Frida Dayanna Salomón Ramírez/Veracruz, Ver.- Desde marzo del 2020 los negocios de papelería y regalos han bajado en sus ventas, fácil entre un 40 – 60%, derivado de la suspensión de clases presenciales debido a la contingencia por el virus de COVID – 19, pandemia que ha afectado a estos negocios pequeños pero también a las medianas y grandes empresas
María, Rolando y Juana cuentan su experiencia como comerciantes tras un año complicado para las ventas de útiles escolares y copias, y que pese a ello, han subsistido, adaptándose a las necesidades de la "nueva normalidad".
En tiempos de pandemia hay que “campechanearle”
María de los Angeles Rosales tiene 51 años de edad y desde hace 29 trabaja junto a su esposo, Felipe Hernández, en la papelería de su propiedad “Los abuelos” ubicada en la calle Honestidad de la colonia Nuevas Esperanzas. Para la pareja, los primeros meses de la pandemia fueron económicamente complicados puesto que el temor y el miedo a ser contagiados crecían cada vez más entre la población con los informes del subsecretario de salud, Hugo López Gatell, a lo que María decidió “campechanearle” un poco y salir a las calles en busca de otra solución: la venta de productos de limpieza y caretas de protección mismos que le permitieron solventar los gastos del hogar durante las primeras semanas del confinamiento; otra alternativa fue la venta de dulces dentro de la mercería que hasta la fecha, continúa dando frutos.
La principal fuente de ingresos, asegura María, eran los estudiantes en su mayoría de los niveles medio, medio superior y superior, pero todo eso cambió y ahora son los padres de familia los que acuden a la mercería y comenzaron a comprar material para la elaboración de manualidades como resultado de la transmisión de las clases por televisión.
“Venían a comprar pinturas acrílicas, pinceles, todo lo que es material didáctico. Así se nos disparó un poquito la venta”. Actualmente, son las amas de casa y la población no estudiantil el mayor grupo de venta del negocio de copiado; lo que más se venden son las envolturas que María elabora y coloca en las paredes del local, las copias, los dulces y por supuesto “los regalitos”.
En cuanto al regreso a las aulas de manera presencial, María duda que los padres de familia permitan que sus hijos pequeños asistan a la escuela pues el temor persiste aún después de un año, por otra parte, piensa que su público objetivo (secundaria, preparatoria y universidad) debería de regresar mínimo de manera escalonada al salón de clases.
El negocio se mantiene abierto, sin embargo, como medida de prevención contra el COVID -19, la papelería “Los abuelos” decidió colocar una reja de metal que restringiera el paso de los clientes y de esa manera, poder atenderlos desde afuera del negocio.
También, agregaron gel antibacterial y señalamientos de sana distancia y uso de cubrebocas para asegurarse que cada que pasaran “los marinos checando” no les llamaran la atención pues las normas de sanidad se cumplen al pie de la letra.
La señora de ojos marrones y cabello liso enfatiza que nunca se sintió angustiada por el encierro pues su única preocupación era su nieto de siete años al cual su cónyuge y ella se las tenían que ingeniar para lograr entretenerlo “nos jugamos todos los juegos de mesa habidos y por haber” expone María.
Bajan copias e impresiones y cierran locales de comida
Rolando Tovilla Gil tiene 32 años y desde hace 6 trabaja en el local de papelería propiedad de sus tíos “CopiTec” ubicado en la Av. Miguel Ángel de Quevedo enfrente del Instituto Tecnológico de Veracruz. El distribuidor, quien también lleva la contabilidad de su hogar, asegura que ha visto que las ventas del centro de cómputo han bajado “fácil entre un 40 – 60%”. Además, señala que las repercusiones negativas han sido tantas que locales de comida cercanos al establecimiento han desaparecido; algunos con más de una década de antigüedad.
“Antes teníamos dos, tres hojas llenas” pronuncia Rolando al referirse a las hojas de conteo que en febrero del año pasado (2020) solían estar llenas antes de las 8 a.m., a su vez, servicios como la impresión de tesis han decaído.
Referente al servicio de cómputo, es más solicitado pero las reglas de sanidad impiden que se pueda hacer un uso total del mismo por lo que se puede notar una silla vacía entre cada máquina pero, sin importar los altibajos, Rolando y su familia han mantenido los precios intactos sin importar el incremento del papel para las impresiones.
Rolando se mantiene por su alta facilidad de ventas y comisiones ganadas por desempeñar su profesión como técnico de computadoras pues asegura que son los padres de familia los que acuden de manera constante para reparar su equipo de cómputo, indispensable en estos tiempos de enseñanza virtual. Por fortuna, el comerciante nunca se ha sentido angustiado por los efectos de la pandemia, sino por sus propios clientes que asegura “han desatado varias peleas” en el local; muchos clientes llegan en familia y por protocolo de sanidad, no pueden ingresar aglomeraciones porque “llega salubridad y te cierran el changarro”.
El comerciante reconoce que ahora su fuente de ingreso principal no son los estudiantes, sino los maestros que optan por imprimir material didáctico para que los estudiantes habitantes de zonas marginales tengan presencia constante en las clases a distancia, pues a muchos se le complica conseguir el equipo necesario para continuar con sus estudios. Otro sector de la población fuerte para la papelería es el personal médico dado que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) está a tan solo unos metros de distancia del local. “Nos han contado cosas muy feas, que la gente todavía no quiere creer” afirma el vendedor al referirse a los testimonios de viva voz que le han contado tanto enfermeras como doctores acerca del virus SARS – CoV.
No saben si alcanzarán vacuna
Juana Pulido Marín tiene 57 años y es empleada en la papelería “Papel – Papel” desde hace tres, la cual está ubicada en la calle de Agustín Yáñez de la colonia Nuevas Esperanzas en el Puerto de Veracruz. Juana, además de trabajar en la papelería, en sus ratos libres se dedica a vender productos de belleza por catálogo, además de cuidar a su nieta por las tardes.
La ausencia de clases presenciales asegura le ha afectado en el negocio pues en años anteriores ella y otros compañeros de trabajo se dedicaban a encuadernar y forrar libros para los estudiantes.
Los primeros dos meses se cerró el negocio, a lo que Juana tuvo que comenzar a limpiar y como el capital no era suficiente, su jefe le ayudó económicamente brindándole el mismo salario que cobraba meses atrás antes del aislamiento social.
“Si no me llevaron, ya no me llevó” afirma Juana al recordar que hace unos meses se enfermó con dengue y la pasó mal, por fortuna cuenta con el apoyo de sus dos hijas que le brindaron apoyo en todo momento. A parte, también se vio infectada con coronavirus a lo que señala sí le gustaría vacunarse pero no está segura si llegue a alcanzar alguna dosis en el próximo periodo del mes de mayo puesto que con la primera ronda la página de registro se saturó impidiendo que muchos adultos se la pudieran aplicar.
