Ciudad de México, El informe 2019 presenta, en el promedio nacional, un incremento respecto del año anterior del 13% y llega a 5,662 puntos, alcanzando el tercer mejor valor de la serie desde 2010. La recuperación de la dimensión la cual mide calidad institucional y eficiencia política (Dimensión II - Democracia de las instituciones), tras haber caído a su valor más bajo de la serie el año anterior, es la causa principal de ese incremento. Pero el crecimiento no es homogéneo y la diversidad alcanza también a las propias dimensiones de la democracia en cada entidad federativa, con estados que destacan por su crecimiento en algunos indicadores, pero, sin embargo, no logran un incremento equivalente en otras variables fundamentales del desarrollo democrático
El promedio de la dimensión la cual mide el respeto de derechos y libertades (Dimensión I - Democracia de los ciudadanos), este año, empeora, y lo hace un casi 4% respecto del IDD-Mex 2018, dejando atrás el mejor valor promedio de la serie, que había logrado ese año.
En la evaluación de la capacidad para generar políticas que aseguren bienestar (Dimensión III - Democracia social), el promedio nacional presenta un leve incremento respecto a 2018.
También en la capacidad para generar políticas que aseguren eficiencia económica (Dimensión IV - Democracia económica), se observa una leve mejoría con un incremento del 1% con respecto al año anterior.
El gobierno federal ha propuesto una nueva agenda y cuenta con amplias mayorías legislativas. Sin embargo, la realidad no avanza con la misma velocidad que la agenda propuesta, y los frutos de los cambios no se perciben aún en los indicadores que registran el desarrollo democrático.
Por una cuestión metodológica, el mejor comportamiento entre los estados es llevado al valor máximo: 10,000 puntos, pero ninguna entidad federativa logra un comportamiento óptimo en ninguna de las dimensiones del desarrollo democrático.
En la observación del trabajo de campo se observa con preocupación la división de la sociedad, generada o incentivada desde la política. Estas diferencias, que siempre existieron, se han profundizado peligrosamente con riesgo de deslegitimar a quienes piensan diferente, al punto de considerarlos enemigos del concepto de comunidad o de Nación que cada uno tiene.
Cuando estas divisiones aparecen, se torna mucho más difícil sostener políticas de estado y existe el riesgo de que los turnos democráticos de los diferentes gobiernos, lejos de construir políticas consensuadas con objetivos de largo plazo, se dediquen cíclicamente a destruir lo hecho y a empezar de nuevo, cada vez, con los costos sociales y económicos que ello implica.
Las cuatro dimensiones que integran el IDD-MEX facilitan comparar el desempeño de las autoridades y la forma en que la sociedad participa en los asuntos públicos en realidades tan disímbolas como las que se viven en Coahuila y Tabasco, o en San Luis Potosí y Michoacán. Claramente las condiciones geográficas, productivas, políticas y organizativas de cada entidad son distintas.
De ahí la necesidad de comparar con datos objetivos las políticas públicas, por ejemplo, de Aguascalientes y Guerrero que son los estados que se ubican en los extremos de la clasificación planteada en el IDD-MEX 2019. Aguascalientes, por su parte, ha sido sistemáticamente una de las entidades que se clasifican en el nivel de alto desarrollo democrático y que, particularmente en 2019, obtiene el puntaje más alto. En contraparte, en Guerrero las cosas no cambian. Esta entidad año con año es clasificada en el nivel más bajo del IDD-MEX y en este año quedó registrada como la entidad federativa con la peor calificación de las 32, conforme a los resultados del IDD-MEX 2019.
Persistir en un proceso de mejora continua, con políticas de largo plazo, es el camino para un mayor desarrollo democrático, y constituye el mayor reto que enfrenta la dirigencia en cada uno de los estados de México. Este informe constituye un nuevo esfuerzo para iluminar ese camino.