Ciudad de México.- Entre imaginarios y libros, el doctor en ciencias médicas Rafael Jesús Salín Pascual disfrutó su infancia inmiscuida en el mundo literario. La curiosidad por las letras lo trasladó al sendero de la investigación de los sueños y la mente.
Con un característico sentido del humor, el científico es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), y uno de los investigadores en psiquiatría más notables en el estudio de la medicina del sueño.
Desde hace treinta y cinco años trabaja en el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y es fundador de la Clínica de Diversidad Sexual (Divergen UNAM).
Sus investigaciones centradas en la medicina del sueño y la transexualidad están plasmadas en más de ciento setenta artículos en revistas arbitradas y más de setenta libros de diversos temas de medicina, cine y literatura.
Considera que la imaginación lo ayuda en su carrera como instigador y escritor de novelas policiacas. Su afición al cine y las ensoñaciones proyectadas por sus directores favoritos, como Ingmar Bergman, Alfred Hitchcock y François Truffaut, son un fuerte preámbulo para su inspiración.
En entrevista exclusiva para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor en ciencias relató algunas de sus principales investigaciones que lo han conducido a ser parte de la psiquiatría moderna en México.
Vecinos intelectuales
Nació en 1951 en una zona inundada por escritores en la delegación (ahora alcaldía) Cuauhtémoc. Su casa estaba en contra esquina con una Librería de Cristal y la Librería Francesa. En su infancia atesora el recuerdo de platicar con Juan José Arreola a quien confundió con un mago.
“También vivía cerca Octavio Paz, Carlos Fuentes y José Agustín. Por alguna razón era una colonia intelectual. Mi infancia fue llena de libros. Yo siempre me concibo con un libro”, señaló emocionado.
La curiosidad por la ciencia se presentó por el afán de resolver el grave problema infantil de desintegrar la comida por medio de enzimas, información que escuchó en la televisión y quiso aplicar con su juego de química.
“Yo cuando era niño tenía problemas con comer. Era muy remilgoso. Lo que más me molestaba era comer carne. Una vez vi en la televisión que las enzimas degradan la carne. Me empecé a interesar en la química”.
Motivado por sus padres, en los años sesenta ingresó al área de ciencias médico biológicas en el Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (Cecyt) número 6 Miguel Othón de Mendizábal, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), para estudiar ingeniería bioquímica. Pero la tecnicidad y aplicación en la industria de la ingeniería le mortificó.
A pesar de llevar un año en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, acudió por orientación a la Escuela Superior de Medicina del IPN, en donde fue aceptado como oyente por el doctor Gregorio Benítez Padilla.
Primeros años
Concluyó la licenciatura de médico cirujano y partero en 1975, y realizó la especialidad en psiquiatría en el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez.
“Cuando vi que los neurocirujanos hacían guardias y cinco años de especialidad, me di cuenta qué era estar recluido en los hospitales. Yo quería una vida aparte, una vida de la cultura”.
Al terminar el tercer año en la residencia de psiquiatría, el joven médico debía entregar una tesis. Intrigado con un artículo de The American Journal of Psychiatry sobre la carbamazepina y sus efectos en el trastorno bipolar, planteó realizar un estudio similar en México a partir de una clínica de trastornos afectivos.
Su estudio llamado “Excreción urinaria del MHPG en voluntarios sanos y después de la administración de clonidina” llamó la atención del doctor Juan Ramón de la Fuente, quien lo invitó a colaborar en el Departamento de Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Juntos estudiaron y midieron una sustancia en la orina en pacientes con depresión y con manía. La sustancia podía ser vinculada con los trastornos afectivos. “Así hice mi tesis, primero de psiquiatra, y ahí mismo en Nutrición ingresé a la maestría en ciencias médicas”.
Ya fundado el Instituto Mexicano de Psiquiatría, antecedente del ahora Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM), junto al doctor Juan Ramón de la Fuente Ramírez y Carlos Berlanga Cisneros, el experto fue de los tres psiquiatras que realizaban investigación científica.
En el doctorado tuvo el apoyo del doctor René Drucker Colín, con quien empezó a introducirse en la medicina del sueño.
