El trabajo científico-social es energéticamente sustentable y ha fomentado la cultura de la separación de residuos en comerciantes y productores
La planta de tratamiento establecida es una de las primeras a nivel mundial en ser instaladas en el lugar de la generación de desechos
A fin de fusionar la participación ciudadana con el uso de nuevas tecnologías para lograr el cuidado del medio ambiente, un grupo de investigadores egresados de la UNAM, con el apoyo de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECITI) implementaron un sistema en el que comerciantes del mercado público situado en la Delegación Milpa Alta de la Ciudad de México separan y recolectan sus residuos orgánicos para llevarlos a una planta de tratamiento que, a partir de estos, genera energía eléctrica, biogás y composta utilizable en cultivos de la zona.
El ingeniero industrial Rubén Jahir Mojica Hernández, director del proyecto científico-social denominado “laboratorio viviente” explicó que éste se conforma por diversos procedimientos. Primeramente, los productores realizan la correcta separación de los residuos orgánicos generados dentro del Centro de Acopio Nopal Verdura de Milpa Alta.
Posteriormente, los desperdicios recaudados son enviados a un contenedor de trituración, para luego pasar a un digestor que es un recipiente hermético de cuatro metros de diámetro y ocho metros de altura que a través del uso de una sepa de microorganismos realiza el procesamiento biológico de los residuos.
Para que el dispositivo trabaje correctamente se necesitan ciertas condiciones de presión, así como nivel de acidez (pH), y debido a que el digestor es considerado termofílico, requiere de 50 a 70 grados centígrados de temperatura para funcionar adecuadamente y que las bacterias alojadas en el recipiente puedan degradar los residuos para generar biogás.
“El sistema cuenta con un mecanismo de calentamiento que obtiene energía de dos fuentes, la primera es de unos colectores en forma de cilindro que permiten guardar la energía del Sol y transportarla hacia el digestor para hacerlo funcionar. Además, cuenta con un respaldo que consiste en una caldereta que quema el biogás que genera la misma máquina para mantener la temperatura en días sin luz solar”, subrayó Mojica Hernández.
Cabe señalar que el digestor crea dos productos, uno es el biogás, el cual se canaliza a un moto-generador que lo quema y produce electricidad para dosificarla al mismo centro de acopio y que además se piensa aprovechar para utilizarlo en una tortillería.
El segundo es un lodo biológico que se crea gracias a que las bacterias alojadas en el digestor se alimentan de la parte sólida de los desechos y dejan un “caldo de nutrientes”, tipo composta, que después de someterse a un proceso de deshidratación, está listo para usarlo en el mejoramiento de los suelos en cultivos de productores de la misma entidad.
Finalmente, Sustentabilidad en Energía y Medio Ambiente (SUEMA), que es la empresa que implementó el “laboratorio viviente” está integrada por un equipo multidisciplinario de sociólogos, ingenieros, biólogos, químicos que permiten atender desde los aspectos tecnológicos hasta los de inclusión social.
Actualmente la empresa cuenta con veinte solicitudes de protección para los proyectos desarrollados, registradas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, de las cuales cuatro de ellas se encuentran en la etapa de examen de fondo, por lo que en próximas fechas se estarán otorgando los títulos de concesión de estas. Además, se ingresarán otras ocho solicitudes de sus proyectos más recientes. (Agencia ID)
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