Ciudad de México.- En punto de las 13:14 horas del pasado 19 de septiembre, a 120 kilómetros de la ciudad de México, en Axochiapan, Morelos se registró un sismo de 7.1 grados en escala de Richter, derivado del cual fallecieron casi 400 personas, asimismo, tan sólo en la ciudad de México se registró el colapso de 38 edificios.
De acuerdo con el Atlas de riesgo que presentó el gobierno de la ciudad unas semanas después, suman entre 800 y mil inmuebles los que terminaron en código rojo, es decir, en riesgo de colapso. Pese a ello, la dinámica social que se vivió tras la tragedia consistió en volver lo antes posible a la normalidad, señaló la doctora Anne Warren Johnson, catedrática e investigadora de la Universidad Iberoamericana.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la doctora que se desempeña como coordinadora del posgrado en antropología social del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, partió de un ensayo que publicó recientemente en torno al concepto de duelo social asociado a la violencia, para explicar cómo reaccionó la población ante el dolor generado por el sismo.
“El proceso de dolor social da cuenta de pérdidas colectivas y a veces nos damos a la tarea, después de esos procesos de pérdida colectiva muy fuertes, de regresar a la normalidad lo antes posible, como que tratamos de sentir el dolor y superarlo lo más pronto posible para que todo vuelva a la normalidad y regresemos a nuestra vida como era antes con el objetivo de mostrarnos fuertes”.
Al respecto explicó que hay algo en el proceso de expresión del dolor y el duelo que podría ser más productivo que intentar superarlo rápidamente. “Creo que puede ser muy productivo porque el duelo es una especie de memoria, es decir, el ‘no olvido’ —proceso de querer recordar— puede servir como una forma de reclamo de justicia, de crítica a una serie de procesos”.
—¿Cómo se vivió el proceso de duelo tras el sismo de la Ciudad de México?
Lo que vimos tras el sismo fue un esfuerzo por tapar, esconder las heridas, ocultar las ruinas (materiales), reconstruir lo más rápido posible; eso es un impulso que se entiende perfectamente porque en ocasiones es una forma de decir, aquí no pasó nada.
Por ejemplo, resulta muy interesante ver cómo es que en algunos de los edificios derrumbados inmediatamente se colocaron bardas, se cubrieron los escombros, lo cual tiene su lógica; pero también cómo fue que después la misma gente comenzó a colocar ofrendas, flores y a realizar pintas (grafitis) relacionados con el sismo.
—¿Cómo debería entonces vivirse un duelo de este tipo?
Si se mantiene un poco más visible el hueco, la ruina, sería una manera de decir: ‘sigue reflexionando en torno a lo que está pasando y las que podrían ser las consecuencias a futuro’. En lugar de tapar todo, debemos dejar que la ruina se mantenga visible para la sociedad un poco más de tiempo.
Debemos reconocer que no tan fácil hemos salido de esto, entender que ese discurso de salimos adelante, salimos de pie y de cultura solidaria en general, no significa que aún hay mucho por hacer y que aún cuando mucha gente está bien, hay otra que no lo está.
Al explicar el impacto negativo que deriva de no respetar el duelo social, dijo que el mayor riesgo radica en olvidar, a la par del evento que ocasionó dolor, aquellas medidas que se deben tomar para prevenir un dolor similar en el futuro. “Al cerrar demasiado rápido el proceso, es como decir, las cosas siguen como siempre, pero también la política sigue como siempre y a fin de cuentas no cambia nada”.
En contraste, si el duelo tomara más tiempo, podrían pasar otras cosas, tal vez, lograr una campaña que se mantenga por años y que nos recuerde todo el tiempo que debemos actuar de forma distinta ante un siniestro natural, por ejemplo, y ante la incertidumbre de un temblor, continuando con el ejemplo, encaminar ese trabajo hacia la reducción del impacto negativo.
Sobre a quién le corresponde tomar las acciones necesarias para que el duelo social siga un curso natural y no se intenten esconder las dolorosas huellas de aquello que lo causó, la investigadora dijo que debe ser una tarea conjunta donde a las autoridades corresponde escuchar y actuar considerando sus voces en lugar de imponer un proceso de reconstrucción.
Es un proceso muy complicado, para nada es algo fácil, pero debe haber un esfuerzo conjunto, que sí es posible porque justo en los momentos más cruciales de la crisis ya se ha visto ese actuar conjunto; no obstante, también se vio lo contrario, la sociedad civil reclamando cosas y las autoridades aparentemente haciendo oídos sordos a esas peticiones.
Finalmente, la investigadora detalló que la falta de entendimiento del proceso de duelo social, deriva también de que es un tema que aún falta por ser estudiado. “Ya se está estudiando, cada vez hay más académicos que se están concentrando en el tema, que no es nuevo, pero su entendimiento desde el aspecto colectivo y como una cuestión crítica aún debe profundizarse”.
Conacyt