TIERRA DE BABEL
Jorge Arturo Rodríguez
Falta de inexperiencia
Aperitivo: "Es temporada de videos, denuncias y de "Yo te aseguro que yo no fui". (Dicho por un transeúnte).
La pandemia, el confinamiento, la violencia, la inseguridad, la desigualdad, la desesperación, la depresión, la opresión y lo que ustedes quieran agregarle, todo eso y más sube. La Ley de Gravedad: "Todo lo que sube tiene que bajar", pos nomás no aplica. Hay excepciones, como en la intimidad, sin ser mal pensados. Un poquito de picante a la vida, es saludable. Pero nada de comida chatarra, azucarada y etc., puesto que ahora, dicen, por ahí se filtra la COVID-19. La culpa es del indio, no de quien lo hace compadre. Los primeros serán los primeros, y los últimos los "péngamos". Faltaba más, faltaba menos, o lo que es lo mismo, falta más que menos. Ahí están los números, manoseados, cada día son más los muertitos, los que padecemos y ahí la llevamos sobreviviendo. Porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Con la Chimoltrufia, expresamos o pensamos sobre las declaraciones de Amlo y López-Gatell:
*Pos será el sereno, pero...
*No nos hágamos tarugos, pos ya sabes que yo como digo una cosa digo otra, pues si es que es como todo, hay cosas que ni qué, ¿tengo o no tengo razón?
*¿Puedo saber qué es lo que estás pretendiendo tratar de querer ensinuar?
*Pero volviendo al principio inicial del comienzo de donde estábamos empezando...
*Claro que por supuesto, que desde luego que sí.
*Es que tú careces de mucha falta de inexperiencia.
*La mera verdad verdadera...
Claro, no es de ahora, lo venimos arrastrando desde hace años. "¿Quién podrá defendernos?" Paco Ayala, bajista de Molotov, en entrevista expresó que el Gobierno actual no ha cambiado en nada, "cambian siglas, pero yo siempre he dicho que cualquier persona que sea político ya desconfíes de él inmediatamente. Desgraciadamente yo no veo cambios ni propuestas que avancen a favor de la sociedad, quizá se hablan, se toman todos los espacios para decir lo contrario y se trata de coartar lo que va en contra y lo que siempre se cuestiona al Gobierno en turno, pero si hay cambios son mínimos como en la seguridad y la desigualdad porque es algo que siempre hay. Cada vez estamos peor". (sinembargo.mx, 24-08-20).
Sí, cada vez más peor. El dramaturgo Pierre Corneille escribió: "¡Llorad, llorad, ojos míos, y deshaceos en llanto! / La mitad de mi vida ha arrojado a la otra en la tumba." ¿Pesimismo? Habrá que encontrar otros caminos, pero hay que buscar, no de otra manera se encuentra. Quizás tengamos que hacer "como el médico examina el excremento y la orina, hay que examinar los basureros de las barriadas para saber lo que le falta a la ciudad", dijera Georg Christoph Lichtenberg, quien también escribió: "Hacer que el tiempo sea cultivable".
Quien tenga oídos...
Los días y los temas
Les comento, para imprimirle arte y belleza a la vida, lo siguiente. "En el círculo plano", del maestro de Danza Marcel Sierra (vecino recién instalado con quien he hecho amistad en sana distancia, ah qué caray), con coreografía de su autoría, interpretada por él mismo y Michele Ferrer, disfruté mi vida misma –así es la expresión artística-, además de otras emociones y significaciones. Recordé lo que escribió Jules Renard: "Pon un poco de luna en lo que escribes". Y en esa obra escénica estaba la luna, es decir, estaba un escritor, pero podría ser cualquier otra persona en su afán de "ser, estar y hacer". En ese entorno creativo, siempre está alguien más que uno mismo. Entonces me acordé de lo que dijo Enrique Anderson Imbert: "Escribe en forma de O. No, no en forma de bostezo, sino en forma de isla: que tu lector no tenga alternativa, que no pueda –ni siquiera- escaparse".
El movimiento es vivir, pero no cualquier movimiento. El filósofo Byung-Chul Han, en su texto "El aburrimiento profundo", escribió (perdonen mis fans la cita un poquitín larga): "Quien se aburra al caminar y no tolere el hastío deambulará inquieto y agitado, o andará detrás de una u otra actividad. Pero, en cambio, quien posea una mayor tolerancia para el aburrimiento reconocerá, después de un rato, que quizás andar, como tal, lo aburre. De este modo, se animará a inventar un movimiento completamente nuevo. Correr no constituye ningún modo nuevo de andar, sino un caminar de manera acelerada.
