Mérida, Yucatán. 8 de mayo de 2017 .- La Reserva de la Biosfera Los Petenes se ubica en la costa oeste de la península de Yucatán, en el estado de Campeche. Entre esta y la Reserva de la Biosfera Ría Celestún, situada en el estado de Yucatán, existen varias comunidades mayas que aprovechan animales silvestres y plantas de uso tradicional con diferentes propósitos sociales. Con la finalidad de definir planes participativos de manejo y conservación en estas áreas naturales protegidas, investigadores del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav IPN), unidad Mérida, desarrollaron un diagnóstico ecológico y social sobre las actuales prácticas de aprovechamiento de fauna silvestre en el ámbito de las comunidades aledañas a la Reserva de la Biosfera de Los Petenes, que contó con financiamiento de los Fondos Mixtos (Fomix) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el gobierno del estado de Campeche.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Salvador Montiel Ortega, investigador del Departamento de Ecología Humana del Cinvestav, señaló que el estudio se realizó de octubre 2005 a 2007 y permitió caracterizar el aprovechamiento de la fauna en esta región, “teniendo la premisa de que si nosotros podíamos hacer un diagnóstico mucho más detallado para comprender las prácticas tradicionales, podíamos incidir en el manejo de estos recursos. Si algo se ha reconocido actualmente es que uno no puede manejar algo que no conoce”, indicó.
Reservas de la biosfera, conservación y desarrollo social De acuerdo con el investigador adscrito con nivel I al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), conservar la biodiversidad natural en conjunto con el capital social y cultural es una de las grandes problemáticas que se enfrentan en el mundo y, particularmente, en los países megadiversos como México.
Entre las principales estrategias de conservación a nivel mundial, las áreas protegidas destacan como unas de las plataformas más extendidas para hacer conservación. Estas se han implementado en México desde las últimas décadas y se aspira a cubrir alrededor de 15 por ciento del territorio nacional bajo el concepto de área protegida. “Dentro de este concepto hay varias modalidades y una de ellas —que justamente va de la mano con esta forma de conservación inclusiva de la sociedad— es la reserva de biosfera”, apuntó Montiel Ortega.
De acuerdo con el investigador, la reserva de la biosfera es una modalidad de las áreas protegidas y, por definición, busca promover la conservación y el desarrollo en conjunto con las poblaciones humanas que están dentro de esas áreas. “La reserva de la biosfera es un concepto mexicano que hemos exportado al mundo.
Ahora hay una red de áreas de reservas de la biosfera a nivel global y lo que hemos hecho nosotros es tratar de hacer funcionar estas reservas”, resaltó. La reserva de la biosfera representa actualmente la figura de conservación más socialmente incluyente, pues busca incluir a las poblaciones locales en las estrategias de conservación, pero plantea como desafío conocer cómo se puede lograr que participen de manera activa y eficiente en estos procesos. Reserva de Los Petenes, laboratorio natural En México, muchas de las reservas de la biosfera se crean no necesariamente en las áreas más conservadas sino en aquellas que pueden tener un gran deterioro ambiental y albergan muchas actividades humanas de poblaciones que habitan en su interior, lo que plantea que su manejo sea problemático.
La Reserva de Los Petenes alberga uno de los humedales costeros más importantes de Mesoamérica y tiene la singularidad de que no aloja asentamientos humanos dentro de los límites de su polígono, pues las 19 comunidades mayas a su alrededor están situadas a lo largo del sector oeste de la reserva, pero tienen una fuerte interacción socioecológica con esta. “Hacen pesca artesanal dentro de la reserva y aprovechan distintos recursos porque muchos de sus ejidos están dentro de la reserva, pero no el asentamiento humano sino el área ejidal, entonces tienen una estrecha relación.
Tan es así que el plan de manejo de la Reserva de Los Petenes reconoce precisamente como poblaciones dentro de la zona de influencia a estas 19 localidades”, apuntó. Para el investigador, esto significó no solo un tema de interés global como lo son las formas de apropiación tradicionales de la fauna y sus impactos sobre el medio ambiente, sino que además tenían la oportunidad de contar como modelo de estudio con un sistema natural que les permitía observar cómo el aprovechamiento de los recursos estaba relacionado con un manejo de los mismos en el contexto del área protegida.
“Esto se constituyó como un laboratorio natural donde no solamente podíamos intentar responder preguntas del ámbito del manejo sino también de la dinámica de las poblaciones ambientales”, apuntó. Fragmentación natural del hábitat, oportunidad de estudio El nombre de la Reserva de los Petenes se debe a que alberga dentro de su polígono terrestre islas forestales que se han desarrollado naturalmente, es decir, estas islas que tienen la apariencia de fragmentos no son el resultado de la pérdida de hábitat como ocurre en muchos fragmentos en el país, sino que son el resultado de procesos geomorfológicos que han propiciado el crecimiento de la vegetación.
La reserva es un paisaje donde la selva está fragmentada de manera natural, por lo que este gran laboratorio permitía a los investigadores poner a prueba varias hipótesis acerca de los efectos de la fragmentación del hábitat sobre poblaciones de plantas y animales que ahí habitan. “Pensemos este ecosistema como un rompecabezas, en un continuo de selva vamos quitando piezas de rompecabezas y los remanentes son los fragmentos. Esto tiene el gran problema de que no sabemos si lo que queda ahí en las piezas del rompecabezas está respondiendo a la pérdida de fichas o a las características de lo que está ahí adentro.
Entonces es muy probable que la pérdida de hábitat esté haciendo cambios en las poblaciones que ahí están”, señaló el investigador. A diferencia de esto, al rompecabezas de la Reserva de Los Petenes ya le faltaban fichas, pero estas fueron apareciendo no como resultado de la pérdida, sino como un ecosistema fragmentado natural, por lo que las poblaciones animales y vegetales han enfrentado esta fragmentación como parte de sus estrategias de vida. “Como no son exclusivas de este humedal, podemos comparar, por ejemplo, las respuestas de la fauna de una especie que habita en petenes con las respuestas de esa misma especie que habita en fragmentos derivados por las actividades humanas. Podemos ver qué tanto afecta, cómo responden las poblaciones a una condición de fragmentación per se y a una de fragmentación por procesos antropogénicos”, señaló.
Laecbio Desde 2008, el Laboratorio de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Laecbio) se ha dedicado a estudiar los procesos sociales asociados al aprovechamiento de fauna, conjuntamente con otros procesos naturales de sitios como la Reserva de Los Petenes que permiten conocer las respuestas de las especies animales en el ecosistema de petenes. “Más que un espacio, Laecbio es un concepto vinculado directamente al Departamento de Ecología Humana y que permite integrar varios intereses de estudio, tanto en el ámbito ecológico como en el social. Justamente este laboratorio se deriva de un programa de investigación que tengo en el departamento y que he denominado Ecología, uso y conservación de fauna silvestre”, apuntó.