Marytere Narváez/ Agencia Informativa Conacyt/ Mérida, Yucatán.- Biotecnología, farmacéutica y química orgánica son algunas de las principales áreas en que han destacado las mujeres inventoras a nivel internacional. De acuerdo con la Oficina Regional del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), en las últimas dos décadas aumentaron las solicitudes de patente de mujeres inventoras en el mundo, pasando de 19 por ciento en 1997 a 31 por ciento en 2017.
En Yucatán, un grupo de investigación conformado en 76 por ciento por mujeres destaca como el que más patentes y solicitudes de patente ha registrado en el estado: la unidad Sureste del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (Ciatej), que desde sus primeros diez años de labores ya contaba con una patente otorgada, cuatro solicitudes de patente en examen de fondo y dos solicitudes sometidas, de acuerdo con el libro Ciatej: Una década de investigación en el sureste de México.
El procesamiento de alimentos y el aprovechamiento integral de residuos agroindustriales para la industria de alimentos, bebidas y farmacéutica son algunos de los campos en que las especialistas de la unidad Sureste han desarrollado proyectos de investigación, innovación y desarrollo que han llevado a la generación de invenciones.
Para Patricia Ocampo Thomason, directora de la unidad Sureste del Ciatej, es un importante ejemplo demostrar que las mujeres sí pueden trabajar en equipo, y más aún en el caso del patentamiento, donde generalmente se trabaja en colaboración con dos o tres personas.
“El mundo se conquista cuando se colabora y trabaja en equipo. Por ejemplo, si patentamos lo que hace una cepa, hay alguien que aisló esa cepa y la secuenció; hay otra persona que tiene que ver qué hace esa cepa; y otra tiene que juntar las técnicas para medir los resultados con técnicas de laboratorio. Eso es lo maravilloso de la naturaleza, que no nos deja que trabajemos solos”, expresó.
De la invención a la patente
Alejandra Navarro Hurtado, encargada de la Oficina de Propiedad Intelectual en la Dirección Adjunta de Vinculación y Transferencia de Tecnología del Ciatej, describió en entrevista que para que una invención pueda ser considerada una patente u obtener una solicitud de patente debe cumplir con tres requisitos: que sea nuevo (es decir, que no exista nada igual a nivel mundial); que tenga actividad inventiva (que no resulte algo obvio para un técnico medio en la materia); y finalmente, que tenga una aplicación industrial.
“Además de esto, debe ser un proceso, un producto, un aparato, una aplicación que se le dé en particular a algo. No todo es una invención protegible vía patente. Lo único que patentamos son aquellos procesos, aparatos, usos que le damos y que cumplen esos tres requisitos, que sea nuevo, que tenga actividad inventiva y aplicación industrial”, apuntó.
Para la especialista en propiedad intelectual, uno de los principales retos a la hora de patentar es saber hacia dónde se quiere ir. “Cuando no sabemos hacia dónde vamos es muy difícil que logremos innovar. Cuando no conoces el mercado al que vas dirigido, cuáles son sus verdaderas necesidades o cómo debes introducirte, es muy difícil que tu producto llegue y en ese momento se convierta en una innovación”.
En el desarrollo tecnológico, la visión sobre las necesidades del mercado resultan fundamentales para generar el patentamiento de productos y procesos que puedan tener aplicaciones industriales de un alcance mayor, señaló.
Investigar el mercado, encontrar una necesidad, desarrollar una solución, protegerla y obtener los permisos necesarios para su salida al mercado son algunos de los pasos más importantes en el proceso de patentar una invención. “El reto más grande y la inversión más importante puede estar en llevarlo al mercado. En todo lo que vas a invertir en mercadotecnia, publicidad e innovación para poder tener ese producto en el mercado”, comentó Navarro Hurtado.
Eliminación de antibióticos en jarabes y licores, invención de un proceso
Ingrid Rodríguez Buenfil, investigadora de la unidad Sureste del Ciatej, cuenta con más de 30 años de experiencia en investigación científica, tres patentes otorgadas y siete solicitudes de patente en proceso, además de ser la directora fundadora de la unidad Sureste del Ciatej.
Como inventora, colaboró en un proceso de eliminación de residuos de estreptomicina (antibiótico derivado de la actinobacteria Streptomyces griseus) en jarabes altos en fructosa y licores viscosos mediante captura iónica, cuyo título de patente fue expedido en 2009 por el IMPI.
La importancia de esta invención radica en que el comercio internacional de productos destinados para el consumo humano penaliza la presencia de residuos de antibióticos en ellos, ya que el consumidor ingiere un medicamento no deseado e implica un riesgo de desencadenar alergias, así como de provocar la selección de cepas resistentes entre los gérmenes patógenos al hombre.
