Verba brava
PREMIO SIN BARO NO VALE
Por Antonio Trujillo y Perdomo
El que la Conferencia Nacional de Gobernadores CONAGO, que no es el Club de Quique, haya hecho un reconocimiento al Ejército Mexicano, a la Fuerza Aérea y a la Marina Armada de México, es en realidad un reconocimiento del pueblo de la República de México a quienes salen a defender a la población de las malditas fuerzas del mal, de la delincuencia organizada y de los mugrosos malandros narkíkiris de ocasión con pretensiones del señor de los cerros, del chepo, de los lics, de las reinas y princesas de congal, y demás basura social jijos de su mal dormir.
Honrar honra dicen que dijo quien sabe quién, pero neta que se sintió chido que a los compas, carnales y hermanos, a los verdes, a los popeyes, a los chutas y a los ángeles voladores, los goberneytor del país les hayan echado flores y piropos y se lo hayan dicho a los derecho a los altos mandos de SEDENA y MARINA, al General, Chava Cienfuegos y al Almirante, Pancho Vidal.
Aunque lo super chido hubiera sido que además del reconocimiento de saliva a las Fuerzas Armadas de parte de los gober se hubieran adornado los batos de la política, administradores de las riquezas y los presupuestos de sus Entidades federativas, que se hubieran mochado con cuando menos una quincena extra pa´la tropa, porque el discurso es pal periódico, la telera, el radio y la interné, pero una corta feria pal salario es como el caldo de pollo, no le caen mal a nadien.
Porque casi todos los militares a los que se les ordena salir a una misión en la calle, a la montaña, al mar; que salen a partirse la suya sin saber si regresarán por la noche, el reconocimiento sin estímulo les gusta, pero no les agrada. Sobre todo, porque un militar no está formado para vigilar y hacer labores de policía, eso les corresponde a los gobiernos estatales, a instancias federales especializadas y a policías municipales que enarbolan su “municipio libre”… cuando les conviene.
El militar regularmente se guarda en silencio sus vivencias, las tristezas y malos momentos de peligro enfrentando a la bastarda delincuencia –muchas veces tolerada por instancias federales, estatales y municipales- y si tiene oportunidad de regresar a su casa con los suyos, esos tragos amargos serán guardados estoicamente, nadie los conocerá, no es cuestión de quejarse, es el servicio y la misión.
Las duras experiencias del militar exponiendo inclusive la vida por apoyar y ayudar a personas desconocidas forjan su carácter y entereza todos los días. Desafortunadamente todavía hay algunos civiles insignificantes que los motejan como gorilas, sorchies, juanes, sardos y hasta hay quienes los odian, sin embargo habemos quienes los admiramos y reconocemos en su labor, todo es según el criterio y las razones de quienes los califiquen.
Ser militar es una profesión que da satisfacciones y penurias hasta la emoción encontrada de perder la vida en cualquier momento de una misión, con tal de cumplir la orden se arriesga todo, pero no toda la sociedad lo entiende. Y luego con poco baro pos, ¿qué onda?
Abundan militares arrojados que por el solo hecho de portar un uniforme representativo de una institución, defendiendo la razón, la paz, la justicia no dudan en comprometer hasta la vida y perderla, dejando huecos imposibles de llenar en sus familias; pero ese es el compromiso con el uniforme y qué se le va a hacer, ni modo.
Si militares repelen una manifestación y desalojan una carretera obstruida por hordas de inconformes, hay muchos que los agreden, ofenden y vituperan, sin embargo si al siguiente día hay un desastre natural esa misma sociedad les busca y les solicita apoyo, el militar acude en ayuda sin rencor ni odios, es por el amor y respeto al uniforme y a la patria, la Patria la conformamos todos, menos los jijuepuetas antisociales, ladrones, asesinos, narcotraficantes, y parias malnacidos, esos no tienen patria ni matria.
Los militares que fueron reconocidos por la CONAGO son los que con mente madura –aún siendo jóvenes- están conscientes de que el desarrollo en su actividad es así de peligrosa, en obediencia silenciosa y con lealtad institucional enalteciendo el honor ante todo.
Por encima del reconocimiento oficial de CONAGO a más de 200 mil militares los que a toda hora del día o noche están preparados para repeler todo ataque a la sociedad, tendrían el mejor reconocimiento de los miembros del Congreso de la Unión, Diputados y Senadores si de una vez por todas les otorguen un Marco Jurídico para su actuar en las calles en su lucha contra la delincuencia.
El compromiso militar en voz de sus mandos es que “con o sin marco jurídico” ellos continuarán defendiendo los intereses de las instituciones de gobierno y en consecuencia de la población mexicana.
Lo que no deja de ser cierto es que también al interior de los cuerpos militares existen algunos desgraciados mandos que llenos de traumas, problemas mentales y de conducta, o que han visto demasiadas películas de soldaditos pretenden aplicar restricciones, castigos, disciplinas obsoletas e inhumanas, por ello algún personal abrumado por esos malos altos mandos desertan por tornarse insoportable el trato indigno.
Al reconocimiento de saliva le faltó el de billuyo, digo ¿no?.
GUIJARRO: Chale, ora resulta que unas y unos textoservidores fideduartistas ya se convirtieron en defensores de chupadores callejeros. ¡Vóytelas!