Jorge A. González /Veracruz, Ver.- Néstor Andrade Merino, conocido en la ciudad de Veracruz como el “Pintor del Carnaval”, falleció este lunes por la tarde a los 64 años de edad por complicaciones de salud. Es reconocido por ser uno de los pilares dentro de la comunidad cultural porteña en las manifestaciones artísticas de las artes plásticas.
Originario de la ciudad de Córdoba, Veracruz (1956), el también tallerista del Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC), estudió en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) de Veracruz, así como en los Talleres Libres de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV), fue alumno del maestro pintor y muralista Rogelio Armendáriz.
Andrade Merino es considerado como una de las piezas claves para entender el desarrollo de la plástica local, al formar parte de diversos movimientos artísticos como Los Oníricos, Portocultura y Los Estenopeicos, proyectos emergentes en su momento que dieron identidad al quehacer pictórico local, hasta concretar su pintura como un lenguaje visual del “jarocho”.
Su obra refleja la esencia de lo que fue su personalidad: la alegría, el colorido y los trazos cargados, pero también su trabajo revalora la riqueza natural de su estado, el verdor de la selva, los ríos y el mar; la flora y la fauna. Su pincel podía entrecruzar el pico de una guacamaya con la cola de un garrobo, o el cuerpo de un pez con las ramas de un árbol. Un todo complejo a simple vista, que a detalle terminaba en el autorreconocimiento del veracruzano.
El acervo que deja Andrade Merino va más allá de una cuestión identidaria, su interés al contrario de ir de lo estatal a lo nacional, transcurrió a la inversa, quizá la mayor riqueza de su obra estriba en que fue de lo local a lo micro local, al interesarse en las expresiones de los carnavales de los pueblos y comunidades de la entidad veracruzana.
Como impulsor de las artes plásticas, estuvo dispuesto a compartir sus conocimientos y experiencias, al ser por muchos años tallerista de pintura para niños en el mismo IVEC, para continuar más tarde su tarea en el Centro de las Artes Múcara. Se desempeñó además como director del Centro Cultural Atarazanas.
El artista cordobés expuso en más de 70 obras colectivas y 30 individuales, recorrió estados como Querétaro, Guerrero, Tlaxcala y México. Formó parte del libro 35 Artistas en Veracruz, editado por el IVEC, así como también aparece en el libro Personajes y Perfiles editado por el mismo instituto en su Colección Centenario-Bicentenario.
Del muro personal de Jorge A. González:
HOY ES UN DÍA SIN COLOR
Hoy los radiantes colores de la paleta se tornan grises.
El lienzo se ha quedado en blanco, sin emociones que pintar.
El silencio que precede a la verdad, es cruel.
Te busco entre tus máscaras y no te encuentro.
Mis ojos enrojecen; el nudo en la garganta se aferra.
El vacío en el estómago me cala muy profundo.
Busco el entendimiento, cuando sólo encuentro desconcierto.
Hoy, el viento de la tarde me ha traído tristeza.
Retumba mi ser y echa abajo mi ánimo, de por sí cabizbajo.
Se ha ido uno de mis mejores amigos de la comunidad cultural.
A quien en una entrevista lo bauticé como el “pintor del carnaval”.
Néstor Andrade Merino, siempre amigo, mi “cuate”, “el maestro”.
Se nos va el colorido de la plástica porteña, un fragmento de la risa y la alegría.
Se apaga la luz del taller y se concentran ahora los recuerdos.
Su vida fue al máximo, como sus cuadros cargados de trazos, colores y figuras.
Agradezco me hayas incluido en tus más significativos proyectos.
Te doy gracias por creer en mí y porque siempre valoraste mi trabajo.
Nacido de donde vengo y a donde un día regresaremos (Córdoba,Ver.)
Mis recuerdos son muchos, que revolotean en mi cabeza.
Fuiste el que no se rinde, porque nos dejaste tu obra, como lección de esfuerzo y continuidad.
Entregado a tus hijos y a tu esposa Indira Dominguez, con quien lograste ser uno mismo.
Emprendedor, insistente e incluyente en el arte.
Fuiste contrapeso de lo independiente y lo institucional en el quehacer cultural, nos dejas tarea.
Me quedo con tu recuerdo de hombre alegre, bohemio y contento con la vida.
Tu amistad me la quedo, porque creo que vale la pena, porque fue sincera.
Sólo Indira y yo sabemos que cuando me invitabas a tus eventos, al final, te acercabas un poco apenado, metías tu mano al bolsillo y me decías:
“Ten Jorge, por lo menos para la gasolina”.
Y aunque eras insistente mi respuesta siempre fue:
“No, no es necesario, porque ustedes son mis amigos, y lo hago por la amistad, porque es lo que me gusta hacer, cantar, reseñar una exposición o conducir algún evento”.
Entonces me decías, con humildad: “gracias de verdad Jorge, de todos modos te agradezco mucho”.
Amigo, muchos te vamos a extrañar. Porque fuiste parte de nuestra cultura, en el día de la Santa Cruz, en el Carnaval, en el Centro de las Artes Múcara, en tu pintura, en tus clases, en tus charlas y en tus eventos con los creadores locales.
Néstor, te dejo partir, seguir tu camino, no sin antes recordarte que fuiste UN GRAN AMIGO, DE ESOS QUE NO SE OLVIDAN, y en unos de mis últimos mensajes te lo hice saber en vida.
DIOS TE RECIBA EN SUS BRAZOS, Y QUE TENGA UN ESPACIO ALEGRE PARA TI, PORQUE SIEMPRE FUISTE DE ESPÍRITU “JAROCHO”.
Sé que nos volveremos a encontrar, seguro estoy que brindaremos una vez más por eso por lo que surgió nuestra amistad: EL ARTE.
DESCANSA EN PAZ
De tu siempre amigo, Jorge Alberto González Ramírez.
27 de julio de 2020.