El procedimiento de captura iónica se desarrolló debido a que en la molécula de estreptomicina se encuentran varios grupos protonables que presentan una carga neta positiva a pH ácido, lo que sugería que el uso de materiales intercambiadores iónicos para filtrar jarabes y licores contribuía a eliminar o reducir la estreptomicina presente en lotes contaminados.
Como parte del procedimiento, la resina a emplear debe ser molida para garantizar un contacto óptimo con el jarabe durante el proceso de agitación. Al calentar previamente la mezcla del jarabe y la resina, el complejo conformado por resina y estreptomicina se elimina mediante filtración, y de esta forma se logra reducir la concentración de estreptomicina en jarabes viscosos contaminados, sin que el jarabe filtrado resultante muestre cambios visibles en su coloración, olor o sabor.
Desinfectante de frutas a partir de toronja, invención de un producto
A nivel comercial existen diversos productos desinfectantes, antimicrobianos y suplementos alimenticios elaborados con extracto de semilla de toronja; sin embargo, solo utilizan semilla y pulpa de toronja, quedando una gran cantidad de residuos sólidos del procesamiento de la toronja (mezcla de flavedos, albedos, placentas, membranas carpelares y semillas) sin utilizar.
En muchos de los productos comerciales se ha detectado la presencia de cloruro de bencetonio, triclosán y otros compuestos sintéticos a los que se les atribuye la actividad antimicrobiana que exhiben estos productos comerciales.
En conjunto con Ingrid Rodríguez Buenfil y Santiago Gallegos Tintoré, Tania González Flores, tecnóloga titular de la unidad Sureste con 12 años de experiencia en investigación, colaboró en el desarrollo de un proceso que, a través del empleo de métodos fisicoquímicos, permite procesar los subproductos de toronja y obtener a partir de estos, extractos etanólicos.
Dichos extractos se concentran mediante evaporación rotatoria, para posteriormente ser adicionados con un emulsificante (glicerina) de amplio uso en la industria alimenticia, obteniéndose un producto con cualidades desinfectantes para frutas.
El producto obtenido permitió la reducción en el número de microorganismos mesófilos aerobios presentes en la superficie de frutas cítricas de 63.3 por ciento a 85.85 por ciento, mientras que los organismos coliformes totales disminuyeron de 88.26 por ciento a 92.21 por ciento.
El desinfectante formulado es ligeramente ácido, con un olor característico a cítrico y una densidad que es ligeramente irritante para la piel y ojos, pero no es tóxico ni genotóxico, y tiene una biodegradabilidad de 93 por ciento.
Ciencia y trabajo en equipo
Élida Gastélum Martínez, Ana Luisa Ramos Díaz, Neith Aracely Pacheco López y María de los Ángeles Sánchez Contreras son investigadores de la unidad Sureste que cuentan también con solicitudes de patente y patentes otorgadas a partir de una variedad de productos y subproductos, tales como el marañón (Anacardium occidentale L.), Jatropha curcas L., residuos cítricos y cepas de Candida tropicalis y de Candida glabrata, entre otros.
Las científicas, que forman parte de este centro público de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), son también las responsables de sus laboratorios (Laboratorio de Bioprocesos, Laboratorio de Alimentos, Laboratorio de Inocuidad y Trazabilidad, Laboratorio de Tecnología Vegetal y la Planta piloto de alimentos). “Lo cual me llena de orgullo, porque además son mujeres que están trabajando en biotecnología, ingeniería de alimentos, bioquímica, que están haciendo cosas extremadamente interesantes”, indicó Ocampo Thomason.
Para la directora del centro, quien también es especialista en prospección tecnológica, es importante resaltar los ejemplos positivos de mujeres trabajando en ciencia, tecnología e innovación en el país, ya que hasta la fecha son muy pocas las que han sido directoras de centros públicos de investigación y aún son pocas las mujeres que se desempeñan como directoras adjuntas y en posiciones directivas.
“Tenemos que mostrar a las jóvenes que lo podemos hacer bien y que no tenemos que sacrificar nada. Las mujeres podemos seguir siendo femeninas y estar trabajando en un laboratorio. Creo que eso es algo que tenemos que inculcar en nuestras hijas, sobrinas y estudiantes, porque en ninguna otra parte se están viendo estos modelos. Podemos tener unas carreras, podemos tener unas vidas muy interesantes y, sobre todo, podemos impactar en el desarrollo de nuestro país y de nuestra región”, finalizó.
En 2017, el Ciatej realizó 26 solicitudes de patente a nivel nacional, que incluyen desarrollos de procesos enfocados en la industria de alimentos, tratamiento de aguas residuales y un simulador del tracto digestivo humano que participó en la Hannover Messe.