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Una sociedad sin educación es una sociedad sin futuro: Arturo Velázquez

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Yureli Cacho Carranza/ Ciudad de México.(Agencia Informativa Conacyt).- El director y representante de la Oficina en México de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), Arturo Velázquez Jiménez, expresa en entrevista la fascinación por su trabajo y afirma que el empeño y compromiso dedicados en cada etapa del devenir profesional pueden derivar en contribuciones que dejan huella.

Maestro en sociología industrial por el Colegio Imperial de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Londres, en Inglaterra —Imperial College of Science and Technology, University of London— y licenciado en administración de empresas, egresado de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Arturo Velázquez refiere que cuando estudió la carrera, era la que estaba en boga en los años 60.

“Si bien estaba de moda, el potencial de acción de esta ciencia social es muy grande y debido a la experiencia de algunas amistades de mis padres o de personas involucradas en los sectores productivo, social o público, sabía que se trataba de una profesión que me permitiría desempeñarme en cualquier campo. Afortunadamente así ha sido y la administración me ha servido a lo largo de la vida”.

De los primeros becarios del Conacyt

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) surgió en diciembre de 1970 y al maestro Velázquez Jiménez siempre le llamó la atención estudiar fuera del país. Por lo que una vez erigido el consejo, se esforzó para obtener apoyo educativo y fue de los pioneros en irse al extranjero mediante esta vía. Así cursó la especialidad de planeación del desarrollo industrial en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya, en Holanda, actualmente Instituto Internacional de Estudios Sociales de la Universidad Erasmus de Rotterdam (EUR) o International Institute of Social Studies-Erasmus University Rotterdam.

“En aquel entonces, la información disponible para seguir formándose en otro lugar era escasa; no existía el Internet y había que acudir directamente a las embajadas. En la de Holanda a mí me trataron muy bien y, posteriormente, con el apoyo del Conacyt el trámite se me facilitó mucho más”.

Lejos de casa pero cerca de forjar un futuro prometedor

Arturo-Velázquez-Jiménez-.pngUn año vivió el maestro Arturo Velázquez en La Haya, Holanda, donde al convivir con compañeros de América Latina, África y Asia, su panorama se abrió satisfactoriamente. “Éramos tres mexicanos, uno de la Facultad de Ingeniería y otro de Sinaloa, becado por el gobierno de su estado. La comunidad latina era considerada como la que ‘rompe el queso’ y casi todos deseaban hacerse amigos de los latinos, sobre todo los nórdicos y sajones, pues consideran que nuestra vida social es más de fiesta”.

Al terminar sus estudios de posgrado en Holanda, tuvo oportunidad de seguir preparándose para un futuro doctorado, pero como el director de la OEI México se autorreconoce como muy inquieto, optó por trasladarse a Inglaterra.

“En el Imperial College of Science and Technology acababan de inaugurar la maestría en sociología industrial, pues anteriormente solo ofrecían especialidades en física, química, matemáticas, geología y demás ciencias duras o ‘frías’. Aunque aún perdura la idea de que ciencia solo se estudia en facultades de química, física o matemática, en la Universidad de Londres supieron dar pie al enfoque humanista, bajo el cual la ciencia se vincula con la sociedad de forma más directa y en donde la administración juega su papel transversal y multidisciplinario”.

Con relación a las diferencias culturales entre Holanda y México, el exasesor de Asuntos Internacionales de la Subsecretaría de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Velázquez Jiménez, comentó que “hay claroscuros como en todo. Holanda es un país muy ordenado, con reglas, disciplinas y una destacable planificación urbana. Cada persona toma su lugar en la fila naturalmente, sea para abordar el transporte público o lo que sea y los mexicanos seguimos teniendo una conducta más ‘folclórica’ en ese sentido. Lo que se traduce en un shock —choque— cultural”.

Sin embargo, durante su estancia, extrañó el clima y la comida mexicana. “Aunque Inglaterra no se caracteriza por tener una buena cocina y se extraña el pozole, los tacos o el mole, uno se adapta al queso y al vino. No obstante, adaptarse al clima resulta más difícil. Una vez metí el pie en el mar y ¡es helado, para osos polares! A la playa se va con chamarra, orejeras y bufanda; por eso los europeos aprovechan cualquier rayo de sol para usar bronceador. Por ejemplo, en verano se asolean en los parques con traje de baño, antes de irse a trabajar o a la escuela”.

El excoordinador de programas académicos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) refirió que tanto Londres como Holanda son ciudades maravillosas, con gran cantidad de actividades culturales, muchos espacios verdes pero también mucha lluvia, polvo y polen, ríe y se sonroja al recordar que cuando llegó a la universidad londinense, el personal de admisión lo revisó y exclamó: “¡Oh, no, otro más con fiebre de heno! Después de sorprenderme y preguntarme qué sería eso, me vacunaron y dieron tratamiento. Se trataba de alergia al polen pero yo no lo sabía, pues aunque por temporadas padecía mucho de ojos rojos, lagrimeo y solía estar mormado, en México nunca me diagnosticaron y durante 15 años estuve con gotas para respirar mejor”.

