Cuitláhuac, Ver.- Luego de la amenaza de una supuesta bomba en las instalaciones de la Universidad Tecnológica del Centro de Veracruz (UTCV), elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), cercaron la mañana de este martes la institución.
No hubo acceso a estudiantes y docentes, para su seguridad.
Lo anterior luego de que circulara en redes sociales y Whatsapp, una supuesta amenaza de bomba, por lo que se les pedía no acudir a clases.
Hasta este momento no se ha localizado ningún artefacto explosivo, sin embargo, siguen en la búsqueda con perros rastreadores y equipo especializado.
Amapola Nava/ Agencia Informativa Conacyt/ Ciudad de México.- En 2010, Luis Mochán Backal llevaba varios meses luchando contra el GT-200, pero las cosas se volvieron personales cuando el cuerpo de seguridad público de un retén revisó a su hijo con el aparato fraudulento mientras viajaba en un autobús por carretera. En ese momento, el físico Luis Mochán se dio cuenta de que las pseudociencias podían atentar contra la libertad, la integridad y la dignidad de cualquier persona, incluso la suya.
“Que con base en un equipo fraudulento señalen a una persona y la juzguen de narcotraficante, cuando la persona es inocente, le puede destruir la vida a ella y a su familia”.
El GT-200 se anunciaba como un detector molecular. La empresa británica que lo producía, Global Technical Ltd, proclamaba que era capaz de detectar explosivos, drogas, uranio, venenos y cuerpos humanos en un radio de cientos de metros. Además, en caso de que el cliente requiriera localizar alguna otra sustancia, podía comunicarse con el corporativo para encargar un nuevo chip y reprogramar el detector a sus necesidades.
Los submarinos no eran un problema para el GT-200, su alcance era de 800 metros bajo el agua. En la superficie terrestre podía rastrear sustancias a 700 metros de distancia o utilizarse para operaciones de rescate, pues detectaba cuerpos humanos a 60 metros bajo tierra; además, podía escudriñar el espacio aéreo hasta una altitud de cuatro kilómetros.
Luis Mochán se enteró de la existencia del “detector molecular” gracias a un mago: "el asombroso Randi". Ya en 1988, James Randi había colaborado con la revista científica Nature para desenmascarar un experimento que se suponía demostraba la eficacia de los efectos homeopáticos. Así que, en el congreso de la Sociedad Americana de Física de 1999, la charla plenaria del mago Randi era una de las más esperadas por los científicos.
“Fue una charla muy divertida, donde habló de muchos temas: de la homeopatía, del hombre de Marte, del detector de mentiras —que es otro equipo fraudulento al que somos adictos en México—. Habló de muchas cosas relacionadas y habló de esos supuestos detectores moleculares, que en ese entonces se acababan de dejar de usar en Estados Unidos porque se demostró que eran fraudulentos, de hecho, él fue uno de quienes expusieron el fraude”.
Pasaron más de diez años para que Luis Mochán volviera a escuchar del GT-200. Andrés Tonini, un escritor que llevaba tiempo denunciando el fraude, contactó al físico y le comentó lo que había descubierto gracias a la solicitud de información, con número 0000700057809, que realizó a través del entonces Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI).
Lo que comenzaron a descubrir a partir de ese momento les pareció alarmante: el gobierno mexicano, incluyendo el ejército, la marina y Petróleos Mexicanos, había adquirido más de 940 dispositivos, pagando más de 340 millones de pesos por ellos. También se enteraron de que el GT-200 se estaba usando para detectar bombas en Irak, bombas que no fueron detectadas y estallaron provocando muertes, comenta Luis Mochán. En México, al GT-200 lo llamaban la ouija del diablo y con el supuesto detector se podía acusar de portación de drogas y armas.
La lucha contra el GT-200
Al enterarse de esto, Luis Mochán escribió un artículo de divulgación donde describió cómo era que se debían poner a prueba estos supuestos detectores moleculares, cómo funcionan las pruebas doble ciego y por qué es importante que una prueba científica no esté sujeta a los deseos del experimentador.
El artículo tuvo consecuencias, y la participación del físico en el tema fue creciendo. El 13 de septiembre de 2011 presentó una crítica al GT-200 en el Senado de la República. Consiguió el documento con la teoría de operación del equipo, elaborado por Global Technical Ltd, y demostró que era un fraude, lo cual comenzó a tener efectos judiciales.
“La denuncia tuvo que ver con la liberación de algunas personas que habían sido acusadas utilizando como prueba el detector falso. El caso llegó a la Suprema Corte y conduje junto con un colega, Alejandro Ramírez, un experimento en México en el que participó el ejército y se demostró que el equipo era fraudulento y no servía para nada. Bueno, el final de la historia fue que desde Gran Bretaña solicitaron las evidencias que presenté en México y estuve presente en el juicio en Londres en contra de Gary Bolton, el fabricante del equipo”.
Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia
En 2014, un año después de que Gary Bolton fuera juzgado culpable por comercializar el fraudulento GT-200, Luis Mochán recibió la noticia de que había ganado el Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia "Alejandra Jaidar". El físico, quien se considera un amateur de la divulgación no esperaba recibir el reconocimiento, cuando se enteró iba manejando y “casi se sale de la carretera”.
