Ciudad de México.- Cuando un fármaco entra al torrente sanguíneo puede distribuirse, según sus características, en distintos órganos y tejidos. Esto en ocasiones puede generar efectos en lugares donde no se desea, provocando efectos secundarios. Para resolver este problema, la farmacología plantea una solución muy peculiar, utilizar un tipo de pequeñas estructuras, parecidas a sacos, generadas por el propio organismo, para que sean estas las que lleven el medicamento por el sistema circulatorio y entreguen el fármaco solo en el lugar que se requiere.
Estos pequeños sacos, denominados vesículas extracelulares, son producidos cuando las células recubren diferentes sustancias con una capa de lípidos; y son uno de los mecanismos que las células tienen para comunicarse con órganos distantes. Pues, cuando las vesículas se han formado tienen la capacidad de salir de las células, pueden viajar hacia otros tejidos y fusionarse con ellos, entregando las proteínas, ácidos nucleicos y los diferentes componentes que transportaban.
Esta capacidad de viajar y transportar diferentes sustancias hacia un órgano en específico ha llamado la atención de científicos como el doctor Fabián Flores-Jasso, quien trabaja en el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), con el objetivo de modificar el contenido de las vesículas extracelulares para que funcionen como vehículos de entrega de fármacos y transporten sustancias que ayuden en el tratamiento de diferentes enfermedades.
La ventaja de estos “repartidores” de fármacos es que son invisibles para el sistema inmunológico, es decir, no generan ninguna reacción alérgica o de rechazo en el cuerpo del paciente, pues son reconocidos como elementos propios.
Además, gracias a que las vesículas extracelulares tienen en su membrana diferentes moléculas, por ejemplo proteínas, que funcionan como marcadores, o etiquetas que les indican específicamente con qué tejido fusionarse, se evitaría que los fármacos actúen en lugares donde podrían ser perjudiciales o donde no son requeridos.
“Idealmente, si un paciente tiene cierta condición fisiológica, se le podrían extraer sus propias vesículas extracelulares de la sangre, modificarlas in vitro, añadirles el fármaco que uno quiere y regresarlas al torrente sanguíneo del paciente. Entonces el fármaco viajaría solamente a los tejidos a los que queremos que viaje”, explica Fabián Flores-Jasso.
Vesículas extracelulares para llegar a donde nadie ha llegado
Existen ciertos órganos a los cuales es muy difícil acceder mediante las terapias y los fármacos tradicionales. El mayor ejemplo de esto es el cerebro, el cual se encuentra protegido por un estructura denominada barrera hematoencefálica, que impide que las sustancias que se encuentran circulando por la sangre lleguen a él. Este es un eficiente mecanismo de protección contra sustancias que no deben entrar al sistema nervioso central, como tóxicos o microorganismos, pero también es una de las razones que dificulta la entrada de fármacos al sistema nervioso central.
Este problema que tienen los medicamentos para llegar a ciertos tejidos podría resolverse gracias a las terapias con vesículas extracelulares. Pues estos “sacos” portan moléculas en su superficie que les indican hacia dónde moverse, pero que también permite a los tejidos reconocer las vesículas como elementos propios y permitirles fusionarse con ellos.
Ya se han realizado experimentos en los que se logra que las vesículas extracelulares porten en su membrana marcadores que normalmente están presentes en el virus de la rabia, virus que puede cruzar sin problemas hacia el sistema nervioso central. Cuando estas vesículas se inyectan en el torrente sanguíneo de ratones se ha observado que se dirigen solamente al sistema nervioso central del animal y logran atravesar la barrera hematoencefálica, explica Fabián Flores-Jasso.
En este ejemplo, publicado en Nature Biotechnology, lo que hicieron los investigadores fue obtener glóbulos blancos de una muestra de sangre del ratón, cultivar esos glóbulos blancos en el laboratorio y modificarlos para que fueran capaces de producir vesículas con proteínas de membrana parecidas a las del virus de la rabia.
El problema con cultivar células en el laboratorio es que, al estar fuera del organismo, podrían comenzar a expresar genes diferentes que los que expresan dentro de un ser vivo, y al inyectar las vesículas que estas células producen se podría originar una reacción inmunológica no deseada, detalla el investigador. Y comenta que lo mejor sería no tener que sacar las células que producen las vesículas, sino extraer directamente las vesículas de la sangre, modificarlas y luego volverlas a meter.