Lili Ledy y la UNAM entre sus primeros pasos profesionales

Como casi todos los estudiantes de aquella época, el maestro Arturo Velázquez dedicó sus mañanas al empleo de medio tiempo que le surgió a la mitad de estar cursando la carrera. “Empecé entregando cheques en las ventanillas de un banco. Más adelante me desempeñé en la fábrica de juguetes Lili Ledy. No obstante, una vez que regresé de Europa, surgieron opciones muy diversas de trabajo y mi preocupación fue decidirme por la que me gustara más”.

El trajín laboral del catedrático Velázquez Jiménez supera los 40 años. Recién creada la Universidad Autónoma Metropolitana, en 1974, tuvo oportunidad de integrarse al proyecto de descentralización de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el cual comenzó a darse paulatinamente por medio de las sedes —Cuautitlán, Acatlán, Iztacala, Aragón, Zaragoza...— de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP).

Al rescate de la “sepultadora de libros”, porque “libro que no se lee es letra muerta”

Otro de los momentos clave del maestro Velázquez Jiménez fue haber fungido ocho años como director general de Fomento Editorial de la UNAM, antes Distribuidora de Libros. “Me tocó crearle hasta el nombre, cualquier ejemplar de la UNAM que llegaba allí no tenía posibilidad de llegar a manos de nadie, por eso le llamaban ‘sepultadora de libros’. Fue necesario eliminar tal estigma y desarrollar estrategias de promoción y fomento a la lectura”.

Entre las acciones llevadas a cabo bajo la dirección del maestro Velázquez Jiménez, figura la organización de ferias itinerantes de libros en escuelas y facultades de la UNAM, así como la creación de la Casa Universitaria del Libro, en donde a la fecha se realizan cineclubs, talleres, cursos editoriales, presentaciones de libros, concursos, etcétera.

“Miguel de Unamuno, cuando fue rector de la Universidad de Salamanca, bien decía ‘el problema no es de quien no sabe leer ni escribir, sino de quien sabiendo leer y escribir, no lee ni escribe’. Unamuno sostenía que el mayor analfabetismo es el de quien no aprovecha su saber, y justo ese fue nuestro reto”, comentó el sociólogo Arturo Velázquez.

Haber estado en contacto con objetos que nunca pierden valor por lo que significan y contienen, además de conocer autores como Miguel León-Portilla, Leopoldo Zea Aguilar, Luis Villoro Toranzo (Q.P.D.) y a su hijo Juan Villoro Ruiz, para quienes los libros son una extensión de su familia, es algo que el maestro Velázquez Jiménez recuerda con gran satisfacción y agrado.

“Se dice que el catálogo de publicaciones de la UNAM es el más vasto de América Latina. En la época que estuve, la adquisición era de hasta siete títulos por día, es decir, más de dos mil 500 títulos al año, aun cuando la mayoría no sean best seller o exitosos comercialmente”.

La educación del futuro, o mejor del presente

Sin educación no hay sociedad. Por lo tanto, una sociedad sin educación es una sociedad sin futuro. Carecer de los pilares educativos: ciencia, cultura, tecnología o innovación, impide a cualquier país crecer y aspirar a mejor calidad de vida. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés) nace con ese propósito; la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación de Ciencia y la Cultura (OEI), también, considera el exasesor de certificación de programas académicos de la rectoría de la UAM, unidad Xochimilco.

Agregó que buscar la mejora de la educación no es algo nuevo, viene de toda la vida, y evaluar sirve para saber qué modificar. Lo que no se evalúa no se mejora y la reforma educativa no estriba únicamente en evaluar a los maestros, eso solo es una pequeña parte de lo que es preciso cambiar.

“Después de la Revolución Mexicana, cuando más de la mitad de la población era analfabeta, José Vasconcelos puso en marcha el proyecto Misiones Culturales, por medio del cual se repartieron libros en comunidades remotas del país. El propósito era educar a la sociedad y proveerla de herramientas que incrementaran su calidad de vida. Asimismo, cuando fui titular de Planeación Educativa en la SEP, el entonces Secretario de Educación, Jesús Reyes Heroles, acuñó el término 'revolución educativa' y tras hacer un diagnóstico, resolvió modificar todos los componentes del sistema educativo, desde la formación de profesores y demás autoridades, hasta los libros de texto y planes de estudio, incluyendo la participación e involucramiento de los padres de familia en la educación de los hijos”.

Hoy más que nunca se requiere mayor desarrollo y mejores oportunidades para los jóvenes, así como tolerancia y capacidad de comunicación. Hace falta crear condiciones que permitan a los jóvenes ser protagonistas y forjadores de su futuro. Niños y adolescentes deben aprender a pensar y comunicarse, terminar una profesión y seguir preparándose porque el avance tecnológico obliga a actuar y hacer las cosas diferentes, recomienda y concluye el maestro Arturo Velázquez Jiménez.

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