Mónica Alba/Agencia Informativa Conacyt/ Cancún, Quintana Roo.- El uso de tecnologías de telemetría satelital, foto identificación y fotogrametría láser para el monitoreo ecológico de las agregaciones de tiburón ballena (Rhincodon typus) en el Atlántico Mexicano, ha proporcionado valiosa información para el conocimiento, manejo y protección de esta especie y su ecosistema.
Conocido como el pez más grande del mundo, el tiburón ballena se encuentra catalogado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una especie en peligro, debido a las amenazas que enfrenta su hábitat por causas antropogénicas, la escasez de alimento, y la presión ejercida por prácticas inadecuadas de pesca y turismo. Sus hábitos alimenticios provocan agrupaciones de individuos en zonas de alimentación de plancton y de huevos de peces (bonito y sardina), lo cual facilita el avistamiento de los tiburones en superficie por periodos extendidos de tiempo, permitiendo el estudio de la especie.
Las aguas de Quintana Roo, al Noreste de Isla Mujeres, dan lugar a la agregación estacional de tiburón ballena descrita como la más grande del mundo, contando hasta 400 ejemplares reunidos durante una misma temporada. A través del programa de monitoreo ecológico de tiburón ballena en el Atlántico Mexicano que encabeza el biólogo Rafael de la Parra Venegas, director de la asociación civil Ch’ooj Ajauil, organismo privado de investigación en pelágicos marinos, se ha generado un sólido banco de información sobre los individuos que visitan la zona, sus movimientos migratorios y comportamientos.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, de la Parra Venegas resaltó la importancia de la colaboración interinstitucional para el desarrollo de investigaciones en especies marinas pelágicas, ya que, por la naturaleza de sus trayectorias migratorias y presencia en aguas de distintos países, es primordial homologar líneas de investigación, así como compartir datos, conocimientos y hallazgos sobre la especie que favorezca su manejo en común.
Como fruto de tales sinergias han resultado más de 25 publicaciones sobre tiburón ballena en revistas científicas en colaboración con centros de investigación como el Mote Marine Laboratory, la Universidad de Florida del Sur (USF por sus siglas en inglés), el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), el Servicio Nacional de Pesca de los Estados Unidos (NMFS por sus siglas en inglés), el Centro de Investigación Océanica y de Tiburón Ballena (WSORC por sus siglas en inglés) en Utila, Honduras, entre otros.
“Ch’ooj Ajauil, A.C. tiene como objetivo contribuir al conocimiento de la biodiversidad y ecología de los organismos pelágicos que habitan el Atlántico Mexicano, principalmente el tiburón ballena. Los hallazgos más representativos sobre tiburón ballena han logrado obtener un estatus de mayor protección para la especie, el involucramiento de las comunidades locales en su conservación, así como la regulación de actividades turísticas y económicas con tiburón ballena en la región”, apunto de la Parra.
Rastreo satelital
Mediante censos aéreos, estudios en superficie en embarcaciones, técnicas de telemetría satelital, foto identificación individual y fotogrametría láser, actualmente se tienen identificados mil 250 individuos diferentes de tiburón ballena presentes en la agregación del norte de Quintana Roo. En ella se observan individuos de ambos sexos – tres veces más machos que hembras -principalmente juveniles.
Se encuentran individuos de 6.5 metros de longitud en promedio, con presencia de algunos ejemplares pequeños de 2.5 metros y los más grandes llegan a los 11 metros de longitud. El avistamiento constante ha evidenciado que tienen una extraordinaria capacidad de regeneración de sus tejidos dérmicos.
El rastreo satelital con dispositivos tipo SPOT 6, ha revelado información inédita sobre la trayectoria y dinámica poblacional de los organismos que conforman las agregaciones del Atlántico. “Es la primera región en la que se registró el movimiento de los animales entre más de dos países: Honduras, Belice, Cuba, Estados Unidos y México; por lo que, podemos decir que se trata de una metapoblación que se agrega en los sitios en los que hay gran disponibilidad de alimento, con una temporalidad y sincronía evidente”, reveló.
Gracias también al rastreo satelital y a la fotoidentificación, se ha logrado confirmar la filopatría – fidelidad al sitio – de algunos individuos por más de 11 años. “Tenemos datos de una hembra que fue marcada con un dispositivo de rastreo satelital y recorrió más de siete mil kilómetros cruzando el Ecuador hasta el Hemisferio Sur cerca de las rocas de San Pedro y San Pablo en Brasil” añadió.