Vesículas de laboratorio
Otro problema que se presenta con el método de sacar vesículas extracelulares de la sangre, cargarlas con fármacos y volverlas a introducir a la circulación, es que en el torrente sanguíneo no hay suficientes de estas estructuras como para realizar una terapia funcional.
Además está el detalle de que no todas las vesículas tienen los marcadores de superficie que las conducirán al lugar que el tratamiento requiere, entonces podría ser que las que se dirijan específicamente al hígado, por ejemplo, sean solo un porcentaje pequeñísimo, comenta el investigador del Inmegen.
Por ello, los investigadores estudian su comportamiento y composición para crear vesículas sintéticas en el laboratorio, las cuales tendrían la ventaja de transportar solo la sustancia de interés y no la mezcla de componentes que tienen naturalmente estos “sacos”.
El doctor Fabián Flores-Jasso explica que por el momento ya se conoce cuáles son los lípidos que forman la membrana de estos “sacos” y también cuáles son las proteínas que se encuentran en su superficie. Pero que aún no existen los estudios suficientes para decir con certeza qué combinación de proteínas está asociada con la fusión de la vesícula a cierto órgano y no a otro.
“Si nosotros pudiéramos conocer qué marcadores son específicos de cada tejido, podríamos reproducir en el laboratorio vesículas totalmente sintéticas utilizando los fosfolípidos que sabemos que forman su membrana”.
Pero por el momento, el reto sigue siendo purificar las proteínas marcadoras de la membrana e identificar a qué tejido específico se dirigen. Pero Fabián Flores-Jasso se siente optimista ante las posibilidades que las terapias con vesículas extracelulares podrían brindar en un futuro.
Y, aunque el trabajo del investigador no se centra en cargar las vesículas con fármacos comunes y lo que busca es hacer llegar a los tejidos un tipo de moléculas que tienen la capacidad de modificar la expresión de los genes —los microARNs y los ARNs de interferencia—, conocer el funcionamiento de las vesículas extracelulares para crear un “repartidor” sintético es parte esencial de su trabajo.
Conacyt
Agencia Informativa Conacyt/ Saltillo, Coahuila.- Investigadores del área de posgrado de la Escuela de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila (Uadec) desarrollaron una propuesta de modelo explicativo para la medición de la calidad de vida de adultos mayores.
“Esta investigación fue un estudio cuantitativo que se realizó en la ciudad de Saltillo, Coahuila; se trabajó con más de 500 adultos mayores, todos en comunidad, es decir, que no están institucionalizados, que no pertenecen a ninguna casa de reposo o centro de atención hospitalario donde permanezcan, todos están abiertamente en comunidad y son funcionales y activos en sociedad”, detalló el doctor José González Tovar, profesor investigador del área de posgrado de la Escuela de Psicología, unidad Saltillo, de la Uadec.
Este proyecto toma como referencia la definición de salud otorgada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) desde 1948, como el completo estado de bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad.
“El propósito de esta investigación fue realizar una evaluación-exploración de los indicadores de calidad de vida con una orientación subjetiva para determinar aquellos indicadores, aquellas variables que caracterizan la vida del adulto mayor y, posteriormente, construir un modelo que explique la calidad de vida, además de validar una herramienta para la evaluación de estos indicadores y de ese modelo”, explicó el especialista González Tovar.
De acuerdo con el investigador, a diferencia de otros estudios, esta investigación se enfoca en aspectos de funcionalidad, tanto social como física del adulto mayor, pero sin poner en el centro de atención los aspectos de las patologías, ya que el abordaje que siempre se hace del adulto mayor es cómo vive a partir de la enfermedad. Siempre en la etapa del adulto mayor hay una correlación muy importante sobre cómo vive con enfermedades, sobre todo en el caso de México, o más en el caso Coahuila donde existe un alto índice de enfermedades como la diabetes, obesidad, cáncer y otro tipo de enfermedades crónico degenerativas.