"La danza o el andar como si se estuviera flotando, en cambio, consisten en un movimiento del todo diferente. Únicamente el ser humano es capaz de bailar. A lo mejor, puede que al andar lo invada un profundo aburrimiento, de modo que, a través de este ataque de hastío, haya pasado del paso acelerado al paso de baile. En comparación con el andar lineal y rectilíneo, la danza, con sus movimientos llenos de arabescos, es un lujo que se sustrae totalmente del principio de rendimiento. Con la expresión vita contemplativa no debe evocarse aquel mundo en el que originariamente fue establecida. Está ligada a aquella experiencia del Ser, según la cual lo Bello y lo Perfecto son invariables e imperecederos y se sustraen de todo acceso humano. Su carácter fundamental es el asombro sobre el Ser-Así de las cosas, que está libre de toda factibilidad y procesualidad. La duda moderna y cartesiana reemplaza al asombro. Sin embargo, la capacidad contemplativa no se halla necesariamente ligada al Ser imperecedero. Justo lo flotante, lo poco llamativo y lo volátil se revelan solo ante una atención profunda y contemplativa. Asimismo, el acceso a lo lato y lo lento queda sujeto al sosiego contemplativo". Les dejo el link para que lo disfruten: https://www.youtube.com/watch?v=TjQ2IsGImqw
De cinismo y anexas
Para no variarle con eso que nos llueve sobre mojado, dice Georg Christoph Lichtenberg: "Llovió tan fuerte que todos los cerdos se limpiaron y todos los hombres se emporcaron". Ah, y también escribió: "¿Quién está ahí? ¡Sólo yo! ¡Ah!, con eso sobra".
Ahí se ven.
Patricia Aguilar Pardo. Veracruz, Ver.,.-Las medidas sanitarias implementadas en los establecimientos comerciales, hoteles y restaurantes en el municipio de Veracruz permiten que poco a poco se recupere la ocupación hotelera, manifestó Sergio Lois Heredia, presidente de la comisión de turismo de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
El integrante del sector hotelero en la conurbación manifestó que la ocupación hotelera reportada les incrementó al 17 por ciento, dos puntos más que el fin de semana anterior, esto significa que pooco a poco la actividad comienza a ser vista fuera de la ciudad y del estado, lo que permite captar nuevamente turismo, y es que, dijo, nadie quiere visitar una ciudad que esté "muerta".
Recordó que recién iniciada las actividades hoteles apenas y se registraba un tres por ciento, en el pasado mes de junio y principios de julio, por lo que hablar de un 17 por ciento es una señal alentadora.
Para finalizar, Lois Heredia se pronunció porque más establecimientos sigan abriendo sus puertas al público a fin de que más turismo, recreativo o de convención, opte por venir a la ciudad de Veracruz, siempre y cuando respete las medidas sanitarias.
Prosa aprisa
También se derrumban símbolos nacionales
Arturo Reyes Isidoro
Recuerdo que en la segunda mitad del siglo pasado el comentario, entonces incuestionable, era que en México los símbolos intocables eran el presidente de la república, el Ejército Mexicano, los símbolos patrios (la bandera, el escudo y el himno nacionales) y la virgen de Guadalupe (algunos, en son de broma, agregaban al presidente de los Estados Unidos).
En 1988 empezó a caer el primero, el presidente, cuando el entonces senador, ya de oposición, Porfirio Muñoz Ledo, interrumpió, a la mitad de informe presidencial, a Miguel de la Madrid. “Con su permiso, señor presidente”, dijo tres veces. El acto se congeló entonces y el país también. Nadie hasta entonces se había atrevido a tanto. Aquello era un verdadero sacrilegio político y se inició el derrumbe de la hasta entonces intocada figura presidencial. Superada la melé que se armó, a partir de entonces nada fue igual.
Un periodista amigo nuestro, con orígenes en Chicontepec, ya fallecido, Fidel Samaniego Reyes, de El Universal, de los mejores cronistas que ha habido, anotó en aquel memorable 1 de septiembre:
“Y fue entonces cuando murió una época y nació otra. Aquella mañana ocurrió lo que nunca había ocurrido. Y el ritual ya envejecido quedó sepultado. Y los gritos, los puños, los rostros enrojecidos aparecieron en el salón de sesiones de la Cámara de Diputados, en lugar de los gestos comedidos, los aplausos desmedidos, el absoluto respeto a las formas.
Aquel día, 1 de septiembre de 1988, un presidente de la República dejaba de leer su mensaje. Miguel de la Madrid Hurtado era interrumpido por la voz grave de Porfirio Muñoz Ledo, quien poco antes había apagado el undécimo cigarrillo, se ponía en pie, levantaba el índice derecho, solicitaba a Miguel Montes, quien presidía la sesión, el uso de la palabra para interpelar al jefe del Ejecutivo federal.
Estupor en unos, nerviosismo en otros. Y luego, los gritos de varios. De la Madrid volteaba hacia el palco en el que estaba su mamá. Muñoz Ledo no evitaba el temblor de la barbilla. Montes le pedía que retornara a su lugar. Solicitaba al presidente que continuara con su discurso.
Luego, más intentos muñoz-ledianos por interpelar al mandatario. Y más exclamaciones de sus compañeros contra el que ocupaba la llamada más-alta-tribuna-del-país. Y la manifestación silenciosa de los legisladores panistas, parados, con boletas electorales en las manos. El escándalo. Y algo también insólito, inédito: diputados y senadores del Frente Democrático Nacional abandonaban el recinto. El entonces gobernador de Aguascalientes, Miguel Ángel Barberena, apretó con su manaza el cuello de Muñoz Ledo, alguien más le tiró una patada. Otto Granados Roldán le lanzó una mentada.
