TIERRA DE BABEL
Jorge Arturo Rodríguez
Sobre una cuerda tirante
En “Confesiones”, San Agustín de Hipona escribió: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.” Desde luego, no me meteré donde no me llaman y mucho menos en lo que no me incumbe, por ahora. Pero eso de la cultura, ¿qué es? Parafraseo: si no me lo preguntan, lo sé; si me lo preguntan, no lo sé. Quizás sea una manera de desviar el asunto por desconocimiento mío, somos muchos los ignorantes y pocos los elegidos. La verdad es que mucho se ha abordado sobre la dichosa cultura. En todo caso, la cultura ¿nace o se hace? No hay remedio, seguiremos insistiendo, testarudos que somos.
Cierto estamos en que un pueblo sin cultura no es nada. Ya lo dijo Milan Kundera, “la cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir.” ¿Qué es México, entonces? Un país riquísimo, pero hasta allá nos empeñamos en destruir. En clausurar espacios y oportunidades para la conservación, el resguardo de nuestra cultura; en cerrar caminos para crear y soltar la imaginación, la fantasía, el amor a nuestro pasado y presente, con miras al futuro en un mundo de expresiones diversas e identidad genuina que sean la base de la sociedad y, desde luego, de la vida. Oscar Wilde decía que todos estamos en la cloaca, pero algunos estamos mirando a las estrellas.
Viene al caso lo anterior porque hace unos días leí la entrevista “Matan al teatro “La Libertad”: entre violencia y pleitos políticos, Yunes castiga a la cultura” que le hicieran al dramaturgo Abraham Oceransky, pues por causa de una demanda quieren desalojarlo del inmueble que ocupó por 10 años, donde hemos visto excelentes obras de teatro. No se vale que por cuestiones políticas y de intereses ajenos, se anulen las expresiones artísticas. Y, lo peor, las autoridades responsables de impulsar la cultura, ni sus luces.
Oceransky declaró que “perder este proyecto, le duele en lo más profundo (...) “si hoy se cierra un teatro mañana se cerrará un museo, luego se irán contra los ríos y la vida”. (alcalorpolitico.com, 10-07-18).
Gran verdad: estamos acabando con todo; dejamos libre la enajenación y el consumismo. Así les conviene, ¿a quienes?
Arthur Koestler escribió: “Dos medias verdades no hacen una verdad, y dos medias culturas no hacen una cultura.” O sea, somos o no somos.
¿Cómo nos irá en los próximos gobiernos federal y estatal? Porque en cuanto al municipal, ya sabemos, mucho ruido y pocas nueces.
Los días y los temas
Dicen que la esperanza muere al último. Claro, la esperanza nos sostiene, pero como sobre una cuerda tirante, ¿o no Paul Valéry?
Juan Villoro, en el artículo “El caudillo mexicano ante su gente”, comentó que “en las elecciones ganadas por Andrés Manuel López Obrador no se ha votado por un programa de gobierno, sino que se ha definido el tamaño de una esperanza. Los comicios marcaron el fin de las ideologías y creado mezclas contradictorias”. Y precisó: “Los malos presagios que se cernían sobre las elecciones desembocaron en un día pacífico, marcado por la ilusión. ¡De los ogros al mundo de las hadas! ¿Una nueva irrealidad? Lo cierto es que más de un millón de ciudadanos tuvieron a su cargo la jornada en la que el 53% votó por un cambio cuya profundidad se ignora. No se definía un programa de gobierno; se definía el tamaño de la esperanza.” (elpais.com, 09-07-18).
He ahí un pequeño problema. Demos tiempo al tiempo... ¿Más? En lo personal, estoy preparado para lo peor, pero espero lo mejor, dijera Benjamin Disraeli.
Aunque, viéndolo bien, pienso con Epicteto de Frigia que un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.”
De cinismo y anexas
Y si de cultura hablamos, hay una cita en Naolinco, donde tendrá lugar el “Tercer Festival Internacional de Música Naolinco”, del 21 al 29 de julio del presente año. Entrada libre a todas las actividades.
Ahí se ven.