“Nos olvidamos por un momento de la patología y nos enfocamos en saber cómo enfrenta la vida cotidiana, cómo se apoya para enfrentar todos los aspectos de su cotidianidad y hasta qué punto el adulto mayor tiene control de su vida, que es uno de los aspectos más relevantes y que más valoran: la autonomía y el control que ellos tengan sobre su vida”, indicó el doctor González Tovar.
Autonomía, bienestar, autodeterminación...
La propuesta presenta diversos indicadores o variables, a partir de dimensiones trascendentes en la vida de los adultos mayores como son: bienestar general (cuenta con 14 indicadores), necesidades económicas (ocho indicadores), redes de apoyo (seis variables), trabajo y ambiente (cuatro indicadores), autonomía (siete indicadores), bienestar intrasubjetivo (cinco variables) y autodeterminación y plan de vida (15 indicadores).
La propuesta de calidad de vida para la vejez integra de manera independiente estos siete factores, cada uno aparentemente aporta a la calidad de vida pero no existe relación de dependencia a partir de los diferentes indicadores.
“Lo que vamos a aportar con este trabajo es brindar esa herramienta para que se puedan hacer evaluaciones desde psicología. Pero también se pueden hacer desde el trabajo social, que se enfoca en aspectos familiares, también desde el cuidado de la salud, tanto en enfermería y geriatría, como una herramienta de evaluación o de clinimetría para determinar en qué estado están los adultos mayores que llegan a atención médica, cuidados de salud en general o en salud mental”, precisó el investigador González Tovar.
A futuro se busca extender la validación del proyecto más allá de la muestra hecha en el estado de Coahuila, para lograr ciudades integrales en la atención hacia los adultos mayores. Se han hecho muestreos en lugares como Zacatecas, Zacatecas; Mérida, Yucatán, y la municipalidad de Providencia en Santiago de Chile a nivel internacional.
“Lo que sigue en este momento es construir el modelo y empezarlo a validar culturalmente, que tenga relevancia cultural, que tenga aplicabilidad en otros contextos, extender las muestras y continuar con el trabajo de la herramienta para ir afinándolo año con año”, destacó el doctor González Tovar.
Ciudad de México.- Con el sueño de algún día convertirse en astronauta, Emmanuel Urquieta Ordóñez, médico de origen mexicano que actualmente colabora en la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), platicó su historia de vida y proyectos a futuro con los que pretende algún día llegar al espacio.
Hace 31 años en la Ciudad de México nació Emmanuel Urquieta, quien desde muy pequeño vivió rodeado de aviones. “Desde que tengo uso de memoria. Mi papá es ingeniero aeronáutico y mi abuelo fue piloto de Mexicana de Aviación. Mi papá me llevaba a ver los aviones en la base de mantenimiento en el hangar de Mexicana, entonces siempre quise hacer algo relacionado con los aviones”, dijo en entrevista.
Al finalizar la secundaria, Emmanuel ingresó a la Escuela de Aviación México para cursar el bachillerato en administración aeroportuaria; sin embargo, decidir qué estudiaría a nivel licenciatura le resultó difícil dado el gran número de intereses que tenía desde esa edad. “Quería ser piloto, quería ser ingeniero, me gustaban también los barcos, la astronomía, muchísimas cosas. Entonces un día un tío que era médico me invitó a ver a sus pacientes, ese tema me interesó y más tarde me quise convertir en médico aeroespacial”, explicó.
La decisión final de escoger medicina aeroespacial le permitió a Urquieta Ordóñez poder combinar todas sus pasiones: espacio, medicina, exploración, aeronáutica, astronomía. “Esta es una especialidad muy diversa que combina todas las áreas de la ciencia”.
Tras finalizar su licenciatura en medicina en la Universidad Anáhuac, continuó con su interés en la aviación por lo que obtuvo su licencia de piloto aviador privado en México y, posteriormente, realizó su maestría en medicina aeroespacial en Wright State University, en Ohio, Estados Unidos, con una tesis enfocada en los cambios en la estructura del ventrículo izquierdo bajo condiciones de microgravedad. Al concluir su grado de maestro, tuvo la oportunidad de obtener la nacionalidad norteamericana y así poder realizar su residencia médica en medicina aeroespacial.