Por su parte, los dispositivos satelitales de archivo han proporcionado información valiosa sobre sus capacidades y comportamiento. Hoy se sabe que pueden bucear hasta los mil 948 metros de profundidad, donde la temperatura llega a ser de 4°C, aunque permanecen poco tiempo allí. Además, se tienen registros de que pueden nadar más de 100 kilómetros por día ya que existen individuos que se han fotografiado en Quintana Roo y aparecen días después en Honduras o viceversa.
Conservación
Dada la importancia de las agregaciones masivas de tiburón ballena que se presentan en el Océano Atlántico, el trabajo de investigación de Ch’ooj Ajauil, A.C. está orientado en generar información detallada y datos validados que permitan acceder al reconocimiento del sitio como Reserva de la Biósfera de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) para promover soluciones con enfoques interdisciplinarios para asegurar la conservación de la biodiversidad a través de un uso sustentable, la promoción del desarrollo económico, la investigación y la educación.
De acuerdo con de la Parra Venegas, “El principal reto a enfrentar para mantener los esfuerzos de investigación y conservación del tiburón ballena es concientizar a los prestadores de servicios turísticos, habitantes y visitantes para involucrarse activamente en las estrategias de protección, así como crear conciencia de la importancia y respeto a las actividades de monitoreo e investigación, tanto por parte de prestadores de servicio como autoridades ambientales”.
Tomás Dávalos/ Agencia Informativa Conacyt/ Aguascalientes, Aguascalientes.- “Aburrirse como ostra”, “patas de gallo” y “tener monos en la cara” son expresiones comunes para los parlantes de habla hispana. Blanca Elena Sanz Martín, profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), realizó un estudio sobre la motivación semántica de estos zoomorfismos en español.
Al respecto, indicó que su interés por este tema comenzó al observar el uso cotidiano de estas expresiones zoomórficas, por lo que emprendió este proyecto a partir de un marco teórico cognitivista, según el cual, conceptos como la caracterización y categorización del mundo se encuentran reflejados en el lenguaje.
“De inicio, se tomaron en cuenta todos los dialectos de habla hispana, para ello, conformé un corpus de datos, recopilé datos materiales, electrónicos, de material recogido a oído y de otras fuentes. A partir de ahí empecé a hacer agrupaciones semánticas en función de zoomorfismo y después se fueron descartando algunas expresiones, porque no tienen ninguna funcionalidad semántica o productividad”, detalló en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt la especialista miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Disponibilidad léxica
Definido el corpus de zoomorfismos, comenzó un proceso de selección para determinar qué referentes de animales son los más frecuentes y productivos, así como el contexto en que son utilizados. Para ello utilizó una herramienta cuantitativa llamada disponibilidad léxica, este tipo de estudio consiste en medir el léxico disponible y los campos semánticos que se van formando con ellos, y como resultado de este análisis, el perro fue el animal que ocupó el primer lugar.
“Esto tiene bastante sentido porque el perro es el animal doméstico por excelencia, entonces es muy productivo para las idiomáticas, aunque hay otros también muy productivos, como el caballo, el gato”, destacó.
El principal uso de los zoomorfismos es para la atribución de cualidades humanas, esto debido a que los animales son el referente más cercano para definir a las personas, por eso son bastante populares; sin embargo, su connotación depende de la conceptualización que se le dé al animal, por ello puede ser positiva o negativa.
“No es lo mismo que te digan ‘tienes cinturita de avispa’ a ‘tienes cintura de ballena’, depende del tipo de proyección metafórica que hagamos, porque tenemos un dominio fuente y un dominio meta. Escogemos ciertas características del dominio fuente, que sería el dominio animal, pero escogemos los relevantes y los trasladamos al dominio humano, y estas características pueden ser tanto positivas como negativas, o físicas y morales”, especificó.
Por ejemplo, el uso del sustantivo faunístico “rata” no alude a las características físicas de una persona, sino a sus rasgos morales, describe a un individuo que es corrupto o ladrón; en cambio, en el caso de un sujeto al que se le denomina como “marrano”, puede ser alguien que por su complexión física es obeso, pero también describe un comportamiento libidinoso.
Para concluir, Sanz Martín puntualizó que dentro del conjunto de las expresiones fijas sobresale el grupo de los refranes, en particular, dentro de la categoría de los zoomorfismos la lengua española dispone de un amplio repertorio de refranes conformados por vocablos faunísticos, por ello este tema tiene un vasto campo de estudio dentro de la paremiología.
La investigadora Blanca Elena Sanz Martín publicó un artículo científico titulado "Las metáforas zoomorfas desde el punto de vista cognitivo" en Íkala, revista de lenguaje y cultura.
