BRASIL, JUEGOS OLÍMPICOS Y LITERATURA (I).
“João Guimarães Rosa.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
En el presente mes de agosto la nación de Brasil será el centro de atracción mundial debido a la celebración de los juegos olímpicos. Aprovechando este contexto, los cuatro artículos del mes serán dedicados a conocer parte importante de la literatura brasileña, y el libro que inicia este ciclo literario se titula: Gran Sertón: Veredas, del escritor João Guimarães Rosa.
En el país de Brasil la lengua oficial es la portuguesa, considero que eso ha sido un factor fundamental para que su literatura sea menos conocida en nuestro continente, sin embargo, Brasil a lo largo de su historia ha tenido y tiene grandes escritores que han producido obras literarias monumentales, el ejemplo es: Gran Sertón: Veredas, obra que es considerada como parte integrante de las novelas del Boom Latinoamericano.
Metafóricamente la novela es tan grande como el propio Brasil, leerla es un verdadero reto a la paciencia, al esfuerzo, a la investigación de datos, personajes, porque, además, si bien en Brasil se habla el portugués, esta lengua va variando conforme a sus regiones, y por si fuera poco, Gran Sertón: Veredas, está escrita con regionalismos, costumbrismos, para ser sincero su lectura es muy complicada y sufrida, pero entre más lees y cuando se concluye la lectura, realmente queda uno impresionado y fácilmente se comprende porque Carlos Fuentes y otros grandes escritores, incluyeron a esta obra como parte integrante del Boom.
En la novela nos encontraremos con dos palabras claves, por una parte Sertón, que en el Brasil son grandes extensiones territoriales, desérticas, abandonadas, incivilizadas, y por otra parte la palabra Yagunzo, que se utiliza para definir a un grupo de personas que vivían en el Sertón. Ahora bien, en esta parte de la explicación surge la pregunta: ¿Cómo es que los Yagunzos llegaron a habitar estas tierras casi inhabitables?
En las investigaciones realizadas sobre el origen de los Yagunzos, me encontré que originalmente fueron personas que vivían en la ciudad, cometieron algún delito y cuando fueron sentenciados la pena consistía en mandarlos desterrados al Sertón. Con el paso de los años este grupo de personas conformaron bandas de delincuentes y cuando el Gobierno quiso actuar ya era tarde, porque existían grandes bandas que se dedicaban a robar, asesinar, violar e incluso entre las mismas bandas de los Yagunzos se asesinaban ya sea por odio, rivalidad, rencor, etc. en este contexto el Gobierno mandó al ejército para acabar con los Yagunzos y se vivió en el Brasil otra matanza como tantas que se han realizado en nuestro continente.
Todo lo antes narrado servirá para poder entrar de lleno a la novela: Gran Sertón: Veredas, y es que si bien estamos ante una novela total donde se desarrollan gran cantidad de temas, es indudable que el motivo central es narrar noveladamente el hecho histórico antes comentado. El personaje central se llama Riobaldo, sobre él girarán todos los demás protagonistas los cuales en algún momento logran adquirir una relevancia similar a la de Riobaldo, con la gran diferencia que toda la novela es un monologo de Riobaldo, para ser concreto el personaje nos contará su vida a través del recurso de la memoria, mediante recuerdos conoceremos un sinfín de historias y anécdotas vividas en el gran Sertón.
Son muchas las historias contadas, en ellas conoceremos cómo era la vida en el Sertón, Riobaldo nos describirá geográficamente el Brasil inmenso y poco habitado, las costumbres, el modus vivendi de los Yagunzos, la forma de expresarse, sin dejar de puntualizar que estamos ante una novela filosófica, que si bien es regional por el lugar donde suceden los hechos, al mismo tiempo es universal por la temática desarrollada sobre el bien, el mal, Dios, el diablo, el amor, la violencia, el machismo, la prostitución y ningún derecho de la mujer, ciertos planteamientos sobre la homosexualidad, en general es una verdadera obra maestra.
Lo que Riobaldo nos cuenta son historias dentro de una sola historia, no obstante, hay una historia interesante que desde la experiencia personal de la lectura empecé a presentir el final desde la página ochenta y mi presentimiento tristemente fue real, todo lo contado siempre estará rodeado de guerras. Joca Ramiro era el jefe de la banda de los Yagunzos, Zé Bebelo es el jefe del ejército enviado por el Gobierno para matar a toda la banda, los Yagunzos lograron vencer al ejército y detuvieron a Zé Bebelo, bajo sus normas y costumbres realizaron un juicio contra Zé Bebelo y la resolución final fue perdonarle la vida, esta decisión no fue unánime, Hermógenes (quien es un personaje histórico real) estuvo en contra de la decisión y a traición asesinó a Joca Ramiro.
Con el asesinato a traición cometido por Hermógenes y Ricardón, surgió una guerra que se desarrollará en toda la novela, Zé Bebelo regresó y se integró al grupo de los Yagunzos para vengar la muerte de Joca Ramiro, hasta esta parte de la historia tenemos tres grupos y posiciones definidas. Zé Bebelo y toda su gente incluyendo a Riobaldo estaban unidos para matar a toda la banda de Hermógenes, sin olvidar que el ejército está en la guerra con el objetivo de acabar con todos los Yagunzos.
Riobaldo no es Yagunzo de origen, pero era un hombre importante en la banda, junto a él siempre estuvo Diadorin quien además era hijo de Joca Ramiro, en toda la historia claramente se percibe que Riobaldo está enamorado de Diadorín, las características físicas de Diadorin son muy bellas, los dos son grandes amigos y guerreros. Riobaldo en la historia tendrá varias vivencias intimas con mujeres, Diadorin normalmente actúa con misterios y le provocan celos las aventuras de Riobaldo, el final de esta historia es trágica, pero al mismo tiempo hermosa, confesándole que siempre imaginé y atiné la verdadera personalidad de Diadorín.
Finalmente, conocer y adentrarse en la literatura brasileña es todo un verdadero disfrute, pero particularmente leer y comprender la novela: Gran Sertón: Veredas, es un verdadero reto y quien logre llegar al final de la lectura, merecerá por puro merito colgarse una mellada olímpica, no importa que no sea de oro, la experiencia de la lectura en sí lo vale.
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