El reconocimiento de la tarea de divulgación es muy importante para Luis Mochán, quien considera que parte importante de la divulgación es proporcionar conocimiento científico ante el cual las personas puedan maravillarse, pero más importante es acercar a la gente al método que utiliza la ciencia para evaluar los supuestos, el criterio de verdad de la ciencia. Conocer este método es una herramienta que permite detectar el engaño y el fraude en la cotidianidad.
“Es la parte más importante de la divulgación, ayudar a que las personas no se dejen engañar, que los que toman decisiones no caigan en los engaños de un fabricante nada más porque el fabricante consigue el apoyo del embajador, o porque el fabricante contrate unos soldaditos que juren que el equipo es maravilloso, o porque el fabricante haga una buena demostración de ventas; lo que se tiene que hacer es una prueba científica”.
El divulgador
El artículo del GT-200 fue uno de los logros más significativos en la carrera de divulgador Luis Mochán, pero el físico ha sabido abordar temas científicos que afectan directamente a las comunidades.
Todo comenzó cuando uno de sus colegas consiguió que un periódico local, del estado de Morelos, publicara semanalmente un artículo de los miembros de la Academia de Ciencias de Morelos. Luis Mochán colaboró con varios artículos para el periódico, pero uno tuvo especial atención.
“Resulta que aquí en Cuernavaca alguien propuso una glorieta para resolver un problema vial, que era un problema real, pero las modificaciones no tenían ni pies ni cabeza y se me ocurrió demostrarlo 'científicamente' (así entre comillas), porque se me ocurrió hacer un simulador que representara cuál iba a ser la situación cuando echaran a andar la nueva propuesta. Corriendo el simulador en la computadora encontré que eso iba a ser desastroso y escribí un artículo que salió publicado el mismo día que se estableció la propuesta. El artículo decía: 'Esto va a ser un desastre y lo van a revertir'. Y fue un desastre y lo revirtieron. Me hablaron del periódico para decirme 'oiga, es que lo que usted hizo fue magia', y yo les dije 'no, eso no es magia, eso es ciencia'”, recuerda con humor el físico.
Desde entonces, Luis Mochán ha persistido en su trabajo de divulgador mediante charlas, artículos y en la creación de una exposición museográfica. Con ello el físico ha buscado que las personas compartan la actitud de la ciencia frente al conocimiento, que adquieran la capacidad de hacerse preguntas y de detectar y desechar las respuestas erróneas.
El investigador
Luis Mochán es físico teórico, entre risas dice que el experimento para demostrar que el GT-200 era un equipo fraudulento es el único que ha hecho en su vida. A lo que el miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) ha dedicado su carrera científica es a la óptica no lineal y a la física de superficies. Pero la física le llegó, al igual que la información sobre el GT-200, como una casualidad, esta vez no por un mago sino por su novia.
“Yo toda la vida quise ser ingeniero, mi padre era ingeniero y en mi familia había muchos ingenieros. Pero cuando salí de la preparatoria, por un desfasamiento entre el calendario de la escuela y de la UNAM tenía unas vacaciones demasiado largas, así que decidí meterme de oyente a la universidad. Resulta que en ingeniería no aceptaban oyentes, mi novia se metió a la Facultad de Ciencias y allí me aceptaron, me dieron la bienvenida. Ella se salió inmediatamente después, pero a mí me gustó y me quedé”.
En un principio a su padre le costó entender su decisión, pero después de un tiempo la aceptó de buena gana. Al final, Luis Mochán estaba alimentando a ese niño curioso que desde pequeño desarmaba los equipos electrónicos y hacía explotar los juegos de química que su tío le regalaba.
Karla Navarro/ Agencia Informativa Conacyt/ Ensenada, Baja California.- Un manto pardo flota sobre el mar al ritmo de la marea. Por su dimensión —que alcanza varios kilómetros cuadrados—, se hace notar incluso desde una perspectiva aérea.
Se trata de Macrocystis pyrifera, macroalga mejor conocida como sargazo gigante, y lo que se percibe en la superficie del mar es apenas el final de su extensión, pues se encuentra anclada debajo del agua pero puede llegar a medir hasta 30 metros de longitud.
Aunque flota con soltura y casi a la deriva, la presencia del sargazo gigante es determinante para una multiplicidad de especies que la consumen como alimento, entre ellas, especies de interés comercial como erizo y abulón.
Su ausencia se traduce en hambre para muchos animales marinos y es por ello que científicos han documentado la forma en que la distribución de Macrocystis se ha reducido gradualmente en la península de Baja California.
La doctora Schery Umanzor, egresada del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), señaló que tras varios buceos exploratorios en diferentes puntos de la bahía de Ensenada, donde era conocida la presencia del sargazo gigante, no encontraron más que arena.
“Es preocupante porque hay muchísimas pesquerías a nivel artesanal y comercial que dependen de los organismos que se asocian al kelp (alga). ¿Qué pasa? ¿A dónde se van esos organismos o qué pasa con las pesquerías cuando no están estas algas?”, cuestionó.
