomo de libertad. De la experiencia de Guatemala saldría la idea de que era indispensable para la Cuba revolucionaria alisarse a la Unión Soviética y asumir el comunismo, si la isla quería blindarse contra las presiones, boicots y posibles agresiones de Estados Unidos. Testimonio de ello es su discurso: La historia me absolverá, leído ante el tribunal que lo juzgó por aquella intentona.”
Finalmente, los años han pasado y los tiempos recios, difíciles, antidemocráticos, no se han ido, seguimos viviendo: “A la sombra de la dictadura” y la historia a nadie ha absuelto.
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