Érika Rodríguez/ Agencia Informativa Conacyt/ Zacatecas, Zacatecas. - Un equipo de ingenieros del Centro de Investigación en Matemáticas (Cimat), unidad Zacatecas, trabaja en el diseño y desarrollo de un sistema de drones de rescate de personas en zonas no urbanas, mediante modelado matemático de mapas y uso de algoritmos bioinspirados. Hasta el momento, las pruebas muestran una reducción de 70 por ciento del tiempo en comparación de lo que tardaría un grupo de personas en realizar trabajo de búsqueda y rescate.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Carlos Alberto Lara Álvarez explicó que en este proyecto, además de investigadores de Cimat, unidad Zacatecas, colaboran con la Universidad del Cauca, Colombia; planean ampliar su colaboración en este proyecto con otras universidades de México y Latinoamérica.
El doctor Carlos Alberto Lara Álvarez es miembro de Cátedras Conacyt adscrito a Cimat, unidad Zacatecas, y miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). De formación es doctor en ciencias en ingeniería eléctrica, con especialidad en sistemas computacionales, actualmente trabaja en robótica e interacción humano-computadora (HCI, por sus siglas en inglés).
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿En qué consiste este proyecto?
Carlos Alberto Lara Álvarez (CALA): Lo que estamos haciendo es una herramienta para localización y rescate de personas en zonas no urbanas con ayuda de drones. Si la persona trajera un celular o un GPS, la localización de la persona sería algo muy simple; pero estamos partiendo de la hipótesis de que no cuente con ningún aparato como este. Para resolver el problema, primero se hace un mapa probabilista de las rutas que puede seguir una persona en la zona no urbana; después, se usa un modelo de colaboración de drones para buscar en la zona.
AIC: ¿En qué se basa esta técnica?
CALA: La técnica se basa en tres cosas: en las técnicas que los grupos de rescate usan para la búsqueda de personas extraviadas, en algoritmos de optimización bioinspirados y en modelado probabilista de rutas en los mapas, y todo esto junto constituye esta técnica que estamos proponiendo. En este proyecto también se están resolviendo problemas de comunicación y colaboración de las naves para reducir el tiempo de rescate y con ello aumentar la probabilidad de supervivencia de la persona.
AIC: ¿Cuáles son los algoritmos de búsqueda que utilizan?
CALA: Para la búsqueda de personas, hay algoritmos puramente probabilistas, otros que garantizan cobertura de la zona y otros que imitan la naturaleza (por ejemplo, la inteligencia de enjambre). En nuestra técnica se mezclan diferentes ideas de las técnicas de búsqueda. Se usa un modelo probabilista del entorno y del movimiento de la persona; por ejemplo, se asigna más probabilidad de encontrar a una persona en el último punto en donde se conoce que estuvo la persona, y el movimiento de la persona se modela de acuerdo con su perfil (edad, condición física, habilidades de excursionista, el deporte que hace —si explora, corre o escala—); luego hacemos una contención para evitar al máximo que la persona salga de la zona y buscamos en el perímetro.
AIC: ¿Cómo son los algoritmos que imitan la naturaleza?
CALA: Los algoritmos inspirados en la naturaleza son capaces de encontrar soluciones en un tiempo razonable. Existen algoritmos que imitan el movimiento de las aves, la evolución, etcétera. La técnica que se usa en este proyecto se basa en el comportamiento de las bacterias, especialmente en Escherichia coli. La estrategia de búsqueda imita el forrajeo —alimentación— de bacterias: los drones van hacia regiones con mayor probabilidad de encontrar a la persona y se dividen el trabajo por la interacción entre ellos.
AIC: ¿Cuáles son los aspectos más importantes para localizar a una persona?
CALA: Son muchos los factores, pero es importante conocer el punto de partida —el sitio en donde se vio por última vez a la persona— o la última posición conocida —donde se encontró algún objeto personal como gorra o zapatos—. A partir de esto, tomamos en cuenta que la velocidad a la que puede caminar una persona, por ejemplo, la velocidad promedio de recorrido es de tres kilómetros por hora y, por lo tanto, cada hora se aumenta el radio de búsqueda por tres kilómetros. Sabemos que, en condiciones normales, 96 por ciento de los casos se puede encontrar a la persona extraviada en menos de 12 horas si la búsqueda se hace de la manera correcta.
AIC: ¿Podría servir este sistema para localizar personas en caso de accidente o fenómenos naturales en zonas urbanas?
CALA: Las misiones de rescate pueden ser muy diferentes entre sí. En rescate urbano, el área de búsqueda está acotada y se requiere otro tipo de mecanismos y sensores que permitan a los robots tener movilidad en el entorno y encontrar a las personas. Algunos sensores, como las cámaras infrarrojas, son útiles en muchas misiones y también se están usando en este proyecto.
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