Fue entonces, así, cuando y como el 1 de septiembre dejó de ser el ‘día del presidente’”.
El Ejército
De los recuerdos que guardo de mi niñez, de cuando me llegó la edad escolar, está el respeto y casi la veneración que nuestros maestros nos inculcaban por el Ejército Mexicano, por los soldados, respeto y veneración que rayaban incluso en el temor.
Los 19 de febrero, en Coatzacoalcos, eran una fecha muy especial para los niños de aquella época, casi un día de fiesta. Hacían que nuestros padres nos llevaran antes de las 6:00 de la mañana a la escuela, nos entregaran a los maestros, quienes conforme llegábamos nos iban formando.
Luego, caminando en aquellas calles sin pavimentar, de arena, nos llevaban hasta el cuartel. Cuando llegábamos, a una orden, todos, a coro, empezábamos a cantarles Las Mañanitas a los uniformados y se les entregaban entonces los regalos que habían pedido a nuestros padres que compraran: un kilo de arroz, o de frijol, o un jabón de baño (Camay era el de moda), o un jabón Octagón (el Zote de entonces) para lavar ropa. En nuestras familias no había para más.
Entonces regresábamos para iniciar clases.
Me volví a topar con los verdes cuando hice mi Servicio Militar (salí con grado de sargento segundo). Seguían imponiendo respeto, pero entonces a muchos ya nos daban miedo: estaba fresco el 68, la matanza del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Recuerdo a unos oficiales jóvenes que se enardecían que se cuestionara el papel que habían jugado.
Poco después, ya en mis años de reportero –en mayo pasado cumplí 50 años en este ejercicio (¡chin!, y todavía no lo he podido celebrar)– estuve cerca de ellos: en giras presidenciales las vallas metálicas de ahora las formaban los soldados al paso del presidente, con bayoneta calada, con la punta muy filosa y hasta brillante de esa arma blanca apuntando hacia el paso de la gente, lo que hacía que quienes teníamos el privilegio de entrar en la comitiva lo hiciéramos en orden para no rozar el arma y dañarnos.
Imponían respeto y miedo. Nadie les faltaba. Cuando uno se los topaba en la calle, todo mundo andaba derechito. De ahí, sobre todo cuando los últimos gobiernos los involucraron en tareas policíacas, su buena imagen comenzó a resquebrajarse, se les perdió el miedo, primero, y luego, el respeto. El punto de quiebre, no tengo ninguna duda, se dio cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador les ordenó, como su Comandante en Jefe, que no repelieran ninguna agresión de civiles, y, tristemente, vimos en vivo, gracias a Facebook, cómo pobladores de varias partes del país, presuntamente al servicio de la delincuencia organizada, los bajaban de sus vehículos, los desarmaban, los amarraban, los golpeaban, los escupían y los pateaban, sin que pudieran meter las manos porque así se los había ordenado su jefe. A partir de entonces ya nada va a volver a ser igual con los juanes.
Felipe Calderón los metió en una guerra que no tiene para cuándo acabar, una guerra que no era suya sino de las policías. Enrique Peña Nieto no rectificó ni corrigió y siguieron en la batalla. López Obrador, que en un principio los criticó, al final se los acercó y ha terminado no solo por mantenerlos guerreando contra la delincuencia. sino que los ha convertido en albañiles y obreros al entregarles obras relevantes.
Su involucramiento con los gobiernos civiles relajó su disciplina, su alto sentido del honor, su honestidad y los contaminó. Se sintieron más cerca de sus jefes y hasta vieron que podían ser y actuar como ellos, por ejemplo, en actos de corrupción, no solo coludiéndose con los delincuentes o de plano pasándose de su lado, sino también robando de las arcas públicas.
El 5 de junio pasado el diario El País México informó, tras una investigación de su reportera Zorayda Gallegos, que el Ejército había desviado, entre 2013 y 2016 (en el gobierno de Peña Nieto), a una empresa fantasma, 240.5 millones de pesos (casi 15 millones de dólares) que eran para comprar armamento militar.
Ayer, ese mismo diario, en otra investigación de la misma reportera, con pelos y señales, así como copias de documentos oficiales, reveló que entre 2013 y 2019 (ya en el gobierno de AMLO, que supuestamente combate la corrupción) desvió también 2,371 millones de pesos (156 millones de dólares) a empresas fantasma y que ninguno de los altos mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional que autorizaron las compras ha sido sancionado por las operaciones en las que se emplearon 250 compañías. Supuestas obras se habrían realizado en los viveros forestales de Perote y Pueblo Viejo, en Veracruz.
El Ejército sigue siendo una gran institución, pero dejó de ser aquel símbolo del que nos enorgullecíamos, al que admirábamos. ¡Qué podredumbre! Ya solo nos quedan dos símbolos intocables: los patrios y la virgencita de Guadalupe (y, claro, el presidente de los Estados Unidos, je je).
Se derrumban muchas instituciones, se derrumban nuestros símbolos, derrumban el país. ¡Ay!
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