Al dar la bienvenida al estudioso y al público a la Sala Carlos Monsiváis, la directora general del CECUT, Dra. Vianka R. Santana, se congratuló de que la institución a su cargo asuma "la recuperación de la memoria, la circulación de la riqueza cultural y el reconocimiento de los artistas y creadores".
"En la actual ruta de la política pública federal en materia de arte y cultura, la cinematografía constituye un espacio de interés y de atención destacado", apuntó la funcionaria federal, quien precisó que "el cine es un testigo fiel de la historia, de las dinámicas culturales, de los movimientos sociales y políticos, pero sobre todo, porque el cine es un preservador de los imaginarios comunes, y constituye en sí mismo un acervo patrimonial".
"Para el CECUT es un honor recibir al maestro Carlos Bonfil, como parte del ciclo de conferencias Grandes de Nuestro Cine, que busca revalorar y reflexionar en torno a la obra de los realizadores mexicanos de excepción, de todos los tiempos", enfatizó la Dra. Robles Santana.
Enseguida, Bonfil ofreció una ponencia abundantemente ilustrativa sobre el cine negro, género cinematográfico que tuvo destellos importantes en México entre los primeros años de la década de los 40 y el inicio de los 50.
"El libro 'Al filo del abismo. Roberto Gavaldón y el melodrama negro' plantea las dificultades para aclimatar en México un cine negro que tenía gran prosperidad en Estados Unidos y Francia, pero que acá se enfrentaba a la censura", aclaró el escritor al explicar que la industria del cine nacional exigía desenlaces convencionales en los filmes de la época, alejados del género negro.
"No había, fuera de José Revueltas o Luis Spota, los grandes escritores de literatura negra que existían en Estados Unidos; tampoco había una presencia tan poderosa del exilio europeo como Fritz Lang o Billy Wilder, grandes maestros de este cine que aportaban su visión pesimista de la sociedad y de la naturaleza del ser humano, lo que habían vivido con el ascenso del fascismo", advirtió el crítico de cine al perfilar los ingredientes del sustrato literario necesario para generar un filme noir.
En México había una tradición de melodramas con desenlaces felices, un maniqueísmo moral que dividía a la sociedad en nosotros los pobres y ustedes los ricos, explicó Bonfil; "el aporte esencial de Gavaldón es romper con ese esquema, subir las tintas, ennegreciéndolas y aportando no solo pesimismo sino una dosis muy fuerte de ironía", apuntó Bonfil, al describir las cualidades de las cuatro cintas de Gavaldón que estudia en su libro: "La diosa arrodillada" (1947), "En la palma de tu mano" (1950), "La noche avanza" (1952) y "La otra" (1946).
Al abundar sobre la singularidad de estas piezas cinematográficas, Bonfil destacó que "lo novedoso en Gavaldón es su ruptura con ese convencionalismo del melodrama, junto con los apuntes sociológicos y políticos que hay en su descripción de la burguesía de la época, latente en estas cintas, y que nunca se abordaban en el cine que se venía haciendo por esos años en México"; el escritor subrayó también la formación que el director mexicano tuvo en Hollywood, donde asimiló las bases de este cine, "por eso llamo melodrama negro al cine que propuso este realizador".
Al referirse a "La otra", película que se exhibió al final de su conferencia, Bonfil perfiló el liderazgo de Gavaldón, quien "se rodeó de expertos como José Revueltas, hombre de izquierdas, un diseccionador de la burguesía y su decadencia, que hizo en este guion un retrato de la corrupción; trabajó en otras películas con el mismo equipo de fotógrafos, Gabriel Figueroa y Alex Philips, y con estrellas como Dolores del Río, Arturo de Córdova y María Félix", que protagonizaron otra de las grandes cintas de Gavaldón: "La diosa arrodillada".
En "La otra", Gavaldón pone en primer plano a la mujer fatal, expuso el autor de 'A través del espejo: el cine mexicano y su público', al indicar que este es un rasgo característico del cine negro, "y que va a contracorriente de la mujer abnegada y sumisa que presentaba el melodrama; hay también una investigación policiaca, lo que hace de este cine una novedad en su época", concluyó el autor.
Al final, el público pudo disfrutar de la proyección de "La otra", largometraje que fuera nominado en 1948 al premio Ariel en las categorías de mejor película, director, actriz para Dolores del Río, mejor coactuación masculina para Víctor Junco, fotografía para Alex Phillips, música de fondo para Raúl Lavista y obtuviera la estatuilla el escritor José Revueltas en la categoría de mejor guion.
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