Ruta Cultural
CENTENARIO DE JUAN RULFO. (III)
“Pedro Páramo.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Con el presente artículo se concluye el mes dedicado a festejar el centenario del nacimiento del extraordinario escritor Juan Rulfo, quien con sólo dos obras escritas se inmortalizó como uno de los escritores más trascendentales en la historia de la literatura latinoamericana y de enorme influencia en las letras universales. Juan Rulfo en el año 1955 escribió “Pedro Páramo” y en ese mismo año la novela fue publicada, sobre este magistral relato existen anécdotas fantásticas, una de las más conocidas es cuando el escritor Álvaro Mutis, le regaló a Gabriel García Márquez un ejemplar de la novela, lo hizo con las siguientes palabras: ''Lea esa vaina, carajo, para que aprenda''. Años después García Márquez escribió:
“Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura; nunca, desde la noche tremenda en que leí "La metamorfosis" de Kafka, en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá, casi 10 años atrás, había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí El llano en llamas y el asombro permaneció intacto; el resto de aquel año no pude leer a ningún otro autor, porque todos me parecían menores.
No había acabado de escapar al deslumbramiento, cuando alguien le dijo a Carlos Velo que yo era capaz de recitar de memoria párrafos completos de Pedro Páramo. La verdad iba más lejos, podía recitar el libro completo al derecho y al revés sin una falla apreciable, y podía decir en qué página de mi edición se encontraba cada episodio, y no había un solo rasgo del carácter de un personaje que no conociera a fondo.”
Sin ninguna duda en la literatura mexicana existe un antes y un después de Pedro Páramo, e incluso en esta obra encontramos los cimientos del realismo mágico, no obstante en esta ocasión nos detendremos en analizar sólo una parte del relato centrada en Pedro Páramo el padre. Pedro Páramo fue un cacique todopoderoso, autoritario, explotador, etc. sin embargo, Don Pedro tuvo dos grandes debilidades, por una parte su amor eterno llamada Susana y por otra parte su único hijo reconocido llamado Miguel Páramo.
En el relato hay una parte donde claramente se percibe que Don Lucas Páramo tenía muy pocas esperanzas que su hijo Pedro Páramo se fuera a convertir en un heredero poderoso y trabajador, una vez muerto Don Lucas, Pedro Páramo cambió el pronóstico de su padre y se transformó en un hombre poderoso, asesinó a quien tenía que asesinar, fue un hombre manipulador, se casó con quien le convenía, y llegó el momento que en Cómala solo existía la voz de Pedro Páramo.
En el relato aparecerán algunos hijos no reconocidos de Pedro Páramo, Juan Preciado quien inicia el relato es uno de ellos y Abundio Martínez quien le pone fin a la vida de Don Pedro es otro, sin embargo, el hijo reconocido, consentido y amado de Don Pedro fue Miguel Páramo. Don Pedro fue un padre consentidor con su hijo Miguel, le aceptaba todos sus caprichos, le perdonaba faltas imperdonables, ¿Acaso Miguel Páramo no era el reflejo de su padre?
Si Pedro Páramo era un cacique autoritario, como consecuencia lógica su hijo Miguel se convirtió en un muchacho soberbio, mujeriego, jugador, violador y finalmente asesino. En varias ocasiones Miguel obligó a las mujeres que les gustaba acostarse con él y la manera de sanar las heridas fue dándoles un poco de dinero y al final Fulgor Sedano quien era el administrador de Don Pedro, les decía a las muchachas violadas que estuvieran contentas porque tendrían un hijo blanquito.
En el relato la figura de Miguel Páramo tiene su momento de clímax, pero una vez muerto sólo lo recordaremos por su caballo, es importante recordar que en la historia todos los personajes que dialogan están muertos, en Cómala se vive sólo con murmullos: “– ¿Qué es lo que pasa, doña Eduviges?- Ella sacudió la cabeza como si despertara de un sueño. –Es el caballo de Miguel Páramo, que galopa por el camino de la media luna. – ¿Entonces vive alguien en la media luna? –No, allí no vive nadie. – ¿Entonces?--Solamente es el caballo que va y viene. Ellos eran inseparables. Corre por todas partes buscándolo y siempre regresa a estas horas. Quizá el pobre no puede con su remordimiento. ¿Cómo hasta los animales se dan cuenta cuando comenten un crimen, no?”
Cuando Miguel Páramo murió, el todopoderoso y autoritario Pedro Páramo lleno de dolor se le acercó al sacerdote Rentería suplicándole lo siguiente: “-Yo sé que usted lo odiaba, padre. Y con razón- El asesinato de su hermano, que según rumores fue cometido por mi hijo; el caso de su sobrina Ana, violada por él según el juicio de usted: las ofensas y faltas de respeto que le tuvo en ocasiones, son motivos que cualquiera puede admitir. Pero olvídese ahora, padre. Considérelo y perdónelo como quizá Dios lo haya perdonado.”
La relación de Pedro Páramo con su hijo en el relato no es tan larga, de hecho Miguel muere muy joven, pero en esta magistral novela Juan Rulfo nos regala imágenes imborrables, todos los personajes quedan impregnados en nuestras mentes, porque todos son parte de un realismo mágico impresionante, el ejemplo más puntual es que el mismo día que enterraron a Miguel Páramo, Don Pedro ordenó que le dieran un balazo al caballo para que dejara de sufrir y resulta que el caballo hasta el día de hoy sigue galopando de la misma manera que la obra de Juan Rulfo sigue gustando.
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