Reforestación en el mar
La preocupación de la doctora Schery Umanzor se tradujo en un proyecto que actualmente es financiado por la organización británica Rufford Foundation, dedicada a destinar recursos para la conservación de especies o hábitats de relevancia por su impacto en el desarrollo socioeconómico de una región.
La especialista expuso que el proyecto iniciará con la reforestación de dos puntos en la bahía de Ensenada, mediante la colecta de juveniles procedentes de un manto saludable de sargazo gigante que se plantarán en dos de los sitios cercanos donde han documentado la desaparición de la macroalga.
Otra técnica de reforestación que aplicarán investigadores y estudiantes que colaboran en el proyecto, consiste en la colecta de esporas de Macrocystis —equivalentes a las semillas de una planta—, que serán germinadas en laboratorio y después trasplantadas en la bahía de Ensenada.
“Estamos instalando módulos artificiales sobre los cuales vamos a sembrar las algas. Dejamos todos los sistemas de anclaje y esperamos a que pasen las tormentas de invierno y retomamos ya con la actividad de lo que sería reforestación”, explicó Schery Umanzor.
Método novedoso
El método de reforestación del equipo que lidera la doctora Umanzor es novedoso para la región: se colocarán arrecifes artificiales a 10 metros de profundidad y manualmente sembrarán alga por alga en parches de 50 metros cuadrados.
“En un término de dos o tres semanas, la planta ya se agarra sola de la estructura y nuestra asistencia ahí termina en términos de sujeción, pero tienes que estar constantemente sembrando”.
No obstante, advirtió que las primeras etapas del método son costosas debido a la instalación de los sistemas de anclaje, hechos de metal, por lo que considerarán la viabilidad de esta técnica si se opta por escalar el proyecto.
“La idea es, ya que tenemos este sistema caro, ir trabajando sobre la reducción de costos, en cómo hacemos esto cada vez más barato, incluso estamos pensando en utilizar mallas de descarte, redes anchoveteras que ya no sirven, materiales reciclados, aunque hay que ser cautelosos porque la intención no es llenar la bahía de materiales ajenos”, adelantó la investigadora.
Restauración y cultivo
Macrocystis pyrifera ha sido explotada comercialmente en México desde la década de 1950 y para el doctor José Antonio Zertuche González, experto en macroalgas del Instituto de Investigaciones Oceanológicas (IIO) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), su aprovechamiento derivó en una industria pujante y estable.
“Es quizás el manejo más exitoso que podemos describir de una pesquería, porque por más de medio siglo se aprovechó comercialmente. El escenario ahora es diferente, hay varios concesionarios que dependen de estos mantos, como los que pescan el erizo, los que cultivan abulón y otros pequeños usos para alimento”, refirió en entrevista.
Como colaborador en el proyecto de reforestación de sargazo gigante, consideró que la restauración va de la mano con la promoción de su cultivo, protocolo que ya está dominado y con el que recientemente experimentaron para desarrollar un modelo de acuacultura integral.
“El proyecto más reciente que tuvimos fue cultivarla en el mar asociada a cultivos de animales, en este caso en particular el abulón y ostión. Este es uno de varios modelos de lo que llamamos acuacultura integrada, implica asociar animales con las algas, de manera que al cultivarlos juntos, los desechos de los animales puedan ser aprovechados por las algas, que crezcan mejor, más enriquecidas, las excretas de los animales son abono para las algas, van a incrementar su contenido proteico y van a ser mejor alimento”, detalló el doctor Zertuche.
El modelo de acuacultura integrada con sargazo gigante fue practicado por varios años con financiamiento de la Secretaría de Pesca y Acuacultura de Baja California (Sepescabc) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), a través de Fundación Produce Baja California.
“Fue un proyecto abierto y ahora el modelo lo practican por lo menos un par de empresas, de manera incipiente pero están diversificando sus cultivos; se va a requerir tiempo para que cada uno de estos casos comparta sus experiencias e ir diversificando los cultivos”, comentó el investigador del IIO.
Reforestación a gran escala
Los esfuerzos de restauración de Macrocystis en la bahía de Ensenada no terminarán en un proyecto, sino que los investigadores y estudiantes del CICESE y la UABC establecerán la ruta para desarrollar proyectos a mayor escala.
La doctora Schery Umanzor, líder del proyecto, subrayó que un factor de importancia es lograr establecer un protocolo de reforestación sencillo, de tal manera que no solo especialistas puedan ejecutarlo sino también los integrantes de cooperativas o comunidades pesqueras.
“¿Que técnica es amigable para que cualquier persona lo pueda hacer? La idea es probar que esto es posible y que en esos puntos donde iniciamos sea un núcleo y de ahí se vaya repoblando; inicialmente son dos puntos, pero ya con más cooperación y financiamiento, ya probando las técnicas, ir repoblando parches donde había sargazo gigante”, detalló.
Lograr que se adhieran a la estructura los juveniles de macroalga que trasplanten a la bahía y desarrollen su ciclo de crecimiento de forma regular, será considerado como el éxito que dará la pauta para restaurar nuevos sitios.
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