“Lo que descubrió el doctor Colín y su grupo fue que cuando los gatos estaban en sueño de movimientos oculares rápidos (MOR) y se les daba un estímulo auditivo, aumentaba el sueño MOR. Yo quise hacerlo en humanos y ver si se observaba ahí también”.
Con el soporte del doctor Augusto Fernández Guardiola, quien coordinaba el Laboratorio de Sueño, desarrolló un estudio en pacientes sanos y con depresión para someterlos a un estímulo auditivo y lograr aumentar el sueño MOR.
Años después fue investigador visitante de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, y realizó la especialidad en el Centro de Desórdenes del Sueño del Hospital Henry Ford, en Detroit, Michigan, y una estancia posdoctoral en la Universidad de California.
Entre el sueño y los estudios de género
“Cuando yo estaba en Nutrición me pidieron hacer un estudio en personas con acromegalia, trastorno que se manifiesta en los adultos, en el que la glándula pituitaria produce demasiada hormona de crecimiento. La hormona de crecimiento se produce en el sueño de ondas delta”, señaló.
El estudio consistió en observar si los pacientes presentaban exceso de la hormona en la fase del sueño de ondas delta. Los pacientes luego serían radiados o sometidos a cirugía para extirpación de tumor en la hipófisis, por lo que la investigación tuvo que realizarse antes y después del ejercicio quirúrgico.
Fue la primera investigación que el experto realizó en medicina del sueño, para desarrollar después diversas investigaciones internacionales y nacionales.
Años después, mientras trabajaba como profesor visitante en la Universidad de California de San Diego, el doctor Drucker Colín lo visitó para invitarlo a su laboratorio en la Facultad de Medicina, donde empezaron a trabajar sobre la estimulación y la nicotina.
En San Diego, el doctor Salín Pascual realizó un estudio de parches de nicotina en pacientes con depresión y notó que mejoraron. En México, replicó los mismos trabajos con protocolos tanto a nivel básico de cultivos celulares, nivel de data y nivel experimental en pacientes.
“Encontramos que el tabaco o nicotina parece ejercer un efecto protector en la cognición y la memoria en enfermos con depresión. Eso es importante para las clínicas de tabaquismo para tratar pacientes con cuadros de depresión previa. Hay que recetar antidepresivos antes de que el paciente deje de fumar, sino sufrirá recaídas”.
En el ámbito académico y de difusión, el experto es miembro de diferentes asociaciones internacionales y nacionales como la Academia Nacional de Medicina, Academia Mexicana de Ciencias, Asociación Psiquiátrica Mexicana, Asociación Mexicana de Farmacología y Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas, entre otras.
De las internacionales, fue miembro de la Sociedad Latinoamericana para el Estudio del Sueño, de la cual fue presidente. De igual forma, presidió la Federación Latinoamericana de Sociedades del Sueño.
Motivado por la falta de información en la medicina del sueño, fundó la Academia Mexicana del Trastorno del Dormir.
“Lo que queríamos era que no hubiera charlatanería porque muchas personas con el hecho de adquirir un equipo ya se sentían con la capacidad de prescribir cosas del sueño. Y no solo es hacer un registro del sueño, se requiere saber la clínica, conocer al paciente, se requiere tener experiencia, que te da haber trabajado en clínicas del dormir”.
Sus estudios más recientes se centran en la comunidad transexual, por la cual impulsó la Clínica de Diversidad Sexual, que tiene por función orientar a familiares y personas que desean identificarse en la diversidad sexual.
“La comunidad transexual me interesa mucho porque es un buen modelo natural para entender la relación entre cuerpo y mente. En la clínica de la UNAM, veo a la gente de la comunidad y hablo con los padres para aceptar y tolerar. Cincuenta por ciento de los transexuales que no son aceptados por su ambiente familiar se suicida”.
Asimismo, es parte de la Red Interinstitucional de Atención a la Diversidad Sexual. El experto busca divulgar la problemática que vive la comunidad LGBT a médicos, psicólogos y abogados.
Conacyt