Durante sus estudios de posgrado, Emmanuel trabajó en el sistema cardiaco y explicó que desde la década de 1960 con los programas Apollo y Gemini de NASA, por ejemplo, se conoce que cuando un cuerpo humano se encuentra en condiciones de microgravedad, los fluidos del cuerpo, como la sangre, se van a las extremidades, es decir, tienen una distribución diferente a la que se presenta en la Tierra.
En el caso específico de viajes de larga duración, el ventrículo izquierdo, que es la zona del corazón que bombea la mayor parte de la sangre hacia la aorta que la distribuye, trabaja más de lo usual. La razón de esto es el efecto de microgravedad que también afecta el corazón como órgano, “el corazón tiene que trabajar con un volumen diferente. Su forma, que normalmente es una especie de cono, se deforma a una esfera”, añadió.
Al volver a la Tierra los astronautas, ya sea de viajes de corta o mediana duración, esta condición en el corazón es reversible. Pero en vuelos o viajes de larga duración no se tiene el conocimiento o experimentación sobre qué sucede, tema en que se enfocaron los estudios de maestría de Emmanuel.
Explorador análogo
Residiendo en Ohio, aplicó para un programa de misiones análogas auspiciado por NASA llamado Human Exploration Research Analog (HERA), que trabaja con misiones análogas de 30 días en el Johnson Space Center que simulan viajes al espacio profundo.
“Aplicaron aproximadamente 600 personas y para ser sincero no esperaba ser seleccionado. Pero pasaron los meses y me llamaron de NASA para decir que les había gustado mi currículum porque cumplía con los requisitos académicos para el programa. NASA me llevó hasta Houston para hacerme los exámenes médicos y psiquiátricos”, comentó alegre Emmanuel.
Estos exámenes son muy similares a los realizados a los astronautas, pues buscan perfiles muy parecidos a los de individuos que viajarían al espacio, ya que el objetivo de las misiones es aplicar el conocimiento obtenido de las misiones análogas a las reales. Emmanuel obtuvo resultados positivos, un mes después de estas rigurosas pruebas fue avisado que cumplía los requisitos físicos y psicológicos.
Al mes siguiente resultó seleccionado como especialista de misión de HERA Mission 11, B710, la cual, si fuera realizada en el espacio, duraría 715 días. Esta misión permitió conocer un poco más los aspectos psicológicos que se presentarían en los astronautas tras meses o incluso años aislados y cómo afectarían entre ellos.
“HERA busca entender cómo se da el liderazgo, adaptación, cómo se generan y solucionan conflictos, los sentimientos y cómo se comunican. Se trabaja con una cámara de reconocimiento facial, el centro de control puede detectar cómo te sientes, además de un sistema de alerta en las condiciones físicas de los astronautas, algo muy importante para los viajes de exploración del futuro”, comentó.
Un futuro brillante
Los planes de Emmanuel enmarcan concluir su residencia y especialidad en medicina aeroespacial para, posteriormente, incorporarse como médico de vuelo en NASA, además, pretende enviar solicitud en la próxima convocatoria y convertirse así en un astronauta real.
Para este médico, la posibilidad y oportunidad de que las universidades e instituciones creen programas de posgrado y especialidad en medicina aeroespacial en México debe ser antecedido por oportunidades laborales en el campo. Explica además que con la apertura de la Agencia Espacial Mexicana se han abierto las puertas a que más gente se involucre o conozca sobre el espacio en México; sin embargo, considera que aún existe desconocimiento o la idea de que no existen muchas oportunidades y que es un campo limitado y competido.
“Pero siempre hay oportunidades, siempre hay becas y la posibilidad de viajar a otros países. Hay que seguir nuestros sueños y tratar de ser los mejores, si lo hacen, siempre alguien les abrirá las puertas”, añadió.
“México me encanta y siempre he tratado de volver y compartir todas las cosas que sé y poder transmitir e inspirar a las nuevas generaciones al tema espacial. Me encanta hacer estas cosas y cada vez que puedo voy a México a compartir esto”, concluyó.
Conacyt
Buscador
Directorio
Directora General:
Lic. Rocío Rivera Méndez
Asesora Jurídica:
Mtra. Monserrat Minerva Cobos
Fotografía:
Webmaster:
Para contactarnos:
redaccion@veracruzinforma.com.mx o al